Inseguridades, por Sebastián Artola

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Inseguridades, por Sebastián Artola

13 Enero 2012

El asesinato de los tres jóvenes militantes de Barrio Moreno pone, una vez más, sobre la mesa la desprotección que sufren cotidianamente quienes habitan en los barrios más humildes de la ciudad de Rosario.

Como ya es una costumbre, el relato policial, de las autoridades políticas municipales y provinciales, y los medios de comunicación hegemónicos, quisieron patear la pelota para otro lado presentando estos crímenes bajo la expresión “ajuste de cuentas”. La estigmatización es conocida: los jóvenes de los barrios más pobres son todos “chorros”, “drogadictos” y “se matan entre ellos”.

Pero la secuencia trágica de pibes de los barrios populares de Rosario que pierden sus vidas, encuentra sus razones en la trama que eslabona “pasadores” - complicidad y connivencia policial y judicial – ausencia de políticas públicas que promuevan la integración comunitaria y la inclusión social.

De ahí que sea necesario dejar de pensar la llamada “inseguridad” como un problema entre individuos, grupos o sectores sociales, para abordarla como una realidad colectiva, que hace al conjunto de una comunidad y que la padecen más quienes habitan barrios que cierto sentido común señala como los “focos del delito”.

La ausencia de derechos básicos, la falta de infraestructura urbana y de servicios públicos indispensables, son las inseguridades que cotidianamente sufren los jóvenes, viviendo en situaciones límites a causa de las desprotecciones territoriales que produce la ausencia del Estado, dando forma a una ciudad desigual y fragmentada en el plano social, espacial, económico y cultural.

La decisión política de avanzar hacia un modelo de seguridad democrática que reponga al Estado como responsable de garantizar el derecho a la seguridad, debería empezar por redefinir a las propias fuerzas policiales desde una ética pública, fundada en los derechos humanos y el compromiso con la comunidad.

De la mano de políticas públicas que promuevan la inclusión laboral, la permanencia en el sistema educativo, la capacitación, la recreación y la producción cultural, habilitando a todo joven a ser sujeto pleno de derecho y protagonista de la construcción de una ciudad para todos.