Teatro: “La Madonnita”, de Mauricio Kartun
Tardecita de domingo, esa hora inefable en la que empieza a ascender en la vida del solitario un regusto amargo y, por qué no, un poco depre, en el Complejo Teatral Ítaca te ofrecen un viaje de ida a una época que creemos lejanísima, pero que está a un pestañeo de nosotros. La obra se llama La Madonnita, es del gran Mauricio Kartun, y está dirigida por Malena Miramontes Boim, con actores de lujo como Fito Pérez, Natalia Pascale y Darío Serantes.
Trata de dos tipos marginales que comercian con la ilusión y el deseo de los hombres, a costa del cuerpo de una mujer. Es verano. ¿El lugar? Algún barrio del sur, alrededor de Parque Lezama. Ocurre hace un siglo, cuando esas zonas de la ciudad estaban plagadas de inmigrantes. El clima es de opresión. El pobre oprimiendo al marginal, el marginal oprimiendo al vecino. Al otro se lo mata, o por lo menos se lo desea matar. Matar parece un chiste.
El clima es de opresión. El pobre oprimiendo al marginal, el marginal oprimiendo al vecino. Al otro se lo mata, o por lo menos se lo desea matar. Matar parece un chiste.
Como ya sabemos, no hay género literario que esté más a la vanguardia a la hora de apropiarse de la nueva tecnología, desde la imprenta hasta internet, pasando por los daguerrotipos y los vhs, que la pornografía. La Madonnita no es una obra pornográfica o erótica, pero nos cuenta, en un estilo costumbrista —al que ya nos tiene acostumbrados su autor—, la vida de un fotógrafo de cuando la fotografía era un arte muy delicado y exclusivo, que sobrevive haciendo retratos de bautismos, casamientos y escenas pornográficas.
Invita a su estudio a una especie de lumpen bien vestido que es el que se encarga de comerciar esas imágenes que en aquella época arremolinaban y calentaban la cabecita de los caballeros. Se ve que el vendedor le viene pidiendo nuevas mercancías, porque hace meses que son las mismas imágenes. El fotógrafo, que es o se siente un artista, le va contando de a poco el problema al que se enfrenta: primero parece ser la luz, que él cuida como si fuera el ingrediente fundamental de su obra (y lo es, aunque hoy en la era de las selfies ni siquiera lo recordemos), pero al tiempo sabemos que el problema es que tuvo que echar al “negro” que acompañaba a la Madonitta en la montura del sketch erótico. Se habían enamorado, y el amor arruina el negocio. Hace meses que no se producía nada en su taller. Entonces el fotógrafo hace algo que en aquella época era más usual de lo que hoy somos capaz de admitirlo, ofrece a su mujer como prenda para que el comerciante se integre en el juego erótico.
La obra testimonia la desaparición de todo un mundo arrasado por los adelantos culturales y tecnológicos, un mundo cruel y salvaje en el que las mujeres, ciertas mujeres, tenían una vida de esclavas. Vale la pena darse una vuelta por esa sociedad que aparentemente ya no existe, pero que constituye el origen del que venimos.
La Madonnita se presenta los domingos a las 19:30 h en el Complejo Teatral Ítaca, Humahuaca 4027, CABA. Entradas por Alternativa Teatral