FIFA Gate: por el bien del fútbol y del negocio
Por Diego Moneta
El escándalo conocido como “FIFA Gate” fue abordado y recuperado de distintas maneras, más o menos sensacionalistas. En el mundo de las plataformas de entretenimiento, el caso más resonante en nuestro país era El presidente, la carta de entrada de Amazon Prime al mercado de competencia en América Latina. Sin embargo, a fines de octubre y durante los siguientes cinco domingos, apareció FIFA Gate: por el bien del fútbol, una coproducción entre la Televisión Pública de nuestro país y el Canal Catorce público de México, que propone una mirada mucho más política a la cuestión.
La serie documental, de seis capítulos de alrededor de medio hora, está basada en una investigación de Ezequiel Fernández Moores, guionista y voz en off de la producción, con abundante cantidad de entrevistas y recolección de material de archivo, atravesada por la pandemia. En diálogo con AGENCIA PACO URONDO el periodista, que cubrió ocho mundiales, explica que el tema se lo trajo Eliseo Álvarez, ex directivo del canal, y que su interés era hacer una lectura “por fuera de lo político-judicial”, que ya estaba muy contado. Ambos se conocían del ciclo Fútbol pasión, conducido por Eduardo Galeano.
El punto de partida es la doble votación que llevó a cabo por primera vez en su historia en 2010 la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) para determinar las sedes de Rusia 2018 y Qatar 2022, descartando a grandes candidatos como Inglaterra y Estados Unidos, respectivamente. Esa elección se volvería un disparador para la investigación del FBI sobre sobornos y lavado de dinero alrededor del otorgamiento de derechos televisivos.
En ese sentido, no hubiera podido ser de otra manera que no sea en un medio público, dado que los privados no se pesquisan, ya que permitió “poner nombres propios”, evalúa Fernández Moores. “Eso le da credibilidad, claridad y la diferencia de otros trabajos”. De hecho, la única dificultad fue “la baja de muchos entrevistados”, entre ellos fiscales, abogados y dirigentes, ante las preguntas que les pretendían hacer. A pesar de ello, la cantidad y variedad de los testimonios reconstruyen los hechos y, a su vez, construyen una serie documental de nivel internacional, lo que demuestra que en Argentina hay historias para contar, en especial desde nuestro punto de vista e identidad.
La trama irá avanzando sobre distintas aristas que antecedieron y sucedieron al escándalo. De Sudáfrica a Qatar, de 1974 a 2026, de Joao Havelange a Gianni Infantino, a través de Julio Humberto Grondona, pero sobre todo de Chuck Blazer, el delator inicial, a los primeros arrestos en Suiza, pasando por el papel de las grandes cadenas televisivas, donde destaca la figura de Alejandro Burzaco, ex CEO de Torneos y hermano de Eugenio, quien fuera secretario de Seguridad del macrismo, hasta llegar a la nueva-vieja FIFA, que quedó ahora bajo el control de Estados Unidos, que será la sede del mundial de 2026, junto a México y Canadá. En ese marco, una de las cuestiones que sobrevuela la serie es si efectivamente la no obtención de la organización del certamen en 2022 fue el disparador de la investigación.
El otro elemento central es el mecanismo judicial a través del que se avanzó, en un proceso definido por el periodista como “épico y étnico”, antes que ético. La Ley RICO (por sus siglas en inglés) fue diseñada durante la década del 70 para ir tras las grandes familias de la mafia. Fue utilizada de manera extraterritorial y agresiva, valiéndose de imputados colaboradores y cuentas bancarias en su territorio. “Siguió la trama de los grandes casos y, en general, suele cortarse por los perejiles”, desliza Fernández Moores. Si bien es cierto que, además de descabezar Conmebol y Concacaf, precipitó la caída de Joseph Blatter como presidente de la FIFA, sólo se limitó al mundo del fútbol. Casi la totalidad de las detenciones son a latinoamericanos, a pesar de las pruebas contra europeos, y las cadenas de televisión que sobornaron siguen haciendo negocios.
FIFA Gate: por el bien del fútbol narra el reposicionamiento de Estados Unidos y la reorganización del mapa posterior a la crisis, aunque la causa todavía sigue abierta. Su presencia en Europa a partir de la compra de clubes, gracias al avance de fondos de inversión de capital estadounidense, y su fortalecimiento en Sudamérica a partir de la transmisión de las ligas locales, con el aval de los contratos fraudulentos por parte de su Departamento de Justicia. No sólo Turner, Fox y ESPN, sino también DirecTV -hoy socio mayoritario de Torneos-, Amazon y Facebook.
El mismo partido parece estar jugando la FIFA. El primer presidente al que llamó tras su asunción Infantino fue Donald Trump. “Hay una clara decisión de alinearse con quien provocó el terremoto”, define Fernández Moores. Por su parte, la justicia suiza dejó prescribir causas y cambió fiscales. Loretta Lynch, quien impulsara la investigación hasta 2017, hoy trabaja para el estudio Paul Weiss, con la FIFA como cliente. Además, en 2026 serán 48 países compitiendo en el mundial, y se evalúa llevarlos a cabo cada dos años. Es decir, más elecciones y más votos y, por lo tanto, más negocios.
A ese terreno pantanoso y sospechado nos dirigimos, dada la voluntad de Argentina y Uruguay de organizar la Copa del Mundo 2030, a cien años de la primera realización. Las otras sedes ofrecidas son China y Arabia Saudita. Tal como se plantea en la serie, la FIFA deberá elegir “por el bien del fútbol, demasiado deporte para ser sólo negocio y demasiado negocio para ser sólo deporte”.