Milei y la exaltación cínica de la libertad
A pocas semanas de las elecciones generales que determinarán el futuro de la Argentina, el campo de batalla electoral se ha centrado, hasta ahora, en las redes sociales y en los medios de comunicación, donde ha ganado Javier Milei y su propuesta libertaria, cooptando el voto joven y el apoyo de los sectores más vulnerables. Dichas propuestas están llenas de videos y recortes vacíos de contenido real y serio, que puedan realmente mejorar la calidad de vida de la sociedad.
Una sociedad que ya está bastante afectada después de la decisión de Mauricio Macri de endeudar hasta niveles insostenibles al país y de las pésimas negociaciones y políticas económicas del gobierno de Alberto Fernández, que restaron por acción u omisión, aún más el poder adquisitivo de los argentinos.
Todavía resuenan las frases con las que el candidato libertario cerró su discurso triunfante después de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto, donde obtuvo el 30% de los votos: “Somos el vehículo idóneo para terminar de sepultar al kirchnerismo”, y añadió: “Estamos frente al fin del modelo basado en esa atrocidad de que 'donde nace una necesidad, nace un derecho' cuya máxima aberración es llamada 'la justicia social'. Estas palabras fueron pronunciadas ante un auditorio emocionado y sorprendido por su victoria. Según el economista y ex pre-candidato presidencial, Guillermo Moreno, se refieren a una revolución social que está emergiendo y que considera al movimiento peronista como un enemigo a eliminar.
La violencia contenida en su discurso expresa la furia, la rabia y el odio que pinta de cuerpo entero la personalidad de un hombre deshumanizado que se dice así mismo “ser un león” y que nació al calor de peleas mediáticas y de altos puntos de rating de espacios televisivos que ahora se distancian de la figura que ayudaron a crear. Este problema también se identifica en medios oficialistas que reaccionan superficialmente a la “propuesta neoliberal” de Milei con una equivocada categorización del marco ideológico y de acción del líder libertario, a quien definen como un candidato de derecha que viene a achicar al Estado, cuando es en verdad, un experimento anarco-capitalista que, por definición, defiende la propiedad privada, pero no así al Estado. Lo cual traerá como consecuencia que para defender lo que es propio se deban utilizar medios violentos, poniendo a esa misma propiedad privada que defiende, en constante disputa.
El autodenominado león no tiene propuestas concretas de creación de riqueza, ni de redistribución del ingreso, ni de cómo hacer más feliz al pueblo. Más bien personifica el modelo del "Estado Desertor", sin moneda propia, que introduce un nuevo paradigma político donde los más poderosos, sin un árbitro que haga cumplir las leyes, puedan socavar las oportunidades de progreso, no solo de la población en general, sino de cada ciudadano.
Esto se traducirá en la pérdida de derechos laborales, sin acceso a educación pública, a la atención médica gratuita, a la seguridad y a una vivienda digna, e incluso podría poner en riesgo la discusión de soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, por mencionar solo algunos aspectos.
El ganador de las PASO, no solo propone un ajuste extremo para hacer frente al pago de la deuda odiosa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sino que además enfrenta a la sociedad al dilema moral de olvidar los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar de la mano de una negacionista como su compañera de fórmula, la diputada nacional, Victoria Villarruel.
La diputada Villarruel, es una firme y acérrima defensora del uso y portación de armas de fuego, apoya la represión contra quienes decidan protestar pacíficamente en las calles y respalda a los oscuros personajes que torturaron, asesinaron y desaparecieron a 30 mil personas durante el proceso militar, utilizando el viejo y conocido argumento de la teoría de los dos demonios.
Javier Milei y su manada de leones recitan como un credo la definición de libertad que confunden con liberalismo y que dice: "La libertad es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad cuyas instituciones son la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia entendida como libre entrada y salida, la división del trabajo y la cooperación social". El libertario exalta desmesuradamente y de manera vil el valor intrínseco de la libertad, ocultando en ella un crimen contra la patria y un castigo para la sociedad.
La libertad es un derecho universal por el que muchos hombres y mujeres dieron su vida durante toda la historia y en todas las latitudes. Hoy en día, las palabras de José Martí son más relevantes que nunca: “Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan”. La crudeza de estas palabras, en caso de que el candidato anarco-capitalista sea elegido presidente, irremediablemente arrastrará a la sociedad a un estado de violencia política, algo que la Argentina ya ha experimentado, pero nunca en el contexto democrático.
La revolución que plantea el economista libertario pondrá de relieve una reconfiguración de la sociedad donde el hombre se convertirá en lobo del hombre (o león) y verá en su vecino la razón de su desgracia. La consecuencia de esto será, sin duda, el fin de la comunidad. Que por más que aún no esté organizada, hasta la irrupción de Milei tenía a la justicia social como parte de su ADN constitutivo.
Es urgente comprender que la justicia social no es solamente la asistencia económica estatal, sino que es, por sobre todo, la generación de empleo, la dignidad de los hombres y las mujeres y su verdadera libertad: una libertad que se eleva del orden individual y que propone una responsabilidad y un equilibrio en la relación entre ese individuo libre y su comunidad.
Dijo al respecto Perón, en su Comunidad Organizada, que: “la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en la que existe una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia; una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa”.
Independientemente del resultado final de las elecciones generales, se hace imperiosa la tarea de reconstruir al movimiento peronista que deberá volver a las políticas y visiones pragmáticas de su doctrina para retomar la línea de conducción y acción que generó la década ganada.