La alquimia de Alberto en su primer discurso presidencial
Por Santiago Asorey*
Foto Dani Moran
Varias virtudes tuvo el discurso del presidente Alberto Fernández que permiten iluminar el camino de la gestión entrante del Frente de Todos. Fernández profundizó un tono anti grieta y subrayó la necesidad de garantizar la “convivencia en el respeto a los disensos”. En este mismo sentido, el mandatario llamó a “superar los muros emocionales” para que todas y todos “seamos capaces de convivir en la diferencia y que reconozcamos que nadie sobra en nuestra Nación, ni en su opinión, ni en sus ideas, ni en sus manifestaciones”. La crisis social y económica dejada por el macrismo, expresada en múltiples expresiones: emergencia alimentaria, desempleo de dos dígitos, caída del poder adquisitivo de sectores medios, recesión, endeudamiento externo al limite, construye un escenario muy complejo para la gestión del Frente de Todos.
Un contexto de tierra arrasada, enmarcada en una fuerte polarización política, lleva a Alberto Fernández a ahondar en el concepto de un Gobierno de unidad nacional para poder reconstruir desde la cenizas macristas un camino de viabilidad social. Como lo haría el líder de un país bombardeado por la guerra, Alberto llamó a la reconstrucción de país y eso implica a reconstruir los lazos fraternos que lo atraviesan. “Tenemos que suturar demasiadas heridas abiertas en nuestra Patria. Apostar a la fractura y a la grieta significa apostar a que esas heridas sigan sangrando”, sintetizó el presidente.
Sin embargo, acaso lo más interesante de la perspectiva de Fernández es que la textura discursiva anti grieta no obstruyó las definiciones fuertes sobre lo que viene en materia de políticas de Estado. Fernández hizo hincapié en una “ética de las prioridades y las emergencias”. El discurso de Alberto no perdió contenido programático y anticipó una reforma del Poder Judicial y la intervención de la AFI. Es decir hay planteo dialoguista (moderado en las formas) en Alberto pero eso no implica renunciar al programa del Frente de Todos. Fernández logró allí una alquimia que Cristina no podía aportar.
Medidas fuertes en la Justicia y en la AFI
Efectivamente: en estos cuatro años macristas el despliegue de poder de parte de la Justicia Federal en la guerra jurídica lanzada contra dirigentes de la oposición terminó por hacer explicita la espuria relación de servicios de inteligencia con algunos sectores de los magistrados federales. Los caminos a seguir allí tenían dos posibilidades para la gestión de Fernández: o se acelerarían los procesos para que el Código Procesal Penal Federal (Código Acusatorio) llegue a Comodoro Py antes de tiempo (fortaleciendo a fiscales en detrimento de jueces). O se implemente una reforma judicial que multiplique a los jueces de la órbita federal para licuar su poder político. La segunda opción sería la más factible. Veremos.
Lo que está claro es que estas serán dos puntas de lanza potentes de la nueva gestión que solo podrían realizarse en este momento en el cual la fortaleza y legitimidad de Alberto se encuentran intactas. Además, que el presidente haya señalado que los fondos reservados de la AFI serán utilizados para financiar el presupuesto del Plan contra el Hambre en la Argentina ponen sobre la mesa de la discusión pública: a la Ex Side y al Servicio de Administración de Justicia. Alberto delimita un avance osado que pero que también le retribuye en legitimidad ante la sociedad. Son apenas los primeros movimientos de un nuevo Gobierno peronista que sabe que el éxito o el fracaso se encuentran atados a la legitimidad social que logre profundizar su gestión.
*Secretario de Comunicación, Prensa y Difusión de la Seccional MPF de Sitraju (Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras Judiciales) - Editor APU.