Periodismo: ¿Sólo hay que discutir salarios?, por Juan Ciucci
El frente de lucha por los derechos de los periodistas, llevado adelante por trabajadores de diferentes medios, con la quita de firmas y el paro para la semana próxima, se vuelve un espacio óptimo para discutir al periodismo actual. Por ejemplo, ¿qué hacemos con el caso del sensacionalista Libre?
En el día de hoy, numerosos diarios han aparecido con sus notas sin firmas, o con algunas de ellas. Esta medida la tomo La Gremial de Prensa, un colectivo con 4 años de lucha que intenta recuperar algunos de los derechos de los trabajadores de prensa: paritarias para unir la lucha y discutir salarios, $5000 de base y un aumento del 30%, y $700 para las colaboraciones, los tercerizados de la prensa escrita. Además, y aunque cueste creer que haya que pedirlo, se exige que no se trabaje en el Día del Periodista.
Sumado a esto, existe un conflicto en el ahora renombrado diario Libre Deportivo, ante las amenazas de despidos y las propuestas de “retiro voluntario”, al no poder asegurar el pago de las indemnizaciones. Como vemos, Fontevechia continúa desplegando sus dotes de “gran burgués nacional”, acaparando las ganancias y socializando las pérdidas. Los trabajadores del medio y de la editorial Perfil, se han sumado a la quita de firmas de sus artículos.
Todo esto es sumamente importante, porque demuestra la capacidad y la voluntad de los trabajadores de prensa de unirse y luchar por sus derechos. De entender que todos son (somos) parte de una misma pelea, más allá del medio en que se trabaje, y de la posición que se haya alcanzado en el mismo. Ante las medidas de la patronal, la unidad de los trabajadores es fundamental.
Pero lo que quiero puntualizar en este breve artículo, que va firmado para responsabilizarme por mis palabras, es que esto significa también una oportunidad para discutir el papel del periodismo. Esta discusión, que viene llevándose a cabo en el marco del enfrentamiento que los principales medios de la Argentina le han presentado al gobierno nacional, puede profundizarse en los espacios de representación de los trabajadores.
El discurso académico sobre los medios y su construcción de una hiperrealidad, fue popularizado desde 678, como ejemplo de análisis de medios que luego utiliza el público que los consume. Esto no plantea una panacea en esa relación 678 – público, sino que la desconfianza que luego del 2001 empezó a tener el pueblo hacia los medios, encontró un andamiaje conceptual en ese programa de la televisión pública. Este es su mayor aporte, y también muchas veces su falencia en la simplificación que presenta de esos postulados y la estigmatización de periodistas. Pero colaboró para que concluya en grandes capas de nuestra sociedad la lectura pasiva de medios; y ahora quien compra un diario o ve un noticiero, además de a la noticia le presta también atención a quien le da esa noticia. El esquemático pero efectivo “Clarín miente” funciona así: permite visualizar que el medio también tiene intereses por detrás de las noticias que presenta. Si La Nación y Clarín dicen que Expoagro va a ser un éxito, ¿podemos obviar que es una empresa de ellos? ¿Eso es una noticia, o propaganda?
Y ahí están los periodistas que construyen noticias de acuerdo al gusto de la patronal. En el caso de Libre es aun pero, quizás, porque no sólo inventan noticias para el beneficio de la patronal, sino también para perjudicar y difamar a diversos personajes. “Periodismo sensacionalista”, dicen los que quieren calificarlo.
“Sofía Gala Porro”, fue el puntapié inicial. Elijo este artículo para desvincularlo de cuestiones políticas. Esta mujer fue escrachada en tapa, obrando supuestamente en falta, sin más datos que algunas fotos intrascendentes de su vida privada. ¿Es eso periodismo? Ante el cierre de ese reducto de operaciones y difamaciones: ¿cómo debemos reaccionar?
Los derechos de los trabajadores son siempre el punto sobre el cual debemos enfocar los conflictos, para no equivocarnos en los diagnósticos y las medidas a tomar. Pero el conjunto de “mercenarios periodísticos” (si podemos consensuar este concepto para calificarlos) que por trabajo aceptan participar de ese engendro de Fontevechia, no merecen en absoluto nuestro respeto. Sí, nuestra solidaridad como trabajadores, que implícitamente conlleva una especie de enseñanza moral. Porque claramente no han sido solidarios con el resto de la sociedad en su labor profesional, incluso distorsionando los parámetros del gusto popular por las noticias. A pesar de todos sus defectos, Crónica y Diario Popular claramente interpelan al sujeto social al que se dirigen, Libre (y Muy) siempre los menospreció. Por eso también fracasó.
Se podrá argumentar que los trabajadores no tenemos la oportunidad de elegir siempre nuestro puesto de trabajo, y que lo importante es convertirlo en un puesto de lucha contra las condiciones imperantes. El riesgo de esta afirmación es justificar cualquier colaboración; en ese caso mañana podríamos empezar desde La Paco a escribir en Cabildo. También es fácil caerles a los laburantes y hacerlos foco de nuestras críticas, como si fueran sujetos libres de plena elección en este sistema de producción. Es una situación compleja, con muchas variables a analizar.
Por esto son los espacios de participación gremial donde deben darse estas discusiones, para llegar en conjunto a planteos comunes de una ética profesional y de las normas de trabajo imperantes. Desde donde pueden ser los mismos trabajadores los que analicen su situación, y encuentren los modos necesarios para poder hacer frente a todo tipo de atropello. La manera de elevar estas discusiones es en el seno de las organizaciones obreras, para que no sean solamente los académicos quienes teoricen sobre una labor que pocas veces practican y que no llegan a comprender como trabajadores. Sino, seguirán apareciendo ese tipo de denuncias de supuestas “censuras” en aquellos medios con una línea política cercana al gobierno; como si en ningún otro medio le rebotaran artículos a los periodistas. Esa falta de discusión al interior del sector obrero, es aprovechada por las patronales para llevar adelante sus discusiones de poder, a espaldas de los trabajadores.
Repudio el cierre del diario Libre Deportivo, y la política de vaciamiento que Fontevechia ya ha patentado, pero llamo a los trabajadores de prensa a repensar su trabajo, y a asumir un papel político activo en su actividad. Deben terminarse los planteos liberales en la prensa en cuanto “profesión libre”, para lograr entre todos consensuar un plan común de trabajo, y una unidad que permita defender nuestros legítimos derechos.