¿Desastre electoral del kirchnerismo? Una mirada en perspectiva
Todo hecho político es susceptible de diversas interpretaciones. Luego de las elecciones llevadas a cabo en la UBA, en la primera semana de septiembre, la interpretación que desde los medios hegemónicos y desde algunas agrupaciones estudiantiles, pretenden instalar como verdadera, presenta los resultados como un desastre electoral, como una evidencia de la falta de consenso del Gobierno aún entre los jóvenes, como una nueva derrota del kirchnerismo. Esta interpretación, no es ingenua, por el contrario, está en sintonía con una estrategia de orden general, dirigida a instalar en la sociedad un clima político que perciba por un lado a un kirchnerismo debilitado, en retirada tras sucesivas derrotas electorales que pondrían en evidencia su aislamiento y divorcio con la sociedad; y por otro lado, a una fuerza emergente renovadora, con propuestas nuevas y un modelo de gestión eficiente, representado en el massimo.
Ahora bien, los resultados electorales en la UBA, muestran que el kirchnerismo, efectivamente perdió. Pero leer los resultados como un hecho único, aislado del escenario político en el cual tiene lugar, no sólo es una lectura sesgada, sino que también es errónea, en ésta como en toda elección. Cualquier interpretación que pretenda analizar las variaciones en las relaciones de fuerza, que los resultados de una elección pone en evidencia, debe hacerlo de forma comparativa, es decir, en función de los desempeños electorales de la elección del mismo tipo inmediatamente anterior. En consecuencia, siempre haciendo una lectura general de las facultades en las que hubo elecciones, el conjunto de las agrupaciones kirchneristas, (dónde vale aclarar, La Cámpora es una de tantas otras y no la única, como puede derivarse de algunas noticias de algunos medios) no muestra desempeños significativamente diferentes respecto de la elección pasada, y además, salvo el caso de la Facultad de Sociales, nadie consideraba que hubiera posibilidades reales de ganar un centro de estudiantes, es decir, la aspiración no era ganar. Con lo cual afirmar como conclusión post electoral, que el kirchnerismo perdió las elecciones universitarias, es tan revelador como afirmar luego de las PASO, que el FIT de Altamira no estaría metiendo ni un solo senador por la Provincia de Buenos Aires.
Lo verdaderamente significativo que arrojan las elecciones en la UBA, entre otros datos que no son objeto de esta nota, y en términos de modificación de relaciones de fuerza, es que en una misma elección, La Mella, pierde los 4 centros de estudiantes que controlaba, a la vez que estos son ganados por el FIT, lo que significa un avance pocas veces visto de la izquierda, que pasaría a contar bajo su órbita, 7 de los 13 centros de la UBA.
No obstante, los kirchneristas no podemos dejar de reflexionar sobre las imposibilidades que se nos presentan al momento de formar en el interior de la UBA, una alternativa política capaz de disputar el control de los centros de estudiantes. A diferencia de las demás universidades nacionales, como por ejemplo, la de Avellaneda, donde también hubo elecciones en la misma semana, en las que el kirchnerismo ganó, y dato de color, el massimo no alcanzó los 30 votos; la UBA es un escenario históricamente hostil al peronismo.
En esto sólo podemos efectuar conjeturas sobre los límites entre los cuales puede desenvolverse la militancia nacional y popular dentro del terreno de la UBA. Por ejemplo, una de ellas puede ser que la composición socioeconómica de los estudiantes de la UBA, coincide con aquellos sectores en los que el kirchnerismo tiene, tradicionalmente, menor consenso político. Pero dudo de que el “determinismo materialista” sea la respuesta. Esto no puede explicar porque si uno compara el resultado electoral de la UBA con la de cualquier distrito municipal, provincial o nacional, hay una desproporcionada sobre-representación de los sectores de izquierda y una sub-representación del peronismo.
También puede conjeturarse que las personas, en su juventud, tienden naturalmente a volcarse a la izquierda, y en este sentido ningún sector más a la izquierda que aquellos que, sin responsabilidades de gobierno, pregonan cambiarlo todo de un momento a otro. Pero esto tampoco explica porque en los últimos años la enorme participación política de los jóvenes se ha volcado principalmente al kirchnerismo. También puede conjeturarse que, el electorado de la UBA está compuesto por sectores de clase media, con cierta conciencia social y auto-convencida de su elevado nivel cultural, que para sentirse progresista en sus principios, se siente cómoda votando a opciones de izquierda con consignas abstractas, de escasa o nula incidencia en la disputa de poder real, como una forma de impugnar las contradicciones de toda política de gobierno, que para cambiar efectivamente la realidad, debe hundirse en el barro de las pasiones humanas. En cualquier caso, es evidente que la UBA constituye un micro-clima político con sus particularidades propias, de cuyo análisis debe surgir la estrategia política a adoptar para mejorar el desempeño de las agrupaciones kirchneristas.
Seguramente es un buen momento para reflexionar sobre ¿Por qué el kirchnerismo no gana en la UBA? Como disparador que habilite repensar nuevas estrategias políticas acorde a los condicionamientos que la realidad específica de cada facultad impone. Porque no vamos a regalar los espacios de la UBA, porque la lucha que se pierde es la que se abandona, porque sólo persiguiendo lo imposible se alcanza lo posible, porque estamos convencidos de nuestras banderas y sabemos sostenerlas con firmeza para el día en que los estudiantes las hagan suyas, y porque tenemos que transformar la UBA para transformar la Argentina.