Transformer, de Lou Reed, cumplió 50 años

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Transformer, de Lou Reed, cumplió 50 años

12 Noviembre 2022

Un 8 de noviembre de 1972 veía la luz uno de los discos paradigmáticos de la historia del glam rock. Transformer, del excéntrico Lou Reed, llegaba a convulsionar la escena. Después de un primer intento fallido, considerablemente ignorado por la audiencia, el artista largaba su segundo disco solista. Fue de la mano del legendario David Bowie, quien ofició como productor, justo después de que este se consolidara en la cima con “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars”, su quinto disco de estudio.

Esta yunta colosal entre New York y Londres logró correr a Lou del lugar del hacedor de música para músicos, de influencia, del alimentador de vanguardias. Aunque “The Velvet Underground” fue sustancial en el desarrollo musical de los Rolling Stones, Bowie y demás (hecho reconocido por los mismos artistas), solo a partir de “Transformer” el neoyorquino logró conquistar un público masivo. La estrechez del vínculo con su productor asentó la estética de la época. La elegancia del británico embebió a Lou desde la armonía de sus arreglos hasta la definición de su imagen. El pelo platinado, los labios, ojos y uñas negras: ambigüedad y androginia llegaron para quedarse. 

Transformer fue el mascarón de proa de los rotos y descosidos del momento. Con un sonido menos experimental que con su época warholista de “The Velvet Underground”, el músico narra la vida urbana de la Nueva York de los 70’. Pero esta ciudad no era la misma para todos sus habitantes. Y Lou Reed no era el vocero precisamente de la parte esperanzada. Más bien, fue el catalizador de los jóvenes frustrados políticamente, rozantes de la marginalidad, la sordidez y la adicción. Las letras del disco abordan problemáticas tabú, como la prostitución, los dealers, los drogadictos, la transexualidad y el transformismo que frecuentaba desde la Factory de Warhol. En “Walk on the wild side” retrata el lado B de esos personajes pintorescos, evocando con sarcasmo alegre la violencia que habían tenido que sufrir hasta llegar ahí. Las historias de superación que relata el autor, dan cuenta de la crueldad y la intolerancia de ese mundo.

Al mismo tiempo que Nixon intentaba negociar el fin de la guerra con los vietnamitas, Reed esquivaba misteriosamente la censura cantando sus viajes de heroína (como en la gran balada “Perfect Day”). Esas negociaciones terminarían en los Acuerdos de Paz de París, que finalizaron la intervención militar de Estados Unidos en Vietnam. La rutina de Nueva York se ve condimentada por el comienzo de la caída del estado de bienestar norteamericano. La situación económica era dramática, debido a las consecuencias del “Shock de Nixon” que suspendía la convertibilidad entre el dólar estadounidense y el oro. Por supuesto, la recesión económica y la reacción tumultuosa de Wall Street frente a esta serie de reformas, no dejaría impávida a la sociedad. 

Y el público de Lou lejos estaba de la ingenuidad colorida y pacifista de los hippies. Él era el representante del sector cada vez más grande y decrépito que se generaba por la descomposición social que dejaba la guerra. Sus intervenciones, presentaciones en vivo y declaraciones, escandalizaban a la burguesía local. Aunque Bowie logró suavizar en gran medida la dureza que arrastraba desde Velvet, el músico conservó igualmente un realismo cuasi cínico. Esto y mucho más es lo que deja ver en las letras que recorren las calles, los antros y los suburbios de su ciudad. Porque si algo se puede decir de Lou, es que era un neoyorquino de pura cepa. 

Mientras tanto en Argentina, Sui Generis sacaba su primer álbum, “Vida”. En el Luna Park y ante 10 mil personas, se presentaban Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll, Color Humano, Pescado Rabioso, Litto Nebbia y Pappo’s Blue’s. En mayo, se había muerto Tanguito. Se empezaba a formar el caldo de cultivo en el que se desplegaría Virus, una década después. Otra banda que si bien se impuso con su originalidad y sonido transgresor, tendrá designado un capítulo posterior al respecto de la apertura sexual, la homo y transexualidad, el sarcasmo y la estética glamurosa. Sin embargo, más allá de tocar las mismas temáticas, Lou tenía un enfoque más punk y depresivo, mientras que Virus arremetió desde el placer y el hedonismo.

Transformer es un disco lúcido, atrevido, sensual. Una pieza que exactamente medio siglo después sigue sonando fresca y vigente en su totalidad. Aún para una generación está cada vez más desacostumbrada a escuchar discos de cabo a rabo, atraída por la fugacidad de los singles. A modo de despedida, no hay mejor remembranza que la que escribió Laurie Anderson, su última esposa, cuando el músico falleció en 2013: “Larga vida a la belleza que desciende, perdura y se adentra en todos nosotros”.