Parece flotar
Por Cristian Secul Giusti *
Los primeros resultados de Cambiemos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ya se conocen. Con más del 50 por ciento de los votos, la victoria es indiscutida. El oficialismo de Vamos Juntos -"Come Together"- ha triunfado de un modo contundente y solo resta esperar la salida de la aclamada referente de Cambiemos: Elisa Carrió. Ella, desde su rol de enlace "justiciero" de Mauricio Macri, va a hablarles a sus votantes fieles. Ella, la entrevistada predilecta de los periodistas corporativos que se mueven frescos con sus enunciados bíblicos, es ahora la flor más bella en esta mágica Ciudad de Buenos Aires.
Los gritos de júbilo, los globos, el papel picado y las sonrisas multicolores aguardan la aparición de “Lilita”. El Jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta elabora un prólogo con las palabras claves e históricas que la construyen y recrean mediáticamente: coraje, defensa, esfuerzo. Los aplausos no se demoran. Los que están en el escenario miran para un costado, nerviosos, simulados y alegres. Algo está por pasar, algo está por venir. De golpe, un ruido intempestivo y un linkeo directo a la cortina de apertura de Videomatch en los 90 -todos los significantes convocados-. La canción de fondo empieza entrecortada, pero arrasa con toda bravura. "Ella es la flor más bella..." retumba como mantra en el bunker diagramado por Jaime Durán Barba. El público se suma, el coro se acrecienta. Ella reparte besos, saluda con la mano, mira a los suyos primero, y a los otros después, los que están en el púlpito bailando, los que están en la televisión mirando, los que están en los costados asintiendo. Micrófono en mano, abrazos efusivos, sonrisas amplias y de fondo la voz inalterable de Adrián Otero: "Brilla más que el sol".
Carrió entrecierra los ojos y levanta una vez más el brazo derecho. "Baila y se dibuja en la luna...” resuena en el espacio. Su rostro de estampita, está estático, ruborizado, trabajado, expectante. En la escena, las figuras que la secundan se muestran exultantes. Si bien Rodríguez Larreta profundiza su carisma inerte, el legislador Fernando Iglesias manifiesta abiertamente su gozo. "Lilita" aplaude y se recuesta en el hombro del Jefe de gobierno. Siente la música, hace una mueca de satisfacción, y también goza. "Ella es de la tierra, de mujeres divina" grita Otero en sintonía con el saxo característico de Memphis, la blusera. "Ella es argentina. Como ella no hay", reverbera por todos los rincones.
Carrió, con gesto de condescendencia, dice "Gracias" y parece perdonar tanto griterío. Atrás quedaron los días intensos, de fuerte circulación mediática. Los dichos diagramados y poco espontáneos, han quedado en el olvido. La marcación de porcentajes, paraderos y comparaciones no es importante en esta agenda. Santiago Maldonado es tan solo un nombre y un apellido que sirve para diferenciarse. Pero, acá nadie come vidrio, y una muerte no deja de ser una muerte. Por eso Twitter fue el refugio que encontró la ex líder del ARI, Acuerdo Cívico y Social y Coalición Cívica para salir unos momentos del cetro. Por esta razón también, recibió astutamente las consideraciones de los gurúes comunicacionales de la Alianza Cambiemos. Se mordió los labios y se desconectó al menos unas horas del universo político de campaña.
Pero más allá de esa movida, sus declaraciones infames no generaron repudio general en sus votantes porteños. Por esto, ahora nos mira y agradece. Sonríe, festeja y entrecierra los ojos al igual que la gobernadora María Eugenia Vidal –la otra victoriosa, a pesar de Esteban Bullrich-. La ahora "flor más bella" quiebra levemente la cabeza, propone un oído atento y comienza su discurso de un modo suave. Abraza con las dos manos el micrófono. La confesión parece avanzar.
"La verdad es que estamos festejando algo que es muy profundo y es histórico. Es la victoria de un pueblo", lanza Carrió con serenidad. Su mirada es variada, va y viene por el lugar. "Es un triunfo de ustedes" señala. "Es un triunfo de todos nosotros", agrega. El discurso se despliega. Globos negros, rojos y blancos decoran la escenografía. "¡Idola!" se escucha a lo lejos. Rodríguez Larreta levanta el puño y sonríe, una vez más. Se pone las manos en las caderas y muestra los dientes. Carrió -compenetrada con su papel de oradora- no mueve de lugar el micrófono y lo retiene como a un crucifijo. A medida que precisa las palabras, puntualiza el énfasis con su mano derecha. El viceJefe de Gobierno Diego Santilli -siempre detrás- parece hablar solo. Levanta las cejas y se muestra inquieto.
"Lilita" eleva la voz y desea que "el presidente Macri sea el gran presidente de la historia argentina". El bullicio se vuelve ensordecedor. "No vuelven más, no vuelven más" cantan enrabiados los asistentes. Carrió saluda y saluda sin cesar. Rodríguez Larreta la besa justo en la sien y ella cierra los ojos, cuasi emocionada.
Elisa es la elegida, la que, “con su boca de fuego y un loco deseo, te haría olvidar todas las tristezas y crueldades del mundo”. Es el mesías político construido y el ideario postulado de Cambiemos. En este plano, lo que importa es la felicidad -de ellos- que se consigue en un solo segundo –efímero, millennial, de memoria corta-. Como si estuvieran en una congregación religiosa, los presentes se multiplican en abrazos y besos. El legislador Iglesias salta algo incorrecto en su eje, el vice Santilli ríe fuerte, el Jefe Rodríguez Larreta se toca el pecho y los otros que están en el escenario -los extras para nuestros ojos- se dan la mano y se contienen.
La imagen se vuelve inentendible, las palabras conforman un babel sin sentido. Papeles, papeles, y más papeles de colores. Algunos globos explotan, otros se elevan sin hilo. "Lilita” se escabulle, baja las escaleras y quizás ya vaga por las estrellas, en camino a una entrevista televisiva. Parece flotar. Todos se alejan de la escena y se pierden en la bruma. Parecen flotar. Y sin dudas, flotan.
*Dr. en Comunicación / Docente (FPyCS-UNLP)