Una mirada contemporánea a 100 años del lanzamiento de "The Waste Land", de T. S. Eliot
Por Marx Bauzá | Ilustración: Marx Bauzá
Me parece pertinente releer la obra de T. S. Eliot a cien años de la aparición de su famoso poema The Waste Land.
Estaba pensando en Umberto Eco y su reverberante frase célebre "Traduttore Traditore", es decir aquella que señala que en toda traducción hay una traición. Me quedé pensando en esto al recordar el también popular libro de Lewis Carroll, Alice in Wonderland (1865), que fuera traducido al español como Alicia en el País de las Maravillas, siendo que podría haberse traducido también como Alicia en la tierra de las preguntas. Por ende viene a mí la idea si hubiera sido posible que el autor nos haya estado hablando de múltiples otros temas en su título. En sus múltiples acepciones la palabra waste podría hablarnos de un verbo relacionado con la pérdida. Lo cual cambiaría totalmente el sentido de sus palabras.
Imaginemos si lo hubiera traducido como El lugar de la pérdida. Podríamos continuar con esta aseveración observando las múltiples lecturas que ofrece Eliot. Ahora pensemos en otra acepción; aquello que nos lleva a pensar en los desperdicios o basura que los humanos dejamos por doquier degradando la belleza del paisaje. La tierra del desperdicio o el sitio donde se acumula la basura.
Proyectemos eso al presente y pensemos en la deuda que tenemos como humanos ante el ambiente. Quizás todas esas capas de sentido simplemente estuvieron siempre allí, ocultas a la mirada del hombre simple, esperando ser develadas a la vista o reveladas como una imagen fotográfica que señala nuestros errores como especie.
Yuxtaposiciones de sentido que afloran paso a paso mientras recorremos las ciudades o campos y observamos la degradación de lo bello, entendido esto como un llamado a la reflexión sobre nuestros actos e inacciones. ¿Hasta cuando vamos a perder el tiempo precioso que nos da la vida? ¿Hasta cuando vamos a quedarnos de brazos cruzados ante la destrucción de la naturaleza y el no uso sustentable de los recursos?
¿Puede un poema centenario invocar tantas cosas dentro nuestro? Yo pienso que sí. Más si leemos las notas al pie del autor donde parece hablarle a la humanidad con citas que van desde Safo hasta el budismo zen.
¿Será que este poema fue lanzado al futuro para ser leído de múltiples formas, o será simplemente la tierra baldía evocada por sus primeros traductores? Preguntas que me hago mientras pienso en las malezas que crecen en mi jardín, como evocando la dulzura de las horas nobles.
¿Será que Abril no es ya el único mes cruel? ¿Será que el tiempo que nos queda es cada vez menor como especie? ¿Será que un día volverán a brotar las lilas de la tierra muerta donde yacen apenas sentidos unívocos? ¿Será que la poesía evoca y provoca connotando y denotando ideas para el porvenir? ¿Será que el eros de Safo vuelve como en olas a través de los bodisatvas y santos del mundo en estado de gracia? ¿O estamos predestinados a perecer como especie?
Imagino, querido lector o lectora, que estará preguntándose ésta u otras maravillas que esconde la literatura inglesa y la necesidad de mirar las cosas desde una cosmovisión que atraviese el todo como el logos griego, no ya como podría señalarlo Heidegger en su dassein sino quizás con la mirada de Rodolfo Kusch que nos invita a Estar en armonía con la vida, en lugar de Ser y consumir sin pensar las consecuencias como si viviésemos a principios de siglo XX, apenas unos años antes de las guerras mundiales o la crisis desatada por el capitalismo.
Pensar esta y otras cuestiones es menester. Es tarea de la poesía sembrar preguntas o sugerir posibles respuestas a todas las inquietudes humanas. ¿No creen?