La belleza es el misterio que nace, sobre la obra de Rafael Barrett
Por Lautaro Colautti
De la mano de la flamante Himalaya editora llega a nosotros Moralidades actuales, la antología que Rafael Barrett preparó de sus artículos, siendo el único libro que publicó en vida en el año 1910. Rafael Barrett Álvarez de Toledo nació en Torrelavega (Cantabria) en 1876 y murió en Arcachon (Francia) en 1910 de una tuberculosis. Proveniente de una familia aristocrática, cursó estudios de ingeniería en Madrid, donde se mezcló con la bohemia de la ciudad, y tuvo que exiliarse (primero a Argentina y después a Paraguay) tras un incidente en el que azotó públicamente al duque de Arión. La realidad latinoamericana, sobre todo la paraguaya, conmovió a Barrett, lo que lo llevó a denunciar en sus escritos los atropellos cometidos sobre los sectores más empobrecidos.
La influencia de la obra de Barrett es múltiple y compleja: por un lado, es una figura pionera de la literatura paraguaya moderna, como lo señalan Augusto Roa Bastos y Francisco Corral; por otro lado, tiene una influencia ideológica en la militancia de principios de siglo XX, entre sus lectores más politizados se encuentran el editor de La Protesta, Rodolfo González Pacheco, y el sindicalista comunista paraguayo Obdulio Barthe. En Literatura argentina y política: II. De Lugones a Walsh David Viñas menciona la actividad literaria y política de Barrett, brindando algunos detalles del contexto de represión política que le tocó vivir en Argentina: “No hay demasiadas dudas: la oligarquía es tolerante cuando no pasa nada por más denuestos que se griten o se rimen. Eso es literatura, sus hombres lo saben y su margen de condescendencia siempre fue correlativo a su índice de seguridad. Pero cuando esa literatura se radicaliza para convertirse, en una “literatura de límites” y se conjuga con una praxis real, procede sin ceremonias: su policía asalta La Protesta y el primer Martín Fierro, impide por la censura el estreno de Los invertidos de González Castillo o le aplica a Rafael Barrett la Ley de Residencia”.
Yendo al libro, podemos decir que está compuesto por una variedad de escritos que Barrett publicó periódicamente en el diario La Razón entre los cuales se distinguen las crónicas, las aguafuertes y los diálogos de algunos personajes que se van repitiendo a lo largo del libro (personajes que expresan las distintas opiniones populares, entre los que destacan Don Ángel, Don Justo y Don Tomás). A medida que recorremos los textos nos encontramos con una prosa que elegantemente pivotea entre la descripción poética, la reflexión filosófica y la crítica política. Dentro de las formas modernistas, Barrett encuentra su propio tono y su propia irreverencia: “Más vale lo horrible que lo viejo. Más vale deformar que repetir. Antes destruir que copiar. Vengan los monstruos si son jóvenes. El mal es lo que vamos dejando a nuestras espaldas. La belleza es el misterio que nace. Y ese hecho sublime, el advenimiento de lo que jamás existió, debe verificarse en las profundidades de nuestro ser”.
Uno de los temas que podemos encontrar disperso en varios artículos, es la crítica nietzscheana que Barrett realiza a la Iglesia católica y al Papa del momento, Pio X: “El partido de Dios –entendámonos, del Dios católico, segunda parte de Jehová– camina de descalabro en descalabro”. Esto no lo hace un furibundo antirreligioso, de hecho, mantiene y afirma un profundo respeto por la dimensión espiritual humana, pero como él mismo dice en un momento: “esta época necesita otros dioses; quiere ser dirigida por la esperanza y el amor, no por el miedo”.
A lo largo del libro, Barrett reflexiona sobre temas muy disímiles entre los que se encuentran la locura, el suicidio, el periodismo, los besos, la policía, el anarquismo, la vieja tradición del duelo, la sociedad de beneficencia, la independencia de Cataluña, las armas de fuego y el alcoholismo. Algunas prosas son coyunturales, aun así el libro conserva una impensada vigencia en torno a varios de los temas abordados. Queda en los lectores la tarea de pensar y debatir con Barrett sobre el desarrollo de cada uno de los temas; sin embargo, quisiera destacar uno de los ejes principales que atraviesa la escritura de Barrett: la crítica como intervención política. Hay un artículo en particular, “El anarquismo en la Argentina”, donde el escritor descarga su pluma contra la figura del entonces jefe de policía, Ramón Falcón: “Volvemos entonces a lo de siempre: a la pretensión de matar las ideas, como si jamás se hubiera conseguido, con poderes incomparablemente mayores que los del señor Falcón, matar una sola (…) Tenga un poco de modestia y, recordando las enseñanzas de la Historia, admita que las instituciones de 1909 no sean definitivas. No se asuste tanto del anarquismo; consuélese con la certidumbre de que los anarquistas parecerán algún día anticuados y demasiado tímidos”.
Por último, cabe destacar el trabajo de la editorial Himalaya que mantiene su labor de rescate de autores atípicos y olvidados por la industria del libro, habiendo publicado al poeta uruguayo Pedro Picatto y al poeta ruso Simón Nádson. Esperamos novedades para seguir descubriendo y redescubriendo entre las corrientes secretas que atraviesan el cauce de la literatura.