Lula: “No se le puede pedir paciencia a quien está con hambre”
Después de casi seis años volvió la democracia a Brasil. Tras un golpe de Estado parlamentario contra Dilma Rousseff y la injusta detención y proscripción de Luiz Inácio Lula da Silva en 2018, Brasil vuelve a tener un presidente luego de una elección democrática. El genocida Jair Messias Bolsonaro dejó el país antes del cambio de mandato, teme que la justicia ordene su detención. La Policía Federal lo considera responsable de haber difundido noticias falsas sobre la pandemia y la vacuna contra el Covid.
El desgobierno saliente no le quiso pasar la banda presidencial a Lula, por lo que el nuevo presidente la recibió de manos del pueblo, representados por un cacique, un joven con deficiencia, un nene deportista negro, un artesano y una cocinera que estuvieron en el acampamento en Curitiba, mientras Lula estaba preso, un metalúrgico, un profesor de portugués y una cartonera, negra, que fue quien le colocó la banda al nuevo presidente.
La ceremonia de asunción fue extensa. Lula primero asumió la presidencia en el Congreso de la Republica, donde dijo que gobernaría para los 208 millones de brasileros, que llegaba al gobierno sin ánimo de revancha, pero quien violó la ley deberá pagar, con respeto a la defensa y el debido proceso. El presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, que votó a favor de la destitución de Dilma y fue un aliado de Bolsonaro en el Senado, tras el discurso del presidente manifestó que Lula encontraría un Congreso progresista y reformista. Pacheco señaló que en las elecciones fue probada la democracia “y pasó la prueba”
Tras el discurso en el Congreso, Lula se dirigió hasta la Esplanada de los Ministerios, donde recibiría la banda presidencial. Había dudas si se dirigiría hasta allá en un carro abierto, por las diferentes amenazas y los ataques de los bolsonaristas a instituciones públicas. Cabe recordar que la semana pasada fue detenido George Washington de Oliveira Sousa, un empresario que colocó una bomba en un camión de combustible que entraría al aeropuerto de Brasília. Al momento de ser detenido, encontraron que el hombre tenía un fuerte armamento. La Policía Federal informó que ayer derribaron un drone que invadió el área protegida para el acto. Las miles de personas que participaron de la fiesta de ayer tuvieron que pasar por una revisión para acceder al área.
Lula viajó en el auto acompañado de su mujer, Rosângela Lula da Silva, conocida como Janja, y el vicepresidente, Geraldo Alckmin junto a su mujer, María Lúcia Guimarães Ribeiro Alckmin. El presidente no usó chaleco antibalas. En una entrevista brindada durante el festival musical que se realizó ayer para festejar el nuevo gobierno, en el que Janja tuvo una destacada participación en la organización, la mujer de Lula dijo que durante la campaña el esposo usó en algunas oportunidades chaleco. Mientras se preparaba la transición de mando, grupos bolsonaristas acamparon frente a cuarteles militares en Brasília, y casi todo el país, y rodearon el hotel donde Lula y su compañera estaban alojados. Después que Lula bajó del “Parlatório”, palco que el arquitecto Oscar Niemeyer diseñó para los discursos presidenciales, se vió a Janja saludar con el puño a los responsables de seguridad del presidente.
No hubo sorpresas en los discursos que ayer dio Lula. Lo que quedó claro es que quiere terminar con el hambre "urgente". “No da para pedirle paciencia a quien está pasando hambre”, manifestó. En el Parlatório comenzó agradeciendo a quienes lo acompañaron acampados en Curitiba, que le dieron los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches los 580 días que Lula estuvo preso. Lula dijo: “Hoy me toca a mí. Buenas tardes pueblo brasilero”. Debo reconocer que también me sentí aludido y también pueden sentirse quienes hacen parte de esta agencia. La Paco estuvo ahí. También cuando lo detuvieron. Cuando llegó en helicóptero a Curitiba, cuando lo soltaron y militando por su regreso al gobierno desde el golpe. Imagino que la sensación que tengo debe ser parecida a la que la mayoría sintió cuando se terminó el gobierno de Macri. Aunque creo que Bolsonaro es peor.
Unión y reconstrucción, con diversidad
El tercer gobierno de Lula, como los anteriores, llega con una amplia alianza. En sus 37 ministerios hay representantes de todos los sectores y enfrentados en algunos asuntos. En Planeamiento colocó a Simone Tebet, representante de los intereses de los agronegocios y en Ambiente a Marina Silva, negra, evangélica y ambientalista, que ya fue candidata presidencial y pedía la independencia del Banco Central. Bolsonaro lo logró. Lula colocó la soberanía como pauta. Veremos si consigue recuperar la herramienta para tener soberanía en la política monetaria.
Para quienes acompañan APU el discurso de Lula sobre América del Sur y su política exterior era lo previsible. Anunció que actuará por la recuperación de la CELAC, de la UNASUR. Repitió la definición de Celso Amorim sobre la política externa de Brasil: altiva y activa. Con respeto pero sin sumisión. En la moral brasilera eso es importante. Brasil es la mayor potencia de la región, entiende que para sus intereses y los de la región, es mejor negociar en bloque con las potencias extranjeras, sea China, Rusia, Estados Unidos o la Unión Europea. Lula llamó a producir procesadores en Brasil, a recuperar la potencia para Desarrollo e Innovación Tecnológica de Petrobras. Con el PT en el gobierno el país fabricaba plataformas petroleras, un submarino nuclear. Una devaluación del 35% como la que hizo Dilma en el 2014, no impactó al otro día en precios y si lo hizo fueron centavos. Brasil tiene una dependencia menor a la Argentina en necesidad de insumos importados para producir. Llamó también a producir fertilizantes, tiene Potasio para eso y en eso depende de la importación, principalmente de Rusia.
La vuelta de Lula al gobierno es la recuperación de la coordinación de la política regional con un conductor al frente. Ni Manuel López Obrador ni Alberto Fernández cumplieron ese papel. Ninguno de los dos tiene la legitimidad de Lula. El presidente lo mostró al momento de saludar a las delegaciones extranjeras que vinieron a la ceremonia. Llamó a Lacalle Pou para sacarse una foto con Mujica y Sanguinetti, y el presidente uruguayo fue y posó para la foto con desgano. No se dignó a despedirse con respeto de sus antecesores.
Lula creó el Ministerio de los Pueblos Indígenas y se lo dio a Sonia Guajajara, que nació en la Tierra Indígena Araribóia, afiliada al PSOL, partido del que fue candidata a vicepresidenta con Guilherme Boulos, líder del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST). Lula anunció política de desmatamiento cero. Sobran hectáreas improductivas. En el Ministerio de Agricultura nombró a Paulo Teixeira, hasta ayer diputado del PT por San Pablo. Juliane Furno, destacada joven economista, referente del Levante Popular, movimiento político ligado al MST, celebró la designación. Teixeira forma parte de la tendencia dentro del PT que conduce José Zé Dirceu, primera víctima del Lawfare en Brasil.
Es el gabinete con más mujeres en la historia de Brasil, aunque no haya paridad. Nombró a la hermana de la concejal asesinada, Marielle Franco, Anielle Franco, en el Ministerio de la Igualdad Racial. En Trabajo y Empleo nombró a Luiz Marinho, exintendente de São Bernardo do Campo, conurbano paulistano, sindicalista, petista de la primera hora, del lugar donde Lula se formó políticamente. El Ministerio de Relaciones Institucionales, coordinador político del presidente, relación con los gobernadores, los movimientos sociales, será ocupado por Alexandre Padilha, que ya ocupó el cargo con 38 años, en el 2009. Coordinó la implantación de Minha Casa Minha Vida y fue el creador del Mais Médicos, cuando fue ministro de Salud. Hijo de padre secuestrado y torturado por la dictadura, médico de formación y petista desde su juventud.
El PT también tiene el ministerio de Economía, donde Lula nombró a Fernando Haddad, exintendente de San Pablo, candidato presidencial durante la proscripción de Lula, que dijo que su candidatura fue “un sacrificio que él hizo”, sabiendo los ataques que recibiría. Haddad es abogado con maestría en Economía y doctorado en Filosofía, que después del golpe a Dilma publicó un libro en el que en el primer capítulo la critica. Es de plena confianza de Lula, fue su ministro de Educación que creó un programa para que los jóvenes pobres entraran a la universidad, cambiando deuda impositiva de universidades privadas por becas.
Lula anunció que volverán los Consejos Nacionales, mesas de negociación con todos los actores involucrados por sector. Su experiencia como sindicalista le dice qué hay que sentar a todos los intereses involucrados para negociar. Brasil tiene el tamaño suficiente para producir sin que se continúe desforestando, dejando a todos contentos. En el Amazônia tendrá un problema: en las tierras demarcadas no solo viven pueblos originarios y la ley impide en la región la actividad económica que no sea para mero consumo ¿A quienes se ven obligados a trabajar en la pesca ilegal o en el garimpo, la extracción mineral del fondo de los ríos, contaminando las aguas, qué alternativa laboral le van a ofrecer? La discusión al respecto será interesante y ahí habrá tensiones dentro del gabinete. El Amazonas también es una región donde los laboratorios están extrayendo sustancias para conocer su potencial.
Bancos públicos para el desarrollo
El presidente anunció que el Banco Nacional para el Desarrollo Económico y Social (BNDES) volverá a financiar el desarrollo de la producción nacional. El Banco fue fundamental para la transnacionalización de empresas como JBS, cuando compró SWIFT se transformó en la mayor empresa de proteína animal del mundo, y Odebrecht, la constructora involucrada en casos de corrupción, en la Argentina con el macrismo, y que llegó a ganar una de cada cinco grandes obras públicas en América Latina.
Al frente del ministerio de Desarrollo, Industria, Comercio y Sevicios, Lula nombró a su vicepresidente: Geraldo Alckmin. Alckmin hoy está en el Partido Socialista Brasilero, pero fue três veces gobernador de San Pablo por el Partido de la Social Democracia Brasilera, que siempre fue a segunda vuelta con el PT, desde el regreso de la democracia, hasta que metieron preso a Lula, ganó Bolsonaro y Alckmin sacó el 1,8% de los votos. La peor elección del PSDB en su historia. Fueron los que más impulsaron el impeachment a Dilma y los que salieron más perjudicados con la Lava Jato, el nombre del grupo de tareas de la operación anticorrupción para detener a Lula, y que el Supremo Tribunal Federal anuló la condena a Lula y el proceso, por la parcialidad del juez Sergio Moro.
Fundamental recuperar las calles
Lula no tendrá problema alguno con que los movimientos sociales se movilicen para hacerles demandas. Lo necesitará. La juventud entre veinte y treinta años que milita en movimientos estudiantiles, feministas, negros, son la generación que participó de las manifestaciones contra la Copa del Mundo, que militó el pase libre en el transporte público para estudiantes, que fueron los grandes movimientos sociales durante el oscuro período que terminó el domingo 1 de enero. Las mayores movilizaciones durante los seis años de golpe lo dieron los movimientos estudiantiles y el feminista. Las mujeres serán fundamentales para presionar al gobierno por medidas de justicia social. Durante la campaña Lula les dijo a las mujeres: no esperen que las llamen, pateen la puerta.
Los movimientos de ocupaciones al menos tendrán respuestas a sus demandas. Lula anunció la vuelta del Minha Casa, Minha Vida. Es esperable también que retomen la ocupación de tierras y edificios. Durante el gobierno Bolsonaro los movimientos prácticamente pararon con las ocupaciones, por los riegos de vida que implicaba. A quienes asustan a la población con la vuelta de ocupaciones del MST, Lula les recuerda que el movimiento hoy es el principal productor y exportador de arroz orgánico. Además de que nunca el MST ocupó una tierra productiva, siendo que el artículo 6 de la Constitución brasilera reconoce la función social de la propiedad.
Para quienes dieron lo suyo para que Lula volviera al gobierno la sensación ayer fue de alívio, el fin de una pesadilla y el inicio de un nuevo tiempo, luminoso, tanto así que Lula terminó rojo del tiempo que pasó bajo el sol. A Niemeyer le faltó sombra cuando diseñó Brasília. Caminar por el área de los ministerios es como tener una estufa encima de la cabeza. Eso no impidió que decenas de miles de personas viajaran desde todos los puntos de Brasil para participar de la fiesta organizada por la vuelta de la democracia.