John William Cooke y el Periodismo Militante

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John William Cooke y el Periodismo Militante

07 Junio 2012

Esta publicación fue una trinchera desde la cual Cooke continuó su labor militante durante el segundo gobierno peronista. "Un testigo insobornable de la realidad mundial".

Periodismo y gobierno

La repercusión alcanzada por nuestras campañas, algunos éxitos obtenidos en las soluciones arbitradas para poner fin a males que hemos denunciado, y el apoyo constante de una masa de lectores que nos alienta desde todas las regiones del país, nos confirman que estamos cumpliendo la misión que nos propusiéramos desde nuestra aparición: colaborar para que se solucionen los grandes y pequeños problemas nacionales.

Aludimos, en nuestra anterior edición, a la forma en que el legendario Harún-Al-Raschid recorría disfrazado las calles de Bagdad para conocer las quejas y los anhelos de sus súbditos. Pintoresco sistema que, en este complicado mundo moderno, debe encontrar adecuados sustitutos.

La prensa, en nuestros tiempos, tiene esa enorme responsabilidad del honroso papel de palpar las necesidades de la opinión pública y transmitir a los gobernantes los deseos del pueblo. De Frente aspira a cumplir celosamente esta alta función de bien público, y para ello no escatima esfuerzos ni vacila ante sacrificios.

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Hay asuntos cuyo remedio está en manos de los propios ciudadanos. Solo es necesario que el público conozca la forma en que se perpetran algunas maniobras que lo perjudican, y la manera en que debe buscarse, colectivamente, la defensa contra las mismas.

Otros problemas escapan a la órbita de la acción particular, y deben ser encarados por el gobierno. La labor informativa resulta, entonces, una ayuda de inapreciable valor, que los funcionarios conscientes siempre estiman como corresponde y agradecen como es debido.

Es así que, a menudo, basta llamar la atención sobre determinadas cuestiones para que los encargados de resolverlas adopten, de inmediato, las medidas que corresponden. En tales casos, demuestran su vocación por servir al país y merecen el aplauso de los hombres de bien.

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No siempre es así, sin embargo. Suele suceder que remedios factibles para necesidades concretas se pierdan en el papeleo intrascendente de los expedientes administrativos. Algunas veces, esos expedientes van y vienen de una a otra dependencia, sin que ningún organismo adopte la providencia que pusiera fin a su largo peregrinaje de resoluciones baldías. Creemos que la reciente estructuración ministerial permitirá que en mucho se modere el intrincado sistema de soberanías concurrentes que dificultan el tramite para algunas materias.

Por fin, hay algunos burócratas que no quieren ser perturbados mientras duermen pacíficamente en el nirvana de su dulce ociosidad rentada. Son verdaderos enemigos del país y del gobierno, que traban su dinámica y suelen encubrir su falta de celo con e exhibicionismo de una lealtad partidaria que solo se traduce en formulaciones retóricas. Ya lo dijo algún doctor de la Iglesia: “Más hiere la lengua del adulón que la espada del traidor”.

El Presidente de la Nación, que no puede enterarse directamente de todos los problemas, requiere, para el desempeño de sus difíciles tareas, la información seria de la prensa honrada.