Un asesino en primera persona
Por Manuela Bares Peralta
El documental reúne 250 horas de grabación, testimonios y recortes televisivos del asesino de Muswell Hill. Una cañería tapada fue el puntapié para que la policía encontrara restos humanos en el desagüe del complejo de casas en el que vivía y se acercara a su domicilio. Pero Nilsen confesó: escondía los cuerpos de sus víctimas debajo del piso y tiraba al desagüe. No hay suspenso en los crímenes que cometió, esa tampoco es la búsqueda del documental. El suspenso, la verdadera búsqueda que emprendemos radica en conocer la identidad de sus víctimas.
La recesión de Thatcher es el terreno de este documental que se escenifica en el periodo entre 1978 y 1983 y retrata una de las crisis más duras que vivió el Reino Unido. Las tasas de desempleo crecían y la migración interna encontraba en Londres un destino donde intentar edificar un futuro con más y mejores posibilidades, pero las grandes urbes no escapaban a la realidad en la que estaba inmersa el país.
Mientras escuchamos los testimonios que Nilsen grabó en la cárcel y las voces de ex policías, familiares y víctimas entremezclarse con material de archivo, podemos imaginarnos lo que era vivir en la Londres convulsionada de esa época y comenzamos a entender porque conocimos antes al asesino que a sus víctimas.
Ser homosexual y pobre era un estigma: tanto en la radiografía de Nilsen como de toda la sociedad de esa época. En ese sentido, hay un paralelismo que se tensa entre el asesino y sus víctimas, todas existencias que podrían desaparecer sin que nadie los hubiera buscado. Esa misma discriminación opera sobre el tratamiento mediático de los casos, sobre los obstáculos para las víctimas que lo sobrevivieron en acceder a los mecanismos de denuncia y para los familiares de quienes ya no están.
El centro del documental no radica sólo en devolverle la posibilidad a Nilsen de narrarse a sí mismo, de contar su historia completa por fuera de la fugacidad y espectacularidad mediática, sino también de darle esa posibilidad a sus víctimas de contar lo que él les hizo, pero también cómo operaron los prejuicios de una época sobre sus existencias.