Cambiar lo que haya que cambiar, por Jorge Giles
Por Jorge Giles
Cambie lo que tenga que cambiar, pero cambie ya. Reemplace a los funcionarios que no funcionan. Cambie de rumbo, y de manera urgente, su política económica. Deje de preocuparse porque su ministro de economía les hable a los mercados y al FMI. Transforme en épica nacional la denuncia contra la espuria deuda externa que nos dejó el macrismo asociado al FMI. Un pueblo lo acompañará. Salga de esa encerrona, por favor. Tenga un ministro que escuche y le solucione los problemas a los laburantes y a la clase media. Ponga plata en los bolsillos de los consumidores. Pero no monedas, sino plata en serio. Falta plata para comprar la comida en los hogares populares, Presidente. Convoque a los que saben de Comunicación para que de manera urgente instalen un sistema de Comunicación gubernamental que hoy no existe. Barra a la manga de alcahuetes e inútiles que lo rodean y no saben un pito de Comunicación. Intervenga el canal público para que podamos tener programas federales de debate político donde difundamos todos los días las obras del gobierno, y el proyecto nacional y popular pueda expresarse libremente. Ordene reemplazar allí los programas de banalización y juegos y timbas que no tienen nada que ver con nuestra historia. Federalice la comunicación. Póngale cámaras al trabajo hormiga y silencioso que hacen muchos y muchas funcionarias.
Deje de pagar las municiones (calibre pauta publicitaria) de los medios que se declaran enemigos del gobierno y de la democracia. ¿Se imagina usted al General San Martín asistiendo a los godos con caballos y mulas, cañones y fusiles? Sabíamos, y lo venimos diciendo de hace rato, que de una crisis humanitaria como la que genera la pandemia, se sale por derecha o por izquierda. (Perdón el reduccionismo pero estamos apurados). O sea. No se sale por el medio, porque la línea del medio se esfumó. Plata en el bolsillo. Vacunas a granel. Buena comunicación popular. Y un pueblo movilizado. Acuérdese del programa “6, 7,8”. Sí, ya sé; muchos de ustedes lo descalificaron diciendo que bajaba línea. Mire. Era un programa que abría cabezas. Ejercía el pensamiento crítico desde una toma de posiciones claramente definida. Por allí pasó Beatriz Sarlo y otras preciosuras más de la derecha. Mientras hoy, algunos periodistas “amigos” creen que aportan ejerciendo una visión alcahueta y mediocre de la realidad. Y para peor, metiendo cizaña entre nosotros. Aún así no se detenga en largas jornadas de reflexión y autocrítica porque hay que hacer todo ahora. El reloj rumbo a noviembre comenzó su tic-tac. Presidente: yo le escuché decir alguna vez que usted adscribe a esa sentencia que dice que en este siglo pos moderno ya no existe la derecha ni la izquierda. ¡Pamplinas Presidente! La derecha es la que excluye, reprime, hambrea a nuestro pueblo y es la que ganó las PASO.
La izquierda somos nosotros, el pueblo descalzo, aunque no nos guste que nos cuelguen ese cartelito. Nosotros somos peronistas y por tanto, nos ubicamos a la izquierda del teatro de la humanidad, tenemos una historia como pueblo con dos siglos de experiencias en victorias y derrotas. De allí nace nuestra mística. Frote la lámpara de esa historia y le aparecerán los Héroes de Malvinas, los criollos que enfrentaron al enemigo anglo-francés en la Vuelta de Obligado, las montoneras del Chacho Peñaloza y Felipe Varela, los pueblos originarios que resistieron hasta su último lanza, los cabecitas mojándose las patas en la fuente del 17 de Octubre, Evita diciendo que “aunque deje en el camino jirones de mi vida yo se que ustedes levantarán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”, aparecerá Sebastián Borro gritando “Patria sí, colonia no” desde el Frigorífico Lisandro de la Torre en plena Resistencia peronista, aparecerán los 30 mil y Rodolfo Walsh y Paco Urondo. Esa es la mística que nos hace falta hoy. Cuidemos a nuestros candidatos y candidatas y pidámosles que levanten en alto la causa del feminismo y de la causa ambiental. Por allí andan nuestros jóvenes; esperando más de ese peronismo que sabe construir trabajo y menos de ese amiguismo hueco. Llegaremos a tiempo si se hace todo ya. De lo contrario, se instalará un clima de época de derecha y entonces sí, a llorar al campito. No le pida a la militancia que salga a explicar nada. Es usted el que tiene el bastón de mariscal. Actúe rápidamente y un millón de militantes orgullosos saldrá sin que nadie les pida, a decirles a los vecinos y vecinas: “¿vieron que el Presidente los escuchó?”
Tic- tac. Tic-tac. El reloj de la historia nos marca la hora, Presidente. Aquí no se rinde nadie. ¡Vamos que podemos!