Caseros y la traición a la patria de Urquiza
Por Pablo Vázquez *
A fines de 1850 el poder de Rosas estaba en su cenit. Vencidas tanto las fuerzas anglo – francesas, como sus aliado unitarios, restaba ordenar la política a seguir en el Plata con Paraguay, Uruguay y el Imperio del Brasil. Con una posible incorporación de la nación guaraní al seno de la Confederación Argentina y una probable derrota de los “colorados” orientales en manos de las tropas de Urquiza y Oribe, sólo restaba que la Confederación de Rosas entrase en guerra con los imperialistas brasileños. Ante ese panorama el camino tomado por Urquiza fue paradojal: Decisión cavilada para una futura institucionalización del país o se impuso la presión diplomática - y monetaria - del Brasil lo que lo persuadió a enfrentar a Buenos Aires y derrotar en Caseros al Caudillo de Los Cerrillos?
Ernesto Palacio apuntó a la “persuasión” del Brasil: “La coalición fue obra de la diplomacia brasileña, que lo usó como instrumento al gobernador de Entre Ríos: segundón inveterado y que seguiría siéndolo hasta el fin de su vida… Un cúmulo de circunstancias adversas hizo que el general Urquiza… terminara por ceder. Los sofismas de los doctores unitarios prevalecieron sobre las relaciones sentimentales; no pudo resistir al mágico influjo que la toga doctoral ejerce sobre los espíritus sencillos y a la gloria que se le proponía de hacer entrar a la “república” en las vías de la “civilización, al frente del partido que se le pintaba con los colores de la inteligencia y del progreso”. (Palacio, 1954, p. 407).
Pacho O’ Donnell, al contrario, señala móviles crematísticos: “… uno de sus secretarios privados, Nicanor Molinas, lo explicará años después y sin ánimo de crítica por móviles económicos: “Al pronunciamiento se fue porque Rosas no permitía el comercio del oro por Entre Ríos”. El brasileño Duarte da Ponte Ribeiro, delegado ante la Confederación, escribe en el mismo sentido a su Primer Ministro Paulino el 23 de octubre de 1850: “(Rosas) no permitió que a Entre Ríos vayan buques extranjeros ni que de ahí salgan para ultramar; Urquiza no solamente es el gobernador, sino también el primer negociante de su provincia y las negativas de Rosas lo perjudicaban enormemente como negociante” (O’ Donnell, 2013, p. 286).
Pronunciamiento del 1ª de mayo de 1851 mediante, Urquiza logró sumar a la provincia de Corrientes, neutralizó al federal oriental Oribe y trenzó acuerdos con el Brasil, para luego armar su “Ejército Grande Aliado”.
Fermín Chávez, ante lo relatado, señaló faltas de Rosas: “…El Dictador se mostró indeciso y cometió graves errores… cuando ordenó la separación de las fuerzas argentinas al mando de Oribe. Y habiendo aceptado ir a la guerra contra Urquiza y el Brasil, retardó inexplicablemente su acción ofensiva… (y) no aceptar el plan expuesto por Martiniano Chilavert y por Pedro José Díaz… consistente en hacerse fuerte en la ciudad con la infantería y artillería, moviendo la caballería por los flancos de Urquiza, para hostigarlo (Chávez, 1972, p. 268). Y llegó el 3 de febrero de 1852 en Caseros donde, señalado acertadamente por Hernán Brienza en su libro sobre Urquiza del 2017, se dio el primer ensayo de la Triple Alianza contra Rosas, la que años después depredó el Paraguay.
Diego Luis Molinari señaló que “El Ejercito Grande era un ejército a lo Jerjes. De todo había en su seno: republicanos y monárquicos; federales y unitarios; masones, libre pensadores y católicos ultramontanos; hombres libres y esclavos negros: argentinos – pocos, en la acepción integral del término - , y extranjeros, muchos. Las fuerzas imperiales contaban con un núcleo de jefes, oficiales y soldados alemanes… La caballería criolla no pudo resistir a la brigada de los disparadores de cohetes, que Urquiza envió en su contra… el grupo alemán decidió la suerte del encuentro”. (Molinari, 1962, p. 49)
Fin de la tiranía para unos, mayor autonomía de las provincias para otros, venganza de Ituzaingó para los brasileños, lo cierto que Urquiza con su lema “no hay vencedores ni vencidos” intento conjugar su federalismo originario con el ideal unitario “civilizatorio”. Rosas en el exilio y la Constituyente en marcha, separación de Buenos Aires mediante, marcaron el derrotero futuro de Urquiza como jefe de la Confederación, presidente y hacedor de la Constitución Nacional, a costa de ceder territorios de las Misiones Orientales para Brasil, arrear las banderas federales luego de la batalla de Pavón y realizar pingües negocios con Brasil en la guerra contra el Paraguay. Urquiza vio tarde la hegemonía porteña y la influencia posterior de Gran Bretaña.
Volviendo a Caseros y el 3 de febrero, debe ser entendida como derrota argentina, a pesar que en Entre Ríos lo conmemoren junto al “pronunciamiento”. Calles, ciudades y parques en Buenos Aires y en el resto del país mantienen el mito liberal unitario de la “derrota de la tiranía”, sin comprender que abrió el camino para acallar las últimas voces federales.
* Politólogo: Docente en la UCES; Miembro de los Institutos Nacionales Eva Perón y Juan Manuel de Rosas.