¿Quiénes ocupan en Brasil?
Por Santiago Gómez
Desde Florianópolis
El interés financiero avanza en Brasil. Se impone la voluntad de quienes ganan con la especulación, en una sociedad en que las personas progresan siguiendo el orden del embudo, por lo que prima el interés individual sobre el colectivo. Los interesados en participar de la disputa electoral deben someterse a un sistema de candidaturas individuales, que tiene como consecuencia que dentro de un partido las partes no aúnen esfuerzo detrás de un interés común, como obliga la lista, sino que cada uno resta fuerza y pierde potencia al alejarse de los compañeros creyendo que así tendrá posibilidades de ser uno de los pocos que entre al legislativo municipal. Para dieciséis bancas en Florianópolis se presentaron casi trescientos setenta candidatos. La fragmentación facilitó que no resistan el golpe. Mientras Dilma hacía números a lo lejos, el partido estaba preparándose para la campaña a legislativo.
Salieron más a la calle para sacar a Temer que para evitar que tiren a Dilma. Más salieron cuando lo tocaron a Lula. Muchos más en las históricas manifestaciones de junio de 2013, las cuales tuvimos la posibilidad de acompañar desde APU. Manifestaciones que crecieron calentadas por los medios de comunicación. Enero de ese año comenzó con un pequeño grupo de jóvenes de clase media pidiendo no pagar el boleto de colectivo, en una sociedad en la que a los trabajadores los empleadores tienen que pagarle el vale transporte y el vale alimentario. El logo de Ticket Restaurant viaja en la cartera de la dama, el bolsillo del caballero, con chip incorporado. La universidad pública la compone la clase media acomodada, la clase profesional vive muy cómoda en Brasil. Representantes de los estudiantes de la Universidad Federal de Santa Catarina pasan por los cursos denunciando el ajuste del vil rector: sacaron el jugo de naranja del restaurant universitario, donde comen por R$1,5 lo que afuera cuesta $15. Los trabajadores cerraron el comedor el año pasado como parte de una huelga por más de dos meses y los estudiantes no se manifestaron tenían con qué pagar. Viajan por $1,63, cuando el pasaje a la clase trabajadora le cuesta $3,5. Claro, los viajes que no le cubre el empleador. Pero la clase universitaria paga todos sus viajes en colectivo la mitad.
De 2002 a 2015, según el Censo de Educación Básica del Inep/MEC 2015, el número de matrículas universitarias pasó de 3,5 millones a 8 millones de estudiantes universitarios, en un país con 206 millones de habitantes. El 4% de la población accede a la educación universitaria. Catorce años atrás era el 1,70%. El aumento fue posible por la llegada de Lula al gobierno, la entrega de becas a los hijos de la clase trabajadora, política que continuó Dilma, pero para los hijos del albañil y la empleada doméstica la universidad privada. Lula consiguió asegurar un cupo de vacantes en las universidades públicas para negros, pueblos originarios, mujeres y estudiantes de la educación pública, porque el injusto sistema brasilero posibilita que quienes vienen de la educación secundaria privada puedan pasar el expulsivo examen de ingreso a la pública. Contra el cupo resistieron estudiantes, profesores. Se oponen a la discriminación pero crean la discriminación positiva, argumentaban. Entran por negro, no porque hubieran obtenido un buen puntaje en el examen, reprochan. La fuerza vistiéndose de meritocracia. En este país los estudiantes no piden ingreso libre a las universidades.
En base al Censo de Educación 2014 de Brasil, elaborado por el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educacionales Anísio Teixeira (Inep), podemos observar que la desigualdad social de este país también se expresa en el sistema de educación superior y en virtud de esto pronosticar el futuro que pueden tener las tomas, si no se suman los estudiantes de las universidades privadas, donde sí hay sectores populares. El 87,4% de las instituciones de educación superior (IES) del país son privadas. Del 12,6% que son públicas, el 39,6% son provinciales, el 35,9% son nacionales y el 24,5% son municipales. El 45,4% de los cursos de graduación están en la región sudeste: Minas Gerais, Espíritu Santo, Rio de Janeiro y San Pablo. Casi 2/3 en municipios del interior, por el lulismo expandiendo posibilidades. Las 195 universidades de Brasil equivalen al 8,2% de las IES, pero concentran el 53,2% de las matrículas en cursos de graduación. 83,9% son facultades, en su mayoría privada. El 10% de los cursos de educación superior son a distancia.
Según el referido Censo, el alumno típico universitario es mujer, estudia en una universidad privada, en el turno noche, entra con 18 y sale con 23. El 75% de la minoría universitaria estudia en universidades privadas, sólo el 25% en universidades públicas, 1.961.002, de las cuales 1.180. 068 lo hace en universidades nacionales, las más codiciadas. Del 1% de la población brasilera que estudia en universidades públicas, el 0,6% lo hace en federales. Los estudiantes universitarios que están ocupando universidades brasileras son de la pública, no trabajan, muchos están becados, por la familia o por el Estado, no fueron a la calle para evitar el golpe de Estado, por miedo a que los confundieran con petistas, salieron una vez que Temer llegó al gobierno, volvieron a sus casas y con el nuevo proyecto que busca ponerle tope al gasto público vieron peligrar su estabilidad económica por el recorte en las becas y salieron a manifestarse. Los profesores universitarios del sistema público, a quienes también afecta la medida porque supone un tope a las demandas salariales, en su mayoría no se moviliza, continúa como si nada pasara. Tampoco opusieron resistencia a las fuerzas que vinieron a tirar al gobierno que más hizo por la educación superior en este país.
Entre 2003 y 2014 la matrícula en la educación superior aumentó un 96,5%, las matrículas en las universidades federales creció un 102,2%. Sigue siendo poco. Como pocos son los que participan de las tomas, un poco intensos, conscientizados, estimulados por sus profesores que les hacen leer autores europeos que dicen que la salida es por la multitud, que basta de partidos que política se puede hacer en lo micro, en la microfísica del poder. “Antes de tomar una decisión debatamos si una decisión es lo que se debe tomar”. Quienes ocupan son jóvenes que crecieron mirando televisión. Que al poco de ocupar los espacios crean comisiones de cultura. Cierran aún más las puertas de la universidad pública, no buscan el apoyo de los sectores populares, ni de los que también circulan a la intemperie del techo universitario: personas terciarizadass que les lavan los platos en el restaurant, a los que la mayoría no da el buen días ni saluda, los uniformados a quienes les exigen seguridad dentro de los inmensos predios, ante el temor que los jóvenes pobres del los morros bajen para arrebatarles sus bienes. La mayoría de la población no apoya a una minoría que se ilumina con celular.
La política está lejos de la mayoría en un país que por política se entiende juntar votos. Donde las personas escuchan la palabra política y piensan en corrupción. Hasta los petistas, todos miran O Globo. La mayoría interesada en política no entendió que hay que poner el foco en la reforma política, no sólo institucional, sino en la forma de hacer política, las acciones planificadas a desarrollar para construir y sostener una fuerza. Hasta Leonardo Boff destina tiempo a criticar a los evangelistas, a quienes rápido se asocia a intereses económicos sin destacar que son los únicos que aseguran presencia territorial, permanencia en el espacio. El PT se sirvió de la estructura de los cristianos de la Teología de la Liberación, de la que el compañero Boff fue un importante protagonistas. Hombres y mujeres de la Central Única de los Trabajadores, el Movimiento Sin Tierra, construyeron el partido, le dieron fuerza, pero el PT no tiene militancia territorial, perdió fuerza sindical cuando su gobierno atentó contra el interés de los trabajadores, perdió apoyo de los sin tierra organizados con el nombramiento Kátia Abreu, una mujer de Monsanto, al frente del Ministerio de Agricultura.
Los mismos insignificantes sectores sociales que están canalizando la rebeldía frente a la imposición del nuevo gobierno no están pidiendo que se llame a elecciones. No se impone el ¡Direitas Já!, como le gritaba la militancia al último golpe militar contra la democracia, pidiendo elecciones directas, no presidentes que se acordaron entre sectores empresarios, tampoco exige el cumplimiento de la Constitución y recuerda que al frente del Ejecutivo debe estar quien más votos obtuvo. Son unos jóvenes de clase media, indignados, que se agruparon para ocupar algunos edificios de universidades, la actividad no está completamente paralizada. Las ocupaciones comenzaron en los sectores secundarios, donde sí hay sectores populares, los que están completamente ausente en las ocupaciones universitarias, como lo estuvieron en las manifestaciones pidiendo Passe Livre, las manifestaciones de junio de 2013 y las manifestaciones a favor y en contra de Dilma.
Con Dilma Rousseff cayó la credibilidad del modelo de república brasilera, la imagen de fortaleza que se mostraba como modelo al resto de América Latina. La república brasilera cayó como la hondureña y la paraguaya. Están atrapados en la trampa que el sector financiero les impuso para debilitarlos: eligen nominalmente. Les imponen avanzar por separado.
Quien ocupa las universidades es la generación que creció viendo Gran Hermano, tiene sus primeras experiencias políticas, que se despertó con las manifestaciones de junio de 2013, jóvenes de clase media que crecieron encerrados mirando televisión. En asamblea debaten qué desayunan, qué almuerzan, qué van a cenar, dónde se guarda la comida y exageran medidas de seguridad, suponiendo que la policía bajará en helicópteros en los techos y así entrar para sacarlos. Iluminan con luces de navidad los pasillos. Discuten por los que pixaron dentro de la universidad. En Brasil le dicen Pixo a escribir con aerosol. “Pixo es otra cosa, pixar es hacerlo a cara descubierta en el espacio público corriendo el riesgo de que te faje la policía militar ¿qué riesgo corrés escribiendo acá adentro? Lo que estás haciendo no es un pixo, estás ensuciando”, dijo un compañero en una de sus intervenciones asamblearias.
Los medios propagando ocupaciones le recuerdan a Temer quién mada
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