De la diversidad de los “bordes” en los relatos de Marta Ortiz

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    Marta Ortiz
NARRATIVA

De la diversidad de los “bordes” en los relatos de Marta Ortiz

24 Noviembre 2024

En el borde (Alción, 2023) es un título que, al nombrar, significa. Significa un lugar, un espacio, un ámbito, que es el de la propia escritura.

Digámoslo así: la escritura bordea, hace borde, se vuelve fronteriza (border).

Por ello, separa tanto como une; opone, tanto como identifica. Una escritura fronteriza es una escritura donde las cosas se mezclan. Las cosas son y no son lo que son, aparecen, parecen, desaparecen.

El borde del título es ontológico -remite al ser de las cosas- pero también es simbólico: remite al lenguaje y sus formas. Por ello, el título expone las cuestiones dilemáticas con las que se enfrenta todo escritor, cualquier escritor, y que podrían resumirse de este modo: “¿y qué se hace ahora con esto?”... Donde “esto”, claramente, es el mundo, y “se hace” es escribirlo.

Lo cual supone una serie de problemas que son tanto conceptuales como prácticos, ya que esa pregunta pone en juego, por una parte, la cuestión de “la percepción” y por otra, la del lenguaje.

Porque estos relatos de Marta Ortiz, en su mera acaecer, nos obligan a preguntarnos: “¿qué percibimos?... ¿cómo percibimos?... ¿cuán fiable es nuestra percepción de las cosas?”...

Como nunca sabemos si “lo que percibimos” se corresponde “con lo que genera nuestra percepción”, si lo que vemos, oímos, sentimos es real o es puramente imaginario, si “estamos en presencia de personajes y eventos auténticos o todo transcurre en el terreno de lo fantástico u onírico”, los relatos transcurren sobre una indecibilidad ontológica que requiere de una correspondencia expresiva.

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Tapa En el borde

Por tal razón, estos cuentos se sitúan, además, en el borde de los géneros.

En el borde que separa -aunque conectándolos-, el dominio del relato realista y el dominio del relato fantástico.

La escritura de estos textos, también sinuosa y por lo mismo border, no opta por un modelo o por otro, por un género narrativo en desmedro o en contra de otro. Lo que hace, en todo caso, es hilvanar, “zurcir”, si se quiere, materias textuales, sustancias narrativas, para producir una suerte de collage genérico, en el que el realismo no es más que el reverso indispensable del fantástico, y la invención imaginaria un modo posible de simbolizar la realidad.

Todo lo cual está sostenido por una voz femenina que, al tiempo que narra, duda, vacila, se rectifica, tanto como disfruta y goza. De lo que mira, de lo que encuentra, de lo que imagina, tanto como del acto de contarlo, es decir, de escribirlo.

 Y que acaso por ello se permite bascular, libremente, entre el orden de la fantasía y de los sueños, y el de la más cruda realidad. Entre la percepción de estatuas decapitadas y extrañas metamorfosis, y el espectáculo de un niño que amaba jugar con soldaditos de plomo, hasta transformarse después en ese general que provocó una masacre de soldaditos reales, llamado Leopoldo Fortunato Galtieri.