Lawfare y vagancia intelectual
El concepto lawfare, guerra jurídica, fue descripto y popularizado por el General de División retirado Charles Dunlap Jr., de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, en el año 2001. En el año 2016, el profesor de la Universidad de Derecho de Arizona, que fue abogado del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, Orde F. Kittrie, publicó el libro “Lawfare: a law as a weapon of war” (Guerra jurídica: la ley como un arma de guerra). Kittrie también publicó en el año 2010 un artículo titulado “Lawfare and U.S. National Security”, en el que describió las tácticas de Lawfare contra Irán, sugirió el uso de la causa AMIA para ello, describió los ataques judiciales contra empresas que mantuvieran vínculos comerciales con empresas iraníes, argumento utilizado para no llenarle el tanque al avión venezolano. Existe material teórico sobre lawfare, el concepto fue desarrollado en Estados Unidos, las tácticas de aplicación fueron descriptas por abogados involucrados en los planes militares y geo-políticos de los Estados Unidos. Afirmar, como hizo Marcos Novaro desde Clarín (en la foto es el hombre sonriente al lado de Mauricio Macri), “que el discurso sobre el lawfare es una fantasía conspiranoica”, sólo puede ser fruto de la vagancia intelectual.
Así como el concepto de lawfare fue acunado en los Estados Unidos, producto de las limitaciones que las Convenciones Internacionales ponían a su voluntad de bombardear toda Afganistán, la difusión del término en América Latina se la debemos a la defensa del expresidente brasilero, Luiz Inácio Lula da Silva, después que se encontraran con el libro de Kittrie. En 2016 fue la primera vez que la defensa usó el término. En el año 2018 Valeska Teixeira y Cristiano Zanin, abogados de Lula, participaron del Encuentro Nacional de Judiciales, donde anticiparon conceptos del libro que publicarían al año siguiente (En la foto siguiente se los puede observar junto a la diputada Vanesa Siley). En 2019 Teixeira y Zanin, junto con Rafael Valim, publicaron el libro Lawfare: uma introdução, publicado en Argentina como “Lawfare. La guerra jurídica”. En Argentina también fue publicado el excelente libro de Gabriel Chamorro, “Lawfare o la continuación de la política por otros medios”, con prólogo de Pedro Brieger. Así que la afirmación de que el lawfare es una fantasía, sólo puede ser realizada por ignorancia, mala voluntad o complicidad.
En América Latina, muchas veces, se considera que el lawfare es la judicialización de la política y no se trata de ello. El término lawfare, guerra jurídica, es utilizado por militares porque se utiliza el campo jurídico, como campo de batalla, utilizando el derecho como arma, pero siguiendo la lógica de la guerra, es una operación militar el lawfare. Por lo tanto, es preciso entender la lógica militar, para poder realizar una lectura correcta del lawfare, anticipar movimientos, y poder realizar una lectura de conjunto, a partir de las diversas acciones realizadas. Es lo que enseñan los abogados del Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
Decir que vincular denuncias contra líderes populares, con acciones de miembros del poder judicial y coberturas mediáticas, sería producto de fantasías conspiranoicas, sería tratar de conspiranoicos a los propios abogados de la Marina de los Estados Unidos, profesores de Inteligencia y Seguridad Nacional, como el Dr. Gregory P. Noone, Director del Programa de Inteligencia y Seguridad Nacional de la Universidad Estatal de Fairmont, autor de “Lawfare or Strategic Comunications?”, en el que cuestiona si habría que hablar de guerra jurídica o de estrategias de comunicación. Ese texto hace parte de una serie de textos sobre lawfare, producto de una jornada sobre el asunto organizada por la Case Western Reserve University, fundada en Houston en 1826. Material sobre el tema existe, quien sabe en la George Washington University, donde Novaro estudió y Jaime Durán Barba es profesor, ese tipo de materiales no se difundan. Pero siempre existe Google.
Principios de la guerra
Existen dos grandes teóricos militares: Sun Tzu y Carl von Clausewitz. El título del libro de Chamorro hace referencia al teórico militar prusiano, quien escribió que la guerra era la continuidad de la política por otra vía. Foucault, lector de Clausewitz, cuestionó si no era la política la continuación de la guerra por otra vía. Nosotros latinoamericanos deberíamos preguntarnos. ¿Qué fue primero la guerra o el Estado? Clausewitz nos dice que la guerra se trata de imponer una voluntad sobre la otra. Nos va a decir que no se trata sólo de la fuerza física, cinética, cuanto también juega la fuerza moral, tan o más importante que la fuerza física, y que el objetivo de la guerra es desarmar al enemigo, acabar con sus recursos para que no pueda oponer resistencia. Las guerras cuestan caro, en términos económicos y políticos. El lawfare es mucho más barato y también es efectivo. Y cuando no, existe la posibilidad de la intervención abierta, como pasó en Bolivia.
Sun Tzu aconseja a quien quiera ir a la guerra, que antes debe evaluar la fuerza moral, el apoyo, con el que cuenta el general enemigo. Debilitar ese apoyo, es fundamental para conseguir imponer la voluntad deseada. Las acciones que buscan desmoralizar al enemigo, eran conocidas como guerra psicológica, pero como la guerra es algo que se busca silenciar, ahora son llamadas de operaciones psicológicas. Negar la existencia de las mismas y las operaciones realizadas por diversos miembros de la OTAN en nuestra región, es vagancia, complicidad o protagonismo. Alcanza con ingresar al sitio de Edward Snowden, colocar PSYOPS, y acceder a los manuales de operaciones psicológicas desarrollados por Estados Unidos e Inglaterra, donde se describen actividades realizadas para fortalecer el colonialismo inglés sobre Malvinas o de la fuerza militar estadounidense, donde describe sobre la necesidad de identificar formadores de opinión, medios con credibilidad y cómo operar en redes sociales. En APU ya escribimos al respecto.
Visibilizar la guerra e identificar a los generales
Como señalamos, la guerra debe ser silenciada. Pregúntenle sino a quienes sobrevivieron a la guerra de Malvinas. Fue preciso que pasaran veinte años y un gobierno nacional y popular llegue al gobierno para que se les diera voz a quienes fueron a luchar a las islas, que se supiera de las torturas por las que pasaron, la falta de preparación de nuestras fuerzas para ir a la guerra. La guerra deja todo a la vista. Quién es quién, cómo actúan las personas frente a la muerte, la necesidad generalizada, aunque siempre existen quienes cumplen las cuatro comidas diarias aún en guerra. A un editorialista de Clarín le costó el puesto pronunciar la palabra evitada y decir que contra el gobierno de Cristina hicieron periodismo de guerra. ¿Cuál es el fin del periodismo de guerra? Operar sobre el estado anímico de las personas. Agitar, asustar, acciones que promueven conductas: ponen en movimiento, paralizan.
Como señalamos, el fenómeno del lawfare es un fenómeno regional. Es preciso reconocer también, que el presidente estadounidense no tiene más poder que Wall Street. El poder político estadounidense no consigue imponer su voluntad sobre el sistema financiero transnacional. El aparato militar estadounidense tiene intereses complementarios con los intereses financieros. La industria armamentística recibe financiamiento bancario para producir armas que el Estado compra. Estados Unidos destruye y atrás llegan organismos de financiamiento a dar créditos para la reconstrucción de las ciudades, que harán constructoras estadounidenses. Odebrecht era una de las principales constructoras en Irak antes de que Estados Unidos invadiera. José Zé Dirceu, con quien comienza el lawfare en Brasil, acostumbra recordar que Odebrecht estaba presente en una de cada cinco grandes obras en la región, junto con constructoras de Estados Unidos, China y Europa.
Durante el gobierno del PT el Estado brasilero financió la transnacionalización de empresas nacionales. El frigorífico brasilero JBL, con financiamiento del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), en 2008 se transformó en el mayor procesador de carne bovina del mundo. Un brasilero dueño de la Swift estadounidense, imaginen lo que produce. Odebrecht también pasó a operar en tierras del Tío Sam. Hasta 2018, la política brasilera, conforme la ley, era financiada en un 98% por el sector privado. Es innegable que Odebrecht contribuyó con las campañas del PT, contribuciones declaradas y que no, por lo que destruirla era fundamental. Recordemos el objetivo de la guerra: acabar con la capacidad de resistencia del enemigo. Por eso también se bloquean las cuentas bancarias de los abogados defensores, se busca dejar al enemigo sin defensa.
Un mismo procedimiento: la elección del campo judicial como terreno de acción, la elección de un tribunal en particular, el uso y mal uso de la ley, la violación del código procesal penal, la construcción de una narrativa inquisitorial, un riesgo que permite las excepciones, las violaciones del Estado de Derecho para evitar un mal mayor, la complicidad de todo aquel que mantenga vínculos con el enemigo. La violación de las leyes hace a la guerra. Según reconoce el propio Clausewitz: “La fuerza, para enfrentarse con la fuerza, recurre a las creaciones del arte y de la ciencia. Va acompañada de restricciones insignificantes, que es casi inútil mencionar, que se imponen por si mismas y son conocidas bajo el nombre de leyes y usos internacionales, pero que en realidad no debilitan su poder”.
Para quien busca imponer su voluntad, las leyes son restricciones insignificantes. La fuerza recurre a la creación, se sirve de la ciencia y el arte. Pensemos en el surgimiento del concepto de lawfare y del desarrollo militar: el lawfare surge como consecuencias del uso que la resistencia afgana hacía de las Convenciones Internacionales para que no sean bombardeadas poblaciones civiles. Pensemos entonces que esconderse entre esa población es garantía de no sufrir bombardeos, porque nadie quiere víctimas civiles. Pensemos entonces en el desarrollo de los drones, en la posibilidad de que el misil entre por la ventana y mate sólo a quienes estuviesen ahí dentro. Pensemos en la posibilidad de que se pueda ver las ventanas de cada edificio y Google Maps. Ese tipo de desarrollo tecnológico también recibe recursos de corporaciones transnacionales financieras. Es claro que es un problema mundial, que excede lo local.
Quiénes financian y para qué
Si como mencionamos, la táctica de la guerra jurídica, del lawfare, la observamos en Ecuador, Brasil, Bolivia, Argentina, por citar algunos ejemplos, el fenómeno no se puede explicar por Clarín y considerar que Héctor Magnetto es el cerebro por detrás del ataque. Los medios de comunicación locales tienen un interés compartido con los intereses transnacionales financieros que es: sáquenme al Estado del medio. El territorio a ocupar, es el Estado. ¿Para qué? Para sacarlo del medio de las relaciones comerciales y laborales y que sea cero o mínimo el monto a pagar por regulación administrativa. Internet le bajó el precio a los medios de comunicación. Las corporaciones transnacionales no necesitan pautar como antes con la televisión, actúan en las redes sociales, consiguen imponer agenda que los medios de comunicación se ven obligados a reproducir. La televisión es como pescar en el mar, pero internet permite apuntar directamente a la especie que se quiere pescar.
Durante el juicio por el Memorándum con Irán, la vicepresidenta Cristina Fernández mostró material que Fondos Financieros produjeron y difundieron para vincularla con el terrorismo islámico. Irán también sufre el lawfare y quien lo niegue es por ignorancia o por complicidad. Como publicamos en APU en 2018, cuando realizamos la traducción del artículo de Valeska Teixeira y Cristiano Zanin, “Lawfare militar, político, comercial y geopolítico”, Siemens sufrió consecuencias por vender sus productos a Irán. Los autores comentan el libro de Kittrie, recordemos, abogado del Departamento de Defensa, que reconoció y describió el lawfare contra Irán. “Después de negarse a respetar el embargo comercial decretado por los Estados Unidos a Irán, Simens pasó a ser blanco de procedimientos de investigación en diversos países del mundo, que terminaron en el pago de cantidades de miles de millones a título de multas e indemnizaciones. Independientemente que admitieron que ocurrieron prácticas indebidas, la motivación para deflagrar las investigaciones, según el autor, estaba ligada a la intención de los Estados Unidos de elevar la presión externa contra Irán – para atender a los intereses geopolíticos de aquel país”, señalaron Teixeira y Zanin.
Sobre fotos y procesos
El columnista de Clarín, que banaliza el fascismo y compara un concepto militar, desarrollado por militares y abogados de las fuerzas de seguridad nacional estadounidense, con un delirio como Los protocolos de los sabios de Sion, no puede negar conocer lo mínimo del Código Procesal Penal y lo básico de un sistema de justicia, por lo que la foto en la que se observa acusadores y jueces de un mismo proceso, jugando en campo de una de las partes interesadas en que Cristina Fernández sea condenada, por lo que preguntar prueba de qué es esa foto, es mala fe.
Uno podría desconocer que Novaro hizo una diplomatura en derecho y preguntarle si le gustaría ser juzgado por alguien que es amigo de quien lo acusa, sin que su respuesta sea determinante, ya que el hombre peca de ignorancia, por vagancia, y tiene mala voluntad, además de que su inteligencia no sobresale, viendo las comparaciones que establece. Pero por más que el hombre respondiese: no tengo problema, pueden ser hermanos, confío en el juez y nuestro sistema de justicia, nuestro Código Procesal Penal establece que un juez debe inhibirse de actuar si tiene amistad con alguna de las partes interesadas. La Constitución, las leyes, las reglas de juego, nos permiten realizar abstracciones, suposiciones, para pensar lo justo y lo injusto. Y es ahí donde uno pregunta: ¿Quién quiere ser juzgado por un juez que juega a la pelota con el fiscal en la quinta de quien se beneficia con la condena?
Sobre la ecuación que el autor realiza, equiparando el peronismo al fascismo y al nazismo, no sólo muestra una vez más el grado de su ignorancia y la composición social de su razonamiento, cuanto una nueva falta de respeto a las víctimas de esos procesos. Ni el nazismo ni el fascismo fueron víctimas y las víctimas del último genocidio fueron en su mayoría peronistas. Cuando al odio de clase se le suma la vagancia, se producen profesionales que destinan su vida a pensar el peronismo, buscando cuanto autor le sirva para justificar sus ataques, para “mostrarle” al mundo que es tan "malo" cuanto él dice. Como psicoanalista pensaría que se trata más de un amor reprimido, pero para Novaro el amor es ciego, así que creo que tampoco puede ver eso.
* El autor es Psicólogo, Periodista, Mg. en Literatura y miembro del Instituto Lawfare.