Las series y su educación sobre el consumo de drogas
Por Marina Jiménez Conde
El reciente episodio con la cocaína adulterada con carfentanilo y las muertes ocasionadas ha traído a escena uno de los temas tabú de nuestra sociedad como lo es el consumo de drogas. Cabe preguntarse, entonces, por la forma en la que los medios de comunicación han representado el tema, lo que, frente al silencio y desconocimiento generalizado que impera sobre esta cuestión, se vuelve una de las pocas fuentes a las que el común de la población tiene acceso.
Así como Breaking Bad ha dado a conocer la metanfetamina y ha hecho mundialmente célebre el cristal azul y el clásico celeste fluorescente resaltado en pantalla mientras nos hablaban de pureza química; Dopesick trae a la oxicodona y la historia detrás de cómo ese fármaco dio el puntapié inicial de la epidemia de opiáceos, que atraviesa Estados Unidos en la actualidad. Otro gran ejemplo es la serie del momento, Euphoria, que con una gran actuación de la actriz Zendaya muestra el lado más crudo de las adicciones, exhibiendo varias drogas como el éxtasis, la MDPV comúnmente llamada droga caníbal, el Adderall y otro analgésico derivado de los opiáceos como el Vicodin.
En uno de los capítulos aparece el ahora “famoso” fentanilo, señalado en una de las hipótesis para explicar las muertes por la cocaína adulterada. Ver a Rue (Zendaya) decirle a dios “por favor, no dejes que muera esta noche” cuando toma una pequeña gota de fentanilo hace comprender rápidamente su peligrosidad. Lo positivo de Euphoria es que educa en varios sentidos y toca temas como salud mental y depresión. Además, muestra el consumo, tanto en su uso recreativo y en su abuso, exponiendo el lado B de éste, con el impacto que genera en las familias cuando parece que el usuario no tiene la menor intención de dejar de consumir.
De forma complementaria, existe un gran caudal de producciones dedicadas a la otra pata del consumo -la producción y distribución de drogas en el mercado ilegal-. Allí resaltan las series de “narcos” donde lo que se muestra se hace desde un lado contradictorio: por un lado, se busca criticar todo ese mundo, pero, por otro, se genera cierto reconocimiento en favor de la picardía, inteligencia y demás características con las que se construyen a los principales personajes. La hipótesis de la cocaína adulterada como un sabotaje entre bandas, ¿no es algo que vimos y aprendimos en esas mismas series de televisión? Por supuesto, la cantidad de muertos, que subía y subía en las primeras horas, daba a pensar, que nadie que tuviera ese “negocio” fuera a querer generar ese efecto.
Lo que se observa en los países centrales es el uso creciente de opiáceos sintéticos -desarrollados en laboratorios de forma artificial- cada vez más potentes. Sin embargo, el presidente de la Asociación de Reducción de Daños de Argentina (ARDA), Gustavo Zbuczynski, señala en diálogo con AGENCIA PACO URONDO que en Argentina “los opiáceos no son sustancias de consumo masivo”, aunque asegura que eso no quiere decir que ese tipo de consumo “no exista”. Para el psicólogo lo que ocurrió fue “una intoxicación por adulteración de una sustancia de consumo habitual como la cocaína” y remarcó que no se trata de “un problema de sustancias” sino de “un problema de políticas públicas”.
Tal como sucede en otros temas igual de tabúes, como lo es el sexo -Sex Education es otro gran ejemplo-, que no son abordados adecuadamente ni por las familias ni por el Estado, aparecen los medios de comunicación para mediar entre el desconocimiento y la realidad. El peligro es obvio, y producciones como El Marginal, con representaciones que distan de lo que sucede y con la siempre bien utilizada excusa de “es ficción”, dan cuenta de esto.
Sin ir más lejos, las mismas series de narcos, además de generar la idea de que todo es corruptible, llevan al extremo los estereotipos. Todos ejemplos que hacen necesario repensar estas cuestiones porque se sabe que no se puede apelar a la responsabilidad social de las empresas de comunicación cuando su monetización está en juego.
De nuevo, para Zbuczynski el problema parte de “entender las políticas públicas desde una mirada moralista y pacata” que hace que por “la legislación de drogas” vigente en nuestro país “dar información sobre este tipo de cuestiones” es equivalente a estar haciendo “apología del delito.” De esta manera, los usuarios de estupefacientes terminan siendo privados de “la información necesaria, avalada científicamente, para que ellos puedan tomar decisiones más acertadas”.
El hecho de que, cuando surja una lamentable noticia de muertes por consumo de drogas, el conocimiento al que se pueda apelar para entender la situación venga de las series de televisión, y no de otro tipo de conocimiento más precisos, habla más de la negación de las sociedades con el tema que de la experticia de los medios de comunicación. En otras palabras, dime quién te educa y te diré qué tipo de sociedad eres. “La única forma de parar esta situación es cambiando las políticas de drogas y haciendo políticas de reducción de daños”, concluyó Zbuczynski.