“Con Don Cornelio éramos grandes inconscientes, pero de esa inconsciencia salieron todos esos diamantes”
Federico Gazharossian, bajista que ha formado parte de míticas bandas del rock argentino como Los Visitantes, Don Cornelio y la zona, Acorazado Potemkin, conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre sus clínicas, la docencia, la importancia del instrumento en la base musical, su trayectoria y la actualidad en Me darás mil hijos.
“En estos casi 40 años de experiencia que tengo con los graves, intento transmitir todo lo que aprendí para tratar de simplificar o allanar el camino a bajistas y también a diferentes tipos de instrumentistas. El armado de bases, el porqué de las notas, cómo tratar de llegar a un sonido propio”.
“El bajo es un instrumento que, con mucha gente con la que hablás, si falta no se da cuenta. No es algo a lo que puntualmente se le ponga mucha escucha, comparado con otros instrumentos. Pero vendría a ser como la sangre en el cuerpo humano, si no está, te das cuenta. En realidad, estudié más contrabajo, con el bajo fue todo más prueba y error”.
“En muchas líneas de la música popular o estilos, el que mantiene el ritmo es el contrabajo y un piano o guitarra criolla, cuando está haciendo la parte armónica. Ahí entramos en un brete, porque tenés que tener un tiempo muy bueno, sos el sostén de todo lo que es la melodía. Hay una cuestión con la rítmica que tenés que tener un tiempo muy preciso y mantenerlo sobre toda la canción”.
“Tuve alumnos que empezaron desde cero, después hay muchos que llegan a un punto de estancamiento y que no tienen otras ideas; ahí es donde trabajo mucho con todo lo que aprendí estudiando el contrabajo. Me dio bastantes recursos que abren otro mundo en la línea del bajo. Por ejemplo, el contrapunto, que es como otra melodía que está trabajando abajo de la melodía principal. Eso lo probé mucho en Potemkin e intuitivamente lo hice en Don Cornelio, también. Trabajo eso, básicamente con los alumnos: abrir el amperímetro musical, porque ahí es donde vos empezás a enriquecer más la música y suena como más grande. Escuchás y decís ‘estos tres tipos suenan como cuatro como cinco’, cambia todo”.
“Con Palo (Pandolfo) tuvimos una amistad muy grande y tocamos juntos casi 14 años, entre Don Cornelio y Los Visitantes. En el medio, durante dos años, con Los Locales, que era como la versión acústica de Los Visitantes (risas). Palo te venía con casi todo cocinado. En lo que era la línea del bajo, ahí sí metía a mano, también muchas veces me tiraba propuestas y onda, para cambiar y enriquecer el tema. Hay muchos temas que lo escribimos juntos porque hacíamos cadáveres exquisitos. Con él, y algunos temas que con Karina (Cohen). Para mí, fue una fuente de aprendizaje tocar al lado de él, aprendí mucho sobre la potencia de la palabra en la música. Lo que querés significar o resignificar con la palabra, la música lo tiene que apoyar”.
“Con los cornelios no nos vemos todos los días, pero siempre hubo contacto y estuvo todo bien. A veces, se habla como oscuridad en la música y me causa un poco de gracia porque nosotros, en el momento que lo hacíamos, no lo tomamos como oscuridad.
Era lo que nos salía, lo que queríamos decir o mostrar. Nos tomaban de darks, pero para nosotros era algo muy sanguíneo. Le pusimos a un disco Patria o muerte, que el significado muerte, aparte de ser un chiste al establishment de alguna manera, apuntaba a hacer la tuya, sea lo que sea, y eso es lo que yo siempre tomé como lo que quería transmitir en el punk”.
“Que se haya publicado el libro de Santiago, que me parece increíble como lo escribió y lo muestra, la aparición de la peli, el documental, marca que tan equivocados no estábamos. Aparte, se nota esa energía. Reconozco que con Don Cornelio éramos grandes inconscientes, pero de esa inconsciencia salieron todos esos diamantes”.
“(Con respecto al éxito de “Ella vendrá”) Fue muy raro. Nosotros teníamos 20, 21 años, no estábamos acostumbrados a eso ni lo esperábamos, en realidad. Los cornelios estábamos en una coincidencia completa en todo cuando nos pasaba todo eso. Viajabas en colectivo y escuchabas ‘Ella vendrá’. No en uno, en 15. Un poco nos quemó el bocho, no por nada, en la última época entre 88 y el 89, Palo cantaba ‘ella morirá’ (risas)”.
“En el simple que armaba la compañía para difusión, el tema estaba como lado B, pero bueno, tenía un estribillo muy pegadizo. Para mí, siempre fue corte, ese tema. Aparte del significado de la letra que es como muy positiva, algo que vendrá, que estás esperando con deseo y amor, estaba la melodía, había un combo que te cerraba todo junto”.
“La Negra Poli nos lleva a la Rock and Pop cuando estaba en la calle Belgrano, nos presenta y dejamos un cassette con un demo. Ellos nos van a ver en el show que yo debutó en Don Cornelio. Ahí lo llaman a Claudio (Fernández) por la batería electrónica y después a mí me invitan a ser el asistente de escenario en la presentación de Oktubre.
A mí me encantaban, Los Redondos, en esa época. Es más, el Indio me regaló un dibujo suyo y me quedaba noches mirándo álbumes de fotos de Skay. Muy buena gente”.
“Con Mil hijos entramos a grabar otro tema nuevo. La idea era terminar de hacer tres o cuatro temas más y grabarlos. Nos juntamos un día, grabamos, mezclamos y lo sacamos. A veces nos está llevando dos o tres meses, porque es una banda muy numerosa, somos 11 y juntar 11 energías a veces es una cosa bastante burocrática de tramitar. En esta etapa nueva, tomamos esta decisión de sacar temas nuevos y tratar de presentarlos”.
“No fue difícil (desarmar Acorazado Potemkin) porque nosotros siempre fuimos muy claros y directos entre nosotros. La banda tenía como 14 años encima y ensayaba siempre dos veces por semana, en una época, tres. Hubo un momento que nos sentíamos estancados y tomar la decisión de parar un poco y repensarnos. Nos queda una buena relación entre nosotros, al ser claros todo no se meten cosas raras”.
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