Dorados 50: una comedia que apuesta al amor
Por Diego Moneta
¿De cuántas maneras puede replicarse una crisis de edad? Dorados 50, estrenada recientemente en la plataforma de CineAr, se ocupa de al menos dos. La comedia documental de Alejandro Vagnenkos y Víctor Cruz, tras su paso por el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), recorrió el cine Gaumont y diversos Espacios INCAA. Agencia Paco Urondo dialogó con ambos directores y guionistas de la obra, que trabajan juntos desde hace más de veinte años.
Hace un tiempo, Vagnenkos, protagonista de esta historia, comenzó a interesarse por las personas que están en pareja desde hace mucho tiempo. Entiende que, en una época donde todo es efímero, había algo contracultural. A punto de cumplir 50 años, puso su vida en perspectiva y se encontró, por un lado, junto a su mujer hace casi tres décadas y, por otro, la excepcionalidad de su caso entre tantos conocidos que se habían casado y divorciado más de una vez. Al mismo tiempo, resaltaba la presencia de sus padres, cuya unión llevaba más de medio siglo.
Esas inquietudes fueron el punto de partida: “Después de que la idea siguiera dando vueltas durante muchos años, sentimos que era el momento y nos dimos cuenta que trataba sobre las parejas y la crisis de la mitad de la vida”, comenta Cruz. Luego de decidir que iba a ser una codirección, se plantearon que tuviera mucho amor pero también mucho humor. De esa manera, Dorados 50 se transforma en una comedia documental que indaga sobre cómo se sostiene esa unión amorosa a través de la vida.
El eje de la narración es el mismo Vagnenkos. Próximo a cumplir 50 años, reconoce que ya no es el mismo maratonista y no sabe muy bien en qué estadio de su vida se encuentra. Su cuerpo y la mutua compañía ya no son lo que eran. En medio de esa crisis, consulta a su analista y a sus amigos. Junto a Víctor, decide emprender una especie de pesquisa amorosa, a través del lenguaje cinematográfico, sobre parejas que ya llevan unidas medio siglo.
De esa manera, en un sillón rojo en un teatro como única escenografía, pasarán diversas historias, con el denominador común del amor y mucho humor. Sus protagonistas recordarán el momento en que se conocieron, cómo se fueron enamorando y alguna que otra infidelidad, entre otras cuestiones. En ese sentido puede trazarse un paralelo con Cuando Harry conoció a Sally. También hay lugar para salir de lo heteronormativo, como la historia de Norma y Cachita, repasada en el documental Juntas.
Lo más llamativo de Dorados 50 es su originalidad. Construye una narrativa lúdica y celebratoria sobre el amor mientras plantea sus interrogantes. En ese camino, renuncia al discurso de los vínculos posmodernos y valora su clave más reflexiva. El otro aspecto destacable es una propuesta distinta a la que comúnmente nos vemos expuestos sobre los adultos mayores. “Están poco valorados y subrepresentados en el cine. Hay una especie de fobia a envejecer que provoca rechazo y se la asocia casi exclusivamente con la enfermedad, vulnerabilidad y muerte. La edad no puede ser signo que determine identidad”, asevera Cruz. Tanto en esta obra, como en Que vivas 100 años, la mirada es otra.
Por su parte, Vagnenkos viene trabajando el tema desde su primera película, Jevel katz y sus paisanos, y su intención es “seguir indagando desde otra perspectiva sobre este modo de observar a un universo poco explorado”. Al mismo tiempo, se refiere a los resultados de su búsqueda ante la crisis: “Buscamos respuestas para tranquilizarnos, pero me gustan más las preguntas, que incomodan y obligan a pensar otras formas de vivir y de hacer cine”.
El espectador se va a encontrar con un dúo de directores, una película y decenas de parejas que tienen la misma voluntad: recuperar la idea del amor romántico. En un contexto donde todo es efímero y nada es para siempre, Vagnenkos y Cruz nos proponen creer en un “hasta que la muerte los separe”.