"Fernando Bravo lloraba (...) Se estaba poniendo un límite al poder"
Un grito de libertad, Por Alfredo Leuco I Queremos/Preguntar… queremos/preguntar. Fue muy emocionante. El grito empezó a crecer desde el pié. Tímidamente, como sacándose de encima la mordaza del pudor. Queremos/preguntar. Dos palabras simples. Contundentes. El Abecé del periodismo. Preguntar para saber, para informar, para cuestionar. Queremos/preguntar. Una obligación republicana que todos los funcionarios deben cumplir. Empezando por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Queremos /preguntar y ella debe contestar. Para que cada uno cumpla su rol en la sociedad. Para que la presidenta gobierne y los periodistas puedan mirar críticamente lo que pasa. Para que podamos ser fiscales del poder y abogados del hombre común.
Queremos/preguntar. El grito fue creciendo cargado de bronca. Cada vez más fuerte. Cada vez más firme. Queremos/preguntar. Era conmovedor sentir en el pecho la hermandad que se había generado entre ese centenar de periodistas que aman el oficio y reclaman la libertad para ejercerlo. Queremos/preguntar. El nudo en la garganta fue humedeciendo la mirada. Fernando Bravo lloraba, como corresponde. Muchos sentimos lo mismo pero no nos animamos. Algo importante estaba pasando. Se le estaba poniendo un límite al poder. Se estaba ejerciendo el derecho republicano de exigir a las autoridades que no nos atropellen más, que no nos falten el respeto.
Que no se burlen de un oficio noble al que le arrancaron más de 100 desaparecidos durante el terrorismo de estado y que padeció el asesinato mafioso de José Luis Cabezas en plena democracia. Queremos/preguntar, carajo. Tan simple como eso. Somos periodistas y queremos preguntar. Aborrecemos la censura. Nuestro principal insumo no es la noticia, es la libertad. Era conmovedor ver como el reclamo atravesaba la pluralidad y la diversidad del ambiente. Convivieron anoche, en el programa de Jorge Lanata, convivimos, mejor dicho, cronistas rasos y estrellas de la televisión.
Laburantes jóvenes que la pelean todos los días como pueden, con veteranos periodistas consagrados y de buen pasar económico. Trotskistas y derechistas. Peronistas y radicales. Integrantes de comisiones internas, delegados de base y editores propatronales. Padres e hijos, como los Winazki. De todas las edades, de todos los palos ideológicos, de todas las trayectorias. De radio, de tele, de la gráfica y del mundo de internet. Un arco iris respetuoso con un denominador común: decir basta. Basta al atropello permanente. Basta a los ataques del paraperiodismo de estado a los periodistas que no tenemos la camiseta partidaria. Basta a las conferencias de prensa sin prensa y a los monólogos masturbatorios de funcionarios que no resisten una pregunta.
Necesitamos nuevas leyes para tener mayor calidad democrática. Una ley de acceso a la información como la que tienen cajoneada hace años. Una ley que le quite la arbitrariedad y la discrecionalidad al gobierno para repartir la pauta entre sus amigos más fieles.
Queremos/preguntar. Así de simple. Como el nacimiento espontáneo de este grupo llamado “Conferencia de prensa”. Surgió en los bares, como suelen nacer las cosas entre los periodistas. Con la polémica del café en las mesas y el intento de arreglar el mundo. Con la preocupación compartida. Seguí de cerca el crecimiento del grupo. No quiero ser injusto porque fueron muchos los que se pusieron las pilas, pero me pareció que Susana Viau, Mariano Obarrio y Diego Rojas estuvieron entre los motores más activos. Tres generaciones. Tres pensamientos absolutamente distintos sobre la realidad y como hay que transformarla para que sea mas justa. La maquinaria propagandística del estado va a decir que son todos empleados de Magnetto y que le hacen el juego a la oposición. Muy obvio. Demasiado previsible. Es una mentira que los deja tranquilos. Hay que ver las discusiones y el tiempo que llevaron redactar los dos documentos. Con debates largos e incansables. Peleando por el valor de cada palabra. Bien de periodistas que no se domestican. Que no se arrodillan. Parece mentira que a esta altura de la democracia reclamemos algo tan elemental como preguntar a los funcionarios. Pero esa es la medida del retroceso que hemos tenido. En su último discurso la presidenta citó a Evita en una charla de ficción con Enrique Santos Discépolo. “Señora, no hay libertad de prensa”, le dijo Discepolín. Cristina dijo que Evita le contestó que “ahora nos toca hablar a nosotros. Ellos ya hablaron durante siglos, durante 40 años”.
Es una lástima que la presidenta no aprenda de los errores históricos. Reinvindicar la pasión de Evita por los humildes y su lucha por la justicia social es indispensable. Pero no hay motivo para resucitar los enfrentamientos entre ellos y nosotros. No hay porque fracturar la Argentina. Señora presidenta, que hablen ellos y nosotros. Que hablemos todos los argentinos. Que nadie se calle nunca mas. El silencio no es salud. Que los periodistas pregunten y los funcionarios contesten. Mas libertad de prensa es mejor democracia. No tenga dudas.
Tenemos un himno que respetar. Dice así: “Oíd mortales, el grito sagrado, libertad, libertad, libertad”.