“La canoa de papel”: tratado de antropología teatral
Eugenio Barba escribió La canoa de papel, un tratado de antropología teatral, en el año 1992. Hoy la editorial Interzona, probablemente la editorial independiente argentina con la más interesante colección de teatro, traduce al español y pone en circulación esta obra en nuestro país.
Barba es un dramaturgo y director italiano que desarrolló prácticamente toda su carrera en Dinamarca y los países nórdicos. En 1964 fundó el Odin Teatret y en 1979 la Escuela Internacional de Antropología Teatral. Es una figura central en la escena teatral internacional. En el 2020 Interzona publicó Quemar la casa (2010), donde Barba recorre su vida contando cómo fue que llegó a dedicarse al teatro y qué papel cumple su profesión en su vida. Sus escritos no dejan nunca de ser tratados. Su tono, sutilmente poético. Su obra puede verse en conjunto como un manifiesto.
La canoa de papel es un libro el cual a simple vista podría ser leído como específicamente para actores y actrices, pero no lo es. Si bien se dedica especialmente a describir las formas en las que actores y actrices de diferentes culturas entrenan el cuerpo para el acto teatral, sus observaciones son muy iluminadoras en cuanto echan luz sobre cómo funciona el cuerpo en la vida cotidiana. El cuerpo de todos, el cuerpo de la normalidad. Las posturas, los impulsos, las energías. La Antropología Teatral es un estudio sobre el actor y para el actor. Y su tarea principal es rastrear ciertos principios que retornan, ciertos principios comunes pertenecientes a cada país y a cada tradición, de los que se sirven y sirvieron actores y actrices desde el comienzo de la disciplina. Maneras de moverse.
Dice: “Las técnicas cotidianas del cuerpo tienden a la comunicación, las del virtuosismo a provocar asombro. Las técnicas extracotidianas tienden, en cambio, hacia la información: estas, literalmente, ponen-en-forma al cuerpo volviéndolo artístico/artificial, pero creíble”. En base a esta premisa hace recorridos muy descriptivos para contar cómo se construye, según las distintas tradiciones y los distintos tiempos, el cuerpo extra-cotidiano, es decir el cuerpo que actúa. El fin último es quitarle al cuerpo la obviedad cotidiana, “para evitar que sea solo un cuerpo humano condenado a parecerse a sí mismo, a presentar y representar sólo a sí mismo”.
Las observaciones de Barba son muy iluminadoras en cuanto echan luz sobre cómo funciona el cuerpo en la vida cotidiana. El cuerpo de todos, el cuerpo de la normalidad. Las posturas, los impulsos, las energías.
En este libro hay cosas que no solemos leer en otras partes, porque no circulan: estudios sobre el teatro de Oriente con todas sus variantes y diversificaciones. A Barba le fascina el teatro de Oriente y toma muchos de sus ejercicios a la hora de entrenar a sus actores.
En sus análisis y reflexiones hay mucho de Vsévolod Meyerhold y Jerzy Grotowski, dos directores de teatro que trabajaron especialmente con la dimensión corporal. Meyerhold fue quien impulsó la biomecánica teatral y Grotowski es el autor de Hacia un teatro pobre (1968), obra que influyó mucho en el teatro moderno. De hecho, en el último capítulo de La canoa de papel, “Canoas, mariposas y un caballo”, hay una carta que Barba le escribió a Grotowski. Tanto en estos dos directores como en el mismo Eugenio Barba, adquiere especial importancia la relación actor-espectador.
Dice Barba: “(...) cada espectador, aun cuando no lo sepa, percibe a voces a través de las grandes lentes y a veces a través de las pequeñas de un binóculo imaginario. Observa el conjunto a distancia, luego es atraído por un detalle. La Antropología Teatral individualiza los principios que el actor debe poner en práctica para permitir esta danza de los sentidos y de la mente del espectador”.
La canoa de papel es un libro para actores y actrices pero también para espectadores y espectadoras asiduas. Para quien quiera conocer cómo se hace teatro en el hemisferio opuesto y para quien tenga interés en extrañar el cuerpo cotidiano, o por lo menos ser más consciente de la profunda automatización a la que está sometido, quizás hoy más que nunca. Al igual que Quemar la casa, es de muy amena lectura, aún en las partes más teóricas o descriptivas. Es un libro profundamente disfrutable, sensible y emocionante, como todo lo que escribe Eugenio Barba.
Aquí algunos fragmentos de “Apuntes para los perplejos (y para mí mismo)”, uno de los capítulos del libro:
“El tiempo decidirá el sentido y el valor de nuestras acciones”.
"En la edad de la memoria electrónica, el film y la reproducibilidad, el espectáculo teatral apela a la memoria viva del espectador, que no es museo sino metamorfosis”.
“La profesión es un país al que pertenecemos, patria electiva, sin confines geográficos”.
“Inventarse el propio sentido quiere decir saber cómo buscar el modo de encontrarlo”.
“A veces el camino más breve entre dos puntos es un arabesco”.