Diego Genoud: "El FMI busca disciplinar a todo el sistema político argentino"
Por Martín Massad y Agustín Mina | Foto: Daniela Morán
El periodista Diego Genoud se refirió al complejo escenario político y económico actual, con las negociaciones con el FMI en el foco y en el marco de un aniversario muy especial: 20 años de la crisis de 2001. ¿Hay un FMI diferente ahora? ¿Por qué aparecen otra vez nombres como el de Cavallo?
Agencia Paco Urondo: Se están cumpliendo 20 años de la crisis de 2001. ¿Qué pasa hoy con la relación entre sociedad y política?
Diego Genoud: Creo que tenemos ciclos de auge y decadencia. De momentos de mayor entusiasmo con el sistema político y de mayor malestar. Donde siempre la variable económica es la que organiza. Imposible pensar en el auge del kirchnerismo sin pensar en cómo estaba la economía, cómo se crecía, los niveles de consumo, el crecimiento del empleo. Imposible pensar el gobierno de hoy, del Frente de Todos, sin ver las mismas variables. La pandemia por supuesto impactó. Hay dificultades para que la economía arranque, se derrumbó del poder adquisitivo, se pulverizaron los sueldos en los últimos cinco o seis años. Los salarios registrados en el sector privado, una minoría privilegiada, perdieron alrededor de 20/25 puntos de sus ingresos del 2016 para acá. No hablemos de la informalidad, que la mitad de la población está en la informalidad. O los empleados estatales que vienen perdiendo por goleada, sufriendo un ajuste tremendo del que nadie habla. Me parece que la economía es un poco la que explica la legitimidad del sistema político.
APU: Uno habla del estallido de 2001 y aparecen nombres vinculados al neoliberalismo, como Domingo Cavallo, entre otros economistas o discursos de época. ¿Por qué vuelve Cavallo a la escena, por qué Milei está dando vueltas, por qué el esquema neoliberal vuelve teniendo en cuenta que fracasó en 2001?
D.G.: Es una gran pregunta. Solamente tengo algunas hipótesis. Primero creo que el fracaso de Macri, hay que ver si está lejos o está cerca. No está claro si ya quedó atrás para una parte de la sociedad ese fracaso, que fue tan alevoso en lo económico. El fracaso de Macri, lo que hizo, fue dejar de lado las expectativas que había del establishment en él, de los empresarios, del sector financiero, incluso de las potencias mundiales. Pero las ideas que Macri representaba siguen vigentes y los sectores que llevaron a Macri a la presidencia siguen pensando lo mismo. Simplemente dicen “nos equivocamos con Macri” que era un queso, que no le dió la nafta, hizo todo mal... Pero lo que Macri venía a ser está todavía pendiente. Entonces, resurge la nostalgia del menemismo. Eso me llama la atención porque no es sólo que genera nostalgia en la derecha, en Milei que reivindica a Menem y a Cavallo, sino que hay mucho peronista también. Mucha gente preguntándose qué se puede recuperar del menemismo dentro del peronismo. Ir a buscar en el menemismo motivos o argumentos para el presente significa que ya se está vencido y se está arruinado, porque una experiencia similar a la de los 90' tuvo consecuencias nefastas y estalló con la Alianza.
APU: La experiencia neoliberal fue malísima pero sin embargo vuelve. ¿Qué pasa con los gobiernos populares que no pueden tener el sustento necesario para tener una continuidad? ¿Qué pasa que tampoco pueden da una respuesta en materia económica, como describía usted recién?
D.G.: Evidentemente este es un contexto muy difícil. Eso el gobierno lo repite, creo que obviamente le asiste la razón. La oposición lo minimiza, dice que “siguen hablando del Fondo”. Es que es una mochila de vencimientos de deudas que aplasta cualquier proyección. Eso sin dudas. La pandemia también. Le tocó al gobierno del Frente de Todos una situación muy difícil, eso nunca hay que perderlo de vista. Ahora eso, obviamente, no alcanza para explicar las dificultades. Yo creo que hay un kirchnerismo que está en una situación inédita: por primera vez no tiene recursos para hacer política. ¿Cómo Néstor Kirchner ganó autonomía? Pagándole al Fondo, cash. Lo hizo junto con Lula. Pero hoy eso sería imposible, quién puede dentro del Frente de Todos decir “le voy a pagar al Fondo”. Kirchner, si no me equivoco, pagó alrededor de 10 mil u 11 mil millones de dólares. Tenía alrededor de 28 mil millones de reserva, pagó y se quedó con muy poco, y el ciclo de los comodities estaba tan en ascenso, que en poco tiempo recuperó las reservas, que terminaron muy altas. Cristina también tuvo reservas muy altas en su primer mandato. Después empezaron los problemas. Creo que ahora se tiene el problema de la deuda y se tiene el problema de la discusión política en el Frente de Todos, que no se salda. Por la heterogeneidad, por cómo se armó este Frente de Todos, yo creo que no hubiera habido Frente de Todos si Mauricio Macri no chocaba cómo chocó. Hay que recordar que Sergio Massa fue a Davos como jefe de la oposición de Macri y se reunió con Biden. Ese era el proyecto de Macri, de los grupos de poder, incluir a una parte del peronismo que hoy está en el Frente de Todos. Esa discusión sigue trabando y lo que sorprende, y hasta preocupa, es que no pueda saldarse. ¿Cuál es la postura frente al Fondo? ¿Qué hacemos? Y uno ve que hay dos posturas todo el tiempo.
APU: ¿No ve una posición unificada frente al Fondo? ¿Ve a Máximo Kirchner por un lado y a Alberto por otro con Guzmán?
D.G.: Creo que todos ven una parte de la realidad. La situación es muy difícil, no hay salida virtuosa. No es tan sencillo: no es que pagamos y vamos a estar bien. Vamos a tener al Fondo controlando cada tres meses. Los tipos se van a instalar acá. Ya lo vivió la Argentina, eso es el acuerdo con el Fondo. Y ese es el ajuste que reclaman. Después, hay que ver dónde se hace el ajuste. Hay que aumentar las reservas: ¿cómo se las aumenta? El Fondo va a decir o que hay que devaluar o que hay que aumentar las retenciones o hay que frenar los viajes al exterior. Va a ir condicionando. Ahora dicen que hay que subir la tasa de interés, por ejemplo. Para el ahorrista puede está bien pero para el empresario pyme… Entonces, eso atenta contra el crecimiento. Lo que quiero decir es que el acuerdo con el Fondo, que acá lo va a aplaudir el establishment y la oposición lo va a votar, va a generar al principio más inflación y menor crecimiento. Y eso Cristina y Máximo lo tienen claro y pareciera que Alberto y Guzmán lo minimizan. Porque lo otro es seguir con la lengua afuera, como estamos ahora, con los dólares en el Banco Central que no alcanzan para financiar las importaciones, para financiar el crecimiento. Está esa disyuntiva, no hay salida virtuosa. Pero lo difícil es que dos años después no hay una política común. Inclusive cuando convocaron en la Plaza ¿cuál era la consigna? Cuando se la escuchaba a Cristina y la consigna era “qué glorioso que fueron aquellos años” y “yo no creo nada de lo del Fondo”. Entonces, la consigna del presente del 10 de diciembre de Cristina: ¿cuál fue?
APU: Esa recuperación del menemismo está en el Frente de Todos también . Se escucha “bueno, no fue todo malo en Menem”, “la convertibilidad ¿hasta dónde estuvo mal?”. Se ha visto eso en el ministro Kulfas por ejemplo.
D.G.: Creo que se explica porque tenemos un problema de inflación que se viene haciendo crónico. Ese problema de inflación Néstor ya lo tuvo, Cristina ya lo tuvo… No se sentía tanto desde la base electoral del propio Frente de Todos, de gran parte de la sociedad, porque los salarios iban por arriba de la inflación. No es que no había inflación, había. La inflación era la mitad de la que hay ahora. A Cristina le costó la inflación. En parte, Macri gana porque había una inflación alta. Por muchos motivos gana, pero uno era que la inflación era un problema. Ahora estamos en el doble. Estamos en 50% interanual con las tarifas congeladas. Y tenemos al dólar creciendo a la mitad de la inflación. El año que viene el Fondo está diciendo “soltalo”. El problema de la inflación ahora es más grande porque se está tragando los salarios. Ahí hay una cuestión ambigua porque se está castigando a la base electoral del Frente de Todos, se está castigando, si se quiere, a los sectores más humildes, más allá de cómo piensen. Y al mismo tiempo, para el gobierno, esto no se dice, es una forma de licuar el gasto, porque las jubilaciones quedan detrás, porque el salario de los estatales quedan detrás. La inflación tiene cierto beneficio para el que sienta arriba del presupuesto como Martín Guzmán. Le permite ajustar a un costo que es como pegarse un tiro en el pie para un gobierno peronista.
APU: Tenemos acá nomás las elecciones y la paliza que tuvo el oficialismo, que tienen que ver con ese panorama que describió.
D.G.: Hoy vemos también que hay una situación, a la salida de la pandemia, donde uno va a algunos lugares, por lo menos acá en Capital Federal, y están llenos. Y en el verano vamos a ver que la gente sale. Esa recuperación que el gobierno está planteando, que Kulfas está planteando, que Guzmán está planteando: ¿es sólida, no es sólida? Genera mucho interrogante.
APU.: No pareciera que llegue a los lugares más postergados.
D.G.: Yo siempre me aferro a las cifras del Indec, hoy son un termómetro muy claro, inapelable. La verdad que cada informe del Indec es el argumento más fuerte para cuestionar al gobierno. Sin embargo, no es nada de lo que dice la oposición. Son las cifras de desocupación, son las cifras de pobreza, son las cifras de cuánto caen los salarios. Si esa realidad que muestra el Indec, se diera con Macri gobernando, por supuesto que el Frente de Todos estaría todo el tiempo hablando de esa realidad. En la oposición, casi que les resulta indiferente esa agenda. Entonces, es un tema que nadie termina de tomar como propio salvo algunos sectores minoritarios, alguna parte del Frente de Todos, algunos sectores de izquierda pero en general es un tema incómodo la caída y la pulverización de los ingresos. Cuando se habla de un acuerdo nacional: ¿acuerdo para qué? ¿acuerdo para convalidar este derrumbe del poder adquisitivo como si no hubiera pasado nada? ¿o acuerdo para recuperar esos ingresos?
APU: Usted hablaba antes de una disparidad dentro del Frente de Todos sobre el problema del Fondo. Que algunos dicen que puede ser muy grave y otros lo minimizan. ¿No pasó lo mismo en las PASO, que algún sector del gobierno llegó pensando que con la vacunación alcanzaba y que la gente iba a entender y otros venían anunciando hacía meses que la gente la estaba pasando muy mal, que no los iban a acompañar si no daban una señal, que estaban haciendo todo mal?
D.G.: Para decirlo esquemáticamente: el optimismo es albertista, el pesimismo es kirchnerista. Los pesimistas son los sectores identificados con el kirchnerismo, lo pueden decir más o menos públicamente. La unidad, se sabe, genera ciertos discursos, ciertas relaciones que se expresan en determinados momentos. Pero si se escuchaba a la gente ligada a Alberto, con la que yo hablo, todos decíam que iban a ganar las elecciones por primera vez en 16 años en la provincia de Buenos Aires (en una legislativa). Se creían haciendo historia y minimizando esa realidad social. Creo que hasta Kicillof fue tomado por ese discurso de que con la vacunación todo se podía. Cristina, Máximo, hasta diría Sergio Massa, veían la cuestión económica. Y ahora lo mismo, Alberto piensa que la salida con el Fondo va a ser virtuosa porque le va a permitir a él un anclaje. Y el kirchnerismo piensa más en los efectos nocivos que va a tener. Ahora, si como dice Cristina ir a un acuerdo con el Fondo va a tener un efecto nocivo. Entonces ¿qué hacemos? ¿le pagamos o no le pagamos? ¿buscamos otro esquema, otra dirección política?
APU: ¿Hay opción de no pagarle al Fondo?
D.G.: Evidentemente si se va a un acuerdo con el Fondo viene con condicionamientos. Creo que Guzmán hace un esfuerzo, está haciendo lo que puede en un contexto muy difícil, nadie quería agarrar ese ministerio, a veces Máximo mismo da señales confusas porque está aliado con Massa y... ¿con quién quieren reemplazar a Guzmán, con Redrado, que es el candidato de Massa? Por eso digo, todo es una gran confusión. Ahora, lo que plantean Alberto y Guzmán de que el acuerdo con el Fondo viene sin contra-indicaciones, sin ajuste, sin condicionamientos, sin devaluación, no existió nunca en la historia, sería la primera vez. Ahora la línea de Máximo y de Cristina de “queremos pagar a 20 años”, lo que dijo Cristina el otro día en la Plaza de “que el Fondo nos ayude a buscar la plata que se fugó” también parece inviable. No podés aprobar una ley de Presupuesto: ¿querés cambiar la arquitectura financiera global? ¿querés cambiar las leyes del Fondo? ¿con qué fuerza? Me parece que esa también es una de las preguntas.
APU: ¿Cómo se gobierna con un Congreso así, donde tienen tanta fuerza sectores opositores muy beligerantes?
D.G.: Creo que hay mucha pirotecnia en el Congreso y después todos hablan con todos y bajan los decibeles. Por eso, pienso que el entendimiento con el Fondo, si finalmente llega, la oposición lo va a votar mayoritariamente. Ahora, hay un plan que es el plan del Fondo. En algún momento lo escribí, el Fondo viene a disciplinar al sistema político. Este caos que vemos, este griterío, que Ritondo se mata con Negri, con De Loredo, con López Murphy. No se puede ordenar la oposición tampoco. Así como estamos diciendo que el Frente de Todos tiene diferencias profundas, la oposición en vez de decir “ahora ganamos y tenemos un proyecto claro” está totalmente confundida. Tiene un respaldo social amplio pero no está a la altura. ¿Qué quiere el Fondo? “Muchachos levanten todos la manos, como hace 20 años levantaron las manos para aplaudir el default, bueno ahora levanten las manos para decir vamos a pagar, vamos a ajustar, vamos a cuidar las reservas para pagarle a ustedes”. Eso es lo que quiere el Fondo, hay que ver si el plan del Fondo se puede ejecutar, si el sistema político se va a disciplinar de esa manera en su conjunto. Creo que ese es el plan del Fondo, que un poco Alberto comparte, que un poco Guzmán quisiera, pero no sé si el Fondo va a poder disciplinar al sistema político que a veces está jugando con fuego con estos números que decimos de la realidad social.
APU: Claro, si la gente se lo va a bancar. La entrada de Milei representa algo de eso, de ese descontento creciente con la política.
D.G.: Mi trabajo tiene que ver con la historia personal de cada uno. El 2001 yo no lo viví como un “nos asomamos al abismo”, “fue todo negativo”. “¿Cómo puede ser que los políticos no podían caminar por la calle?”. Y a mí un poco me gustaba que los políticos no pudieran caminar por la calle. Obviamente, es para festejar que haya un gobierno popular que tenga respaldo y que la gente vaya contenta a votar. Ahora, que también exista el escarmiento por parte de la sociedad me parece también bueno. Cuando yo hablo con políticos que hace 20 años eran protagonistas, piensan que la sociedad estaba equivocada en repudiarlos cómo los repudiaban. No se hacen cargo de que habían llevado a la sociedad a una decadencia muy profunda.
APU: ¿Se lo dijo Solá?
D.G.: Me lo dijo Solá, me lo dijo Freddy Storani. Lo dicen radicales, peronistas. Ellos no se consideran una casta. Hay gente que valora mucho a los políticos, yo los respeto, pero no entiendo por qué hay que respetar o venerar más a un político que a un tipo que se levanta todos los días a las cinco de la mañana y va a laburar por dos mangos y hace malabares para llegar a fin de mes. ¿Por qué un político tiene más valor si es un privilegiado? Obviamente, la política es la herramienta de transformación. Ahora, que la clase política sienta la respiración en la nuca de la sociedad, del pueblo, más allá de los distintos sectores a mí un poco me gusta. Hoy Milei canaliza ese malestar. Milei también le habla al establishment, porque trabaja para ellos, pero también le habla a una parte de la juventud precarizada.