Entrevista a la pintora Marina Troilo: “El gusto es limitado y también nos limita”
Por Dani Mundo | Ilustración: Marina Troilo
Me cuesta mucho escribir sobre las pinturas que me gustan. No es exactamente que esas imágenes sobre las que no puedo escribir me gusten y nada más, me gustan porque provocan cosas en mí. Cosas que me gustan y cosas que no me gustan —más lo segundo que lo primero, de hecho. Al fin y al cabo soy un iconoclasta rodeado de imágenes y devoto de algunos pintores. La última pintora que descubrí es argentina, dice que es amateur y pinta con óleo escenas oníricas que no pueden definirse (que por lo menos yo no puedo definir). Se llama Marina Troilo. Recibió a APU en su taller que es, a la vez, su casa.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Creés que sos una pintora amateur? ¿Cuándo o cómo dejarías de serlo?
Marina Troilo: Nombrarme como pintora me cuesta porque es algo que hice siempre, de manera intermitente, no es un oficio al que me dedico como se dedican otras personas. Te diría que lo de amateur es cierto en la medida que soy una aprendiz. Ahora que te digo esto, pienso que por el tipo de proceso que realizo al pintar, quizás no sea muy conveniente creer que uno llegó a un punto donde “ya sabe” cómo se hace, esa idea obtura nuevos encuentros. Es un arte experimental, entonces creo que dejar de ser aprendiz puede ser un obstáculo.
APU: ¿Hay un método o una técnica para pintar como pintás?
M.T.: Algo que estoy aprendiendo en el taller de Helena Distéfano, es que la técnica no hace al cuadro, aunque haya alguna técnica que pueda tenerse en cuenta para pintar. Pero no es eso exactamente lo que le da a un cuadro la vida que tiene. Siempre me gustó la pintura abstracta y hace unos años, en una muestra, conocí unas pinturas en las que encontré algo diferente. Así supe que había un movimiento que se llama esencialismo, fundado por Heriberto Zorrilla y Helena Distefano.
Decir que no hay una técnica, podría nombrarlo también como que no hay una idea previa desde la que parto para hacer un cuadro. Se puede empezar haciendo manchas, trazos, líneas, un punto, etc., pero te diría que es algo que empiezo hacer sin la intención de que quiero llegar a cierto lugar. Al mismo tiempo que te digo esto, pienso que es un proceso que estoy aprendiendo y que también me cuesta mucho, porque despojarse de las intenciones y de lo que se quiere, es bastante difícil. O al menos para mí es difícil, en ciertos momentos. Por eso la presencia de Helena es para mí importante, aunque muchas veces no entendí lo que me proponía e insistí con saber algo que de a poco voy comprendiendo de otra forma. Yo estoy comenzando -aunque haya pintado siempre-, quizás, y seguramente, lo que diga sea limitado respecto de lo que podrían llegar a decir los maestros.
APU -¿Qué buscás cuando pintás? ¿Buscás algo?
M.T.: Busco pintar. Solo eso. Y si en algún momento busco que el cuadro me guste, lo arruino, porque empiezo a querer generar un efecto desde la intención, y en esa búsqueda fuerzo que quede lindo, que sea armónico, etc. No digo que los cuadros no me gusten o no me tengan que gustar, pero pintar solamente para eso entendí que es una reducción y una limitación al momento de pintar.
Aunque no busque algo, pintar se está volviendo para mí no solo necesario, sino la posibilidad de encontrar algo. Como se trata de un proceso, pierdo cosas que me gustaban, encuentro otras que no había imaginado ni calculado y lo que más me está gustando es que, a veces, un cuadro me gusta muchos días después. Lo diría de esta manera, es como si se hubiera invertido algo; de buscar que me guste a encontrar que después de un tiempo, comenzara a generarme algo y, a veces, hasta llego a quererlos. Creo que hay algo del tiempo que es fundamental, como si el tiempo funcionara como una distancia y lo que inicialmente me parecía una cosa se modifica y me modifica también, porque pasado un tiempo no me reconozco como habiendo sido yo la que lo pintó. Creo que se trata de lo que te decía al principio, que para mí pintar se trata de ir perdiendo algo que no sé qué es, pero que me entusiasma que sea así.
APU: Me quedé enganchado en esta idea, que arruinás el cuadro si querés pintar lo que te gusta. Como si para pintar hubiera que deshacerse de los propios gustos. Como si evitaras la sensación de reconciliación, de identificación, que siempre es una trampa, no sé si me explico…
M.T.: Tal cual, eso lo aprendí con Helena, quien una vez me hizo saber que mi gusto tenía una limitación y que era limitado porque se ajustaba a algo muy puntual mío. En la intención de querer que el resultado me guste, varias veces se produce una modificación que creo que elimina o intenta controlar que con eso que uno hace, suceda algo que no es calculado por uno. Me explico mejor, si yo solo busco que me guste, seguramente pinte siempre lo mismo o termine reduciéndolo a eso. El gusto de alguna manera es limitado y también nos limita. Me pasó en varias oportunidades que cuadros que a mí no me generaban nada a otros sí. Entonces ¿Por qué buscar producir un efecto lindo? Quizás, para quedarme tranquila y que no aparezca eso que podría sorprenderme a mí también. Creo que en este momento estoy más despojada de eso, y empecé a disfrutar de otro modo, aunque me alegra terminar un cuadro y sentir que el trabajo fue el mejor que pude hacer.
APU: Por lo que veo en las redes, tus pinturas suscitan mucho interés, recibís aliento, elogios, te las quieren comprar ¿a qué se debe, para vos, este entusiasmo?
M.T.: Honestamente, no tengo la menor idea. Posteo las fotos de los cuadros, porque es una forma de compartir lo que hago y lo que me gusta, como también posteo reseñas de libros, por ejemplo. Me daría mucho pudor decir algo sobre eso. El efecto nunca sabemos qué lo produce, lo tomo con sorpresa, y lo recibo contenta. ¡Hasta te diría que prefiero no saber a qué se debe!
APU: Voy a cometer uno de los peores pecados que un espectador puede cometer, voy a interpretar. Un poco nada más. Yo percibo algo abismático en tus imágenes. Traumático. Percibo también tu inclinación hacia el azul. En la ecuación: azul + abismo a mí me da océano. Algo más que océano: océano profundo donde todavía no todo es oscuridad. Tal vez estemos hablando del inconsciente. ¿Estoy diciendo cualquier cosa?
M.T.: ¡Para nada! Interpretar no está mal, de hecho, es cierto que uso el azul prioritariamente. Me gusta mucho, sobre todo el azul de Prusia, que es con el que pinto casi siempre y con el que me siento más cómoda. Hace un tiempo había intentado pintar con otros colores y en la mitad del cuadro di marcha atrás y agarré el azul, con necesidad. Te diría que estoy agarrada de ese color. Los azules son colores que encontramos en la naturaleza, en el cielo, en el mar, en los ríos, quizás por eso la resonancia con algo marítimo. Y la asociación que haces al inconsciente no es casual, porque se suele usar también como metáfora.
Respecto de lo traumático me gusta que lo menciones, porque no se trata de pintar una escena que fue traumática, eso sería una posibilidad que, en mí, no la encuentro. Sí, hay algo de una forma de expresión que encuentro con los colores que no podría decirlo con alguna palabra. En ese sentido, la pintura me funciona como un armado de escenas que no usa las palabras y sin embargo algo dice, o hace decir al que mira.
Hace un tiempo soñé con un color, con el amarillo ocre. Cuando me desperté me causó gracia porque los colores están formando parte de mi vida, incluso en un lugar donde no pienso.