¿Se viene la Banelco II?
Por Juan Carlos Martínez (*)
Una de las variables que la economía de mercado utiliza para defender los intereses del sistema capitalista es la flexibilización laboral. Los ajustes siempre se hacen de abajo hacia arriba, nunca a la inversa. O sea, que los platos rotos siempre los pagan los trabajadores.
Durante el gobierno de Fernando de la Rúa se concretó la reforma laboral arrancada a los senadores que votaron a favor de la ley convencidos por los cinco millones de dólares que se repartieron entre los coimeros. Aquel escándalo que se llevó puesto al entonces vicepresidente Carlos Álvarez fue revelado públicamente por el ministro Alberto Flamarique con una frase que ha quedado grabada a fuego en la historia argentina: “Esto lo arreglamos con la Banelco”, le dijo entonces Flamarique al sindicalista Hugo Moyano y de esa manera blanqueó uno de los mayores actos de corrupción en la vida institucional de este país (1).
Desde que Macri se convirtió en el presidente de los ricos, la idea de una nueva reforma laboral ronda como un fantasma por los despachos oficiales y alimenta la insaciable sed de acumulación de los poderosos grupos económicos que siempre han lucrado con el esfuerzo de los trabajadores.
En su violento discurso en Rosario ante alumnos, padres y docentes del nivel primario, el presidente cargó contra el sindicalista Hugo Moyano y su hijo Pablo, a quienes hizo responsables del encarecimiento del transporte por carretera porque los sueldos de los trabajadores del sector son muy altos.
Está clarísimo que Macri encontró en los Moyano los chivos expiatorios que necesitaba para crear el clima propicio como paso previo a una futura flexibilización laboral. Cargar sobre los trabajadores todo el peso de las crisis económicas producidas por el propio sistema capitalista es un recurso de práctica universal.
Como bien sostiene Zygmunt Bauman al referirse a las consecuencias humanas de la globalización, “el mercado laboral es demasiado rígido, hay que flexibilizarlo. Eso significa volverlo más sumiso y complaciente, fácil de menoscabar y moldear, cortar y amasar, sin que oponga la menor resistencia a lo que se le hace. Dicho de otra manera, el trabajo es flexible en la medida en que se convierte en una suerte de variable económica que los inversores pueden excluir de sus cuentas, con la certeza de que sus acciones, y sólo ellas, determinarán su conducta”.
(1) El arrepentido Mario Pontaquarto reveló que los cinco millones de dólares los retiró de la SIDE y que todos los senadores del PJ –a excepción de Antonio Cafiero- cobraron la coima. El pampeano Carlos Verna, entonces presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, nunca desmintió la versión de Pontaquarto. Como tantas otras, la causa murió en el ancho camino de la impunidad.
(*) Juan Carlos Martínez es periodista, escritor, director del periódico Lumbre y habitual colaborador de esta AGENCIA. Es autor de varios libros y mantiene una columna en Radio Kermés, de Santa Rosa, La Pampa, donde se publicó originalmente este artículo.