Hay una puerta ahí: amistad y eutanasia con un océano de por medio

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Hay una puerta ahí: amistad y eutanasia con un océano de por medio

21 Febrero 2025

El 23 de febrero se estrena en nuestro país Hay una puerta ahí, coproducción uruguaya y española que a lo largo de poco más de una hora se propone generar debates alrededor no sólo de la eutanasia sino, en general, de la muerte digna. El documental, a cargo de Mueca Films -los hermanos Francisco y Juan Ponce de León-, narra la formación de una amistad entre dos hombres mientras uno acompaña al otro en sus últimos momentos de vida.

Fernando Sureda fue gerente de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Si bien padecía la enfermedad desde dos años antes, en 2018 le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Inició su lucha por legalizar la eutanasia y, en ese camino, a fines de 2019 -cuando sólo tenía paralizadas las piernas- tuvo un encuentro virtual con Enric Benito, médico español especializado en cuidados paliativos. Su interacción trascendió fronteras digitales y culturales, consolidando una relación a medida que dialogan sobre diversos temas. 

Un año después, tras no autorizar una traqueotomía que hubiera alargado su agonía, fue sedado y, como consecuencia, se retomó el debate de proyectos de ley. Sin embargo, aún sigue estando penalizada la práctica. En 2023, al menos, aprobaron la posibilidad de implementar cuidados paliativos. España carece de legislación en ambas cuestiones. Desde el inicio, Fernando propuso grabar las conversaciones e incluso contactar a Martín Scorsese. Entre la broma y la esperanza, antes de fallecer creyó ver “una puerta ahí”.    

Tres meses después del fallecimiento, la familia contactó a Francisco y Juan Ponce de León, a quienes Fernando había sugerido. La vinculación se evidencia en la manera de hacer proyectos: historias humanas. Eso hicieron los hermanos en su paso por la televisión con Vivir, De cerca y El origen. No es sólo distracción, sino también la reflexión y la emoción. Sin embargo, había un desafío doble: ¿Cómo convencer para ver una película sobre alguien que se está muriendo? ¿Cómo hacer ignorar la calidad del material? La respuesta, al fin y al cabo, era clara. Vemos dos hombres charlando, no importan los planos o si está fuera de foco. La humanidad por sobre la técnica y la máquina. 

La otra complejidad consistía en transformar más de once horas de grabaciones e intercambios de audios, mensajes y correos a lo largo de nueve meses en una narrativa coherente. El proceso llevó dos años y medio. De una serie a varios formatos de película, hasta la exhibición de esas charlas lo más inalteradas posible. Si bien también aparecen Inés, la pareja de Fernando, y sus hijos, y además hay imágenes de archivo, lo cierto es que alcanza con verlos dialogando. El documental es la historia de una amistad.

En ese sentido, Hay una puerta ahí nos invita a transitar los cambios que van sintiendo ambos protagonistas. Del dolor y el enojo inicial a la aceptación profunda, la naturalidad y la franqueza se respiran a cada instante y en cada conversación. Su origen común, la familia, los errores y aciertos, y el fútbol, entre otros temas, van construyendo un vínculo tan proteico como inesperado. A su vez, el montaje -meticuloso hasta el último detalle- refuerza la narrativa emocional y consigue, con la inclusión de placas y capítulos, el equilibrio justo.

A medida que pasan los minutos, las preguntas sencillas abren paso a otras más complejas e íntimas, plasmando una horizontalidad entre ambos. Incluso hay espacio para el humor, más allá de que la obra pueda ser interpretada como drama. Es la clave para digerir la crudeza, conformando una auténtica montaña rusa del llanto a la risa y viceversa. Es una película llena de humanidad y sin golpes bajos que invita a la reflexión sobre la muerte digna, los cuidados paliativos y la necesidad de legislar en ambos caminos.

De todas maneras, el documental supera la eutanasia como temática para priorizar la relación entre los personajes. Dos años después, Enric pudo viajar a Uruguay para encontrarse con familiares, amistades y el personal médico que cuidó de Fernando. Hay una puerta ahí cobra valor en su autenticidad. Es una experiencia transformadora del rubro documental y para la audiencia en sí

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