La apología de la emigración como destino joven
* Por decisión de las autoras, el artículo utiliza lenguaje inclusivo
Sabemos que los discursos construyen realidad, por eso decimos que son performativos. Si existen verdaderos aparatos capaces de construir realidad y moldear las visiones del mundo, actualmente estos son los medios masivos de comunicación. Una de las múltiples arenas en las que vienen jugando a instalar fenómenos como irrefutables, se refiere a la inmigración. Así como dedican litros de tinta y horas de radio a reproducir discursos xenófobos contra la población migrante latinoamericana, en igual medida lo hacen para convencernos de que, para les argentines, “la única salida es Ezeiza”. Ambos discursos suelen, a su vez, ser reavivados en coyunturas de crisis económica y política, como las que atraviesa hoy no sólo nuestro país, sino el mundo entero.
Con una simple revisión de los principales medios argentinos, vemos cómo desde 2020 hasta la fecha, han ido incrementándose las notas referidas a inmigración/emigración, desde las más variopintas aristas. Siempre, claro, apelando al sensacionalismo y los golpes bajos emocionales, como: "En Argentina era todo sobrevivir. Era muy frustrante. La única salida era ir al aeropuerto, tomarte un avión e irte a otro país a vivir". Todas las notas coinciden, además, en que las únicas salidas “válidas” son Europa o EEUU, a lo sumo Australia o Canadá; el resto de los destinos no califican. Así, según la encuesta realizada por la consultora Voices, los países preferidos para emigrar son España (25%), Estados Unidos (11%) e Italia (9%).
Algunas notas aluden a que emigrar es una opción “posible” o “accesible”, para cualquiera que se lo proponga, en una lectura bastante voluntarista que minimiza tanto las condiciones económicas como formales, necesarias para ingresar y permanecer en el extranjero. Muchas muestran o incluso promocionan las comunidades de inmigrantes argentines que van conformándose en otros países, algunas de ellas con páginas web, redes o canales propios, a través de los cuales brindan asesoramiento a quienes están interesades en emigrar.
Una gran cantidad de artículos alienta, a la vez que muestra preocupación, por la supuesta “fuga de cerebros”, es decir, porque las “jóvenes promesas”, los recursos humanos más calificados, son quienes primero optan por radicarse fuera del país. “Entre las causas de la salida de jóvenes formados del país el informe enumera "la falta de perspectivas, los salarios en constante caída ante la inflación y la inseguridad". En ese sentido, la misma encuesta de Voices señala que seis de cada diez argentines que desearían vivir en el exterior ven a las perspectivas económicas de Argentina como la principal motivación para emigrar y en particular, este motivo es de principal importancia para el 70% de les jóvenes.
Todas las notas suelen hacer hincapié en los lazos de solidaridad que se forjan entre compatriotas para hacer frente al lado B de la migración, generalmente soslayado. ¿A qué nos referimos con el lado B? Para eso, antes debemos explotar el lado A desde los datos disponibles.
El lado A: cuántos, cuándo y a dónde
Entre septiembre de 2020 y octubre de 2021 se registró la salida de más de un millón de personas con documentación argentina. Entre ellos más de 50 mil indicaron en la declaración jurada que salían por “mudanza”. Pero no hay datos oficiales previos que permitan realizar comparaciones con periodos anteriores. En ese periodo, la mayoría de los años dan un saldo negativo, es decir que egresaron más argentines de los que ingresaron o regresaron. Esta es una tendencia que viene dándose desde la segunda mitad del siglo XX, cuando nuestro país dejó de ser un país receptor de inmigrantes para convertirse lentamente en un país de perfil emigrante. El mayor pico donde se registraron una mayor cantidad de salidas fue 2015; desde entonces se recuperó hasta 2018 y tuvo un nuevo aumento de los egresos en 2019, aunque en menor proporción.
Vamos a centrarnos en el caso de España, al ser uno de los principales destinos migratorios históricamente elegidos por les argentines. Desde el otro lado del charco, el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España contabilizaba un total de 89.472 personas con nacionalidad argentina residiendo en dicho país en el año 2021. A su vez, muchos argentinos llegan a España con la doble nacionalidad: en mayor medida, italiana y en menor medida, española. Por lo tanto, las complejidades de la estimación se vuelven más palpables, pero podemos situarlo entre 89.472 y 257.256. Intentando captar la especificidad por el lugar de asentamiento, la mayoría de ellos se encuentra primero en Cataluña (24.676), luego Andalucía (13.783), Comunitat Valenciana (12.259) y Madrid (11.809). Esta orden de preferencia de las comunidades autónomas, se mantiene estable en los últimos años. En cuanto al volumen, encontramos un leve descenso entre los años 2015 y 2017 que coincide con la crisis económica de España a partir de 2011. A partir de 2018, conjuntamente con la paulatina recuperación económica española se recupera la inmigración argentina.
En números relativos, la comunidad argentina en España continúa siendo muy minoritaria. En comparación con comunidades latinoamericanas como la colombiana, venezolana o ecuatoriana, la argentina se encuentra en los puestos más bajos del ranking. Esto no debe hacernos olvidar el resurgimiento de los nacionalismos de extrema derecha en los países europeos que genera un rechazo a la inmigración y un enaltecimiento de la identidad nacional como superior. El caso de España en su versión extremista puede verse en las consignas políticas anti-inmigración del partido político VOX.
El lado B: lo que no cuentan los gurúes de la emigración
Cuando hablamos de lado B, nos referimos a las dificultades económicas, afectivas y de calidad de vida que supone emprender un proceso migratorio. Para contextualizar la sociedad de acogida, es necesario situar las condiciones de vida de la juventud española. España vive un proceso de envejecimiento poblacional desde comienzos del siglo XXI. Esta población envejecida no brinda grandes oportunidades de calidad de vida al 15% de su población, es decir, a los 7.362.914 jóvenes que se encuentran entre los 15 y 29 años. Esto tuvo un pico significativo de empeoramiento a partir de la crisis de 2011. Según el Centro Reina Sofía, el 44% de los jóvenes españoles considera que tiene peores oportunidades laborales respecto a la de sus padres. A su vez, casi 2 de cada 3 jóvenes españoles entre 25 y 29 viven con sus padres, retardando la emancipación de la residencia familiar por las dificultades de encontrar trabajo y el alza de los precios del mercado inmobiliario. Siguiendo con esta línea, podemos observar que muchas de las falencias del mercado de trabajo se suplen a través de la inmigración jóven que ocupa los puestos más bajos de la pirámide laboral, realizando trabajos de cuidados de mayores, construcción o gastronomía.
Esto nos lleva al punto del desclasamiento relativo que sufren muches jóvenes argentines a la hora de emigrar a España. Las personas de clase media o media-alta que tienen la posibilidad de viajar e instalarse en otro país, se enfrentan a un nuevo mercado de trabajo que les ofrece los puestos más bajos y peor pagos del mercado laboral. Además, estos son trabajos precarios como mozo, deliverys, changas, etc que no tomarían en su país de origen por contar con redes de apoyo más amplias. Así, muches trabajan en condiciones laborales que no aceptarían en Argentina, generando un estado de frustración y malestar que entra en contradicción con sus propios sentimientos de proyección personal y de clase.
A este desclasamiento relativo que los medios de comunicación legitiman y promueven a través de los conocidos titulares de “Es argentino y trabaja como delivery en Alemania desde hace 9 meses: juntó las monedas de la propina y la cifra recaudada se hizo viral”. Fuera de la veracidad de cada caso en particular, los sentimientos de desarraigo, lejanía con el medio conocido y la familia no son fáciles de sobrellevar. A esto podemos sumarle el momento de conflicto político internacional que encarece los precios de los alimentos, la nafta y otros productos básicos.
En conclusión, no hay datos disponibles que evidencien un “aluvión de emigrantes” como indicó el ex presidente. Algunos indicadores, como el aumento de las solicitudes del certificado de no naturalización, pueden reflejar una suba en el interés de los argentinos de acceder a otra nacionalidad; pero las otras fuentes consultadas no indican ni un aumento de la emigración desde la llegada de Alberto Fernández a la Casa Rosada ni una gran recepción de inmigrantes argentinos en los países que tradicionalmente fueron destino de las olas migratorias de origen local. Por lo tanto, pese a que es cierto que muches jóvenes pueden desear irse a probar suerte a otro país, esa elección está definida por un universo de opciones acotadas por el contexto cultural propio que fomentan los medios de comunicación y está plagada de dificultades de orden colectivo e individual.