Fracasamos porque no hicimos peronismo
En septiembre 2021, tras la derrota en las elecciones legislativas, desde AGENCIA PACO URONDO, señalábamos que el peronismo debía trabajar “con mucha mayor claridad sobre la agenda económica y social, la única primordial con un país con los indicadores actuales. Porque si el Frente de Todos no es el gobierno de la ´producción y el trabajo´, como prometió en la campaña de 2019, es lógico que la gente busque alternativas”.
La fenomenal paliza electoral de la Libertad Avanza al peronismo explica que estos señalamientos no fueron tomados en cuenta con la dimensión que se requería. 140% de inflación anual, trabajadores formales debajo de la línea de la pobreza, alimentos y energía cara, devaluaciones constantes. Estaba claro que el Gobierno no hizo una economía peronista.
En 2019, el peronismo celebraba el tacticismo de la elección de Alberto encabezando la fórmula presidencial. Sin embargo, el tacticismo de Cristina que permitió ganar las elecciones expuso también posteriormente la falta de claridad de un proyecto político y económico por parte de la conducción del peronismo. La compañera Cristina eligió a un dirigente socialdemócrata que llegó a declarar que no creía en los planes económicos y que admiraba a Raúl Alfonsín, un presidente que terminó su gobierno con una hiperinflación.
Lo que se vio en lo económico y social, lo fuimos señalando: “el impacto de la inflación, la más alta de los últimos treinta y dos años”, implico un notable ajuste sobre ingresos de los trabajadores formales e informales y perfiló un modelo económico que no satisface a nuestro Pueblo, que viene de ocho años de caída de su poder adquisitivo. Todo esto fue señalado durante cuatro años por el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno. El imaginario socialdemócrata y progresista (autopercibido de izquierda) de nuestra dirigencia nos llevo a una derrota aplastante y nos convoca a revisar los fundamentos teóricos de nuestra fuerza política para reorganizar al peronismo de cara a lo que viene.
Los tacticismos tienen límites. Si se hace un Gobierno que tiene la camiseta puesta del peronismo, pero en la praxis se tiene una visión económica conducida por Gabriel
Rubinstein (economista proveniente del Juntos por el Cambios) los resultados nunca van a ser buenos. Bajar las retenciones a los productos del complejo agroexportador impactó directamente sobre los precios de los alimentos de nuestras clases trabajadores. ¿Cómo íbamos a industrializar el país si nuestros obreros pagan a precios internacionales los alimentos y la energía? ¿Cómo vamos industrializar el país si dejamos de hacer costos? ¿Por qué nuestra base social iba a apoyar un gobierno que decía ser peronista pero que aplicaba la política económica de Juntos por el Cambios?
En este sentido, el fracaso de Massa y Alberto es también el fracaso de Cristina, que es la responsable política de la elección de los dirigentes que definieron la política económica del Frente de Todos. Esto abre una pequeña comparación histórica. Abelardo Ramos fundamentaba que existieron dos Julio Argentino Roca: el primero el que enfrentó al mitrismo y le cortó la cabeza representando los intereses de las provincias y el segundo Roca que en base a un tacticismo de supervivencia política acordó con Mitre y aceptó su política. A Cristina le cabe está analogía. La Cristina de 2007 no es la misma Cristina del 2019. Al igual que no fue el mismo Roca del 1880, que del 1898. El tacticismo y la habilidad política de ambos les permitió ganar elecciones, pero a costa de perder los fundamentos de sus bases sociales. Cristina termino fundando un Gobierno que tuvo como viceministro a Rubinstein.
Esta visión abre una mirada sobre la crisis teórica de nuestra fuerza que parece haber olvidado los fundamentos doctrinarios del peronismo. Parece que los peronistas en estos días leemos al economista Ha-Joon Chang o al filósofo Michel Foucault, pero no a Perón. El sectarismo, la división interna y la falta de comprensión de la unidad entendida no como un valor permanente sino como un tacticismo político meramente coyuntural se expuso claramente en las peleas internas de estos cuatros años. Queda lejos la visión del General que señalaba que “la más importante de las enseñanzas es la revelación de que los sectarismos no nos conducirán jamás a la liberación. Las diferencias de ideas son positivas en tanto estén abiertas a la confrontación sincera y honesta en busca de la verdad”.
Justicia social
Lo señalábamos ya en una nota de agosto de este año, pero nunca está de más volver a revisarlo. Releyendo el Modelo Argentino para el proyecto nacional de 1974 es posible encontrar las huellas del fracaso de estos cuatros años. Perón sostenía que es “imposible mantener una distribución socialmente aceptable si las decisiones económicas no acompañan a la política social que se desea imponer. Cuando la decisión económica sigue un patrón inadecuado, la distribución del ingreso queda subordinada al mismo, más de allá de los buenos deseos de cualquier gobierno. En consecuencia, lo que llamábamos Justicia Social también requiere para su materialización una efectiva participación del gobierno y una elevada eficiencia del mismo”.
A lo que habría que agregar que no puede “haber divorcio alguno entre el pensamiento y la acción mientras la sociedad y el hombre se enfrenten con la actual crisis de valores”. Además, entre muchas otras cosas más, Perón sostenía que “el proyecto final es del Pueblo y no de determinados gobiernos, ni minorías intelectuales".
Párrafo parte merece una lectura nuestra visión gorila de nuestros adversarios. Milei fue calificado por nuestra campaña como el candidato “por fuera de la democracia”. Nosotros estábamos dentro del sistema y Milei por fuera. Una acusación similar a la que hacia la Unión Democrática a Perón en el 45 cuando acusaba a Perón de “ser un coronel nazi fascista”. En ultima instancia pareceríamos haber olvidado que las categorías de izquierdas y derechas no expresaron nunca las fuentes doctrinarias del peronismo. La verdadera contradicción fue entre el nacionalismo peronista que buscaba la industrialización y el bloque oligárquico librecambista. El mundo se abre de vuelta a está discusión con Trump y Putin, sin embargo, la conducción del peronismo no comprendió correctamente esas categorías que expresan la contradicción entre globalistas y nacionalistas. Por eso, en ves de acusar a Milei de ser apátrida, lo acusábamos de ser de “ultraderecha”.
Ahora, lo que vienen son los pasos de Milei -en su visión anarcocapitalista- y el impacto de esas concepciones sobre nuestro Pueblo. Para enfrentarlo necesitamos antes revisar las causas que nos llevaron hasta acá. Volver a nuestras fuentes. Recuperar a un peronismo que trabaje por la grandeza de la Patria y la felicidad del Pueblo, porque difícilmente los conceptos anarcocapitalistas puedan ofrecerle felicidad a nuestro Pueblo y ahí estaremos nosotros para levantarlo. Volver a los principios y valores de la doctrina peronista y al pensamiento latinoamericano con sus raíces iberoamericanas.
El peronismo tiene que volver a ser el movimiento industrializador y distributivo que alguna vez fue, incluyendo la reflexión sobre cómo resolver el problema histórico de la restricción externa en la que se cae cada vez que se encara un programa así (la famosa falta de dólares). Es necesario ahí indagar en el Perón de 1952 y el Congreso de la productividad. Es clave resolver cómo se da un salto de productividad que permita al país transformar su matriz productiva. Ofrecer una economía para todo el Pueblo, donde Estado y sector privado no sean cuestiones antagónicas. En ese sentido, debe considerarse un acuerdo nacional con el sector agroexportador, que permita mantener retenciones a un nivel alto a cambio de un crecimiento sostenido de la productividad y de un manejo razonable y eficiente del Estado (puede explorarse en esa línea, la emisión de un bono en favor de los propietarios de las tierras más rentables del país, como propone el economista Guillermo Moreno, que permita resolver pérdidas debidas a cambios en los alquileres de esas mismas tierras).