Cristian Girard: “Este gobierno busca bajarle los impuestos a la clase media ganando progresividad en la recaudación”
APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11 a 13 hs por el canal de Youtube de Gelatina dialogó con Cristian Girard, director Ejecutivo de la Agencia de Recaudación de la provincia de Buenos Aires (ARBA). “Hay que tener una estructura tributaria progresiva y la legitimidad tiene que ver de dónde vas a buscar los recursos y controlar la evasión”, remarcó el economista y docente.
Agencia Paco Urondo: La economía se la presenta con un nivel de complejidad, como territorio para especialistas, y sistemáticamente quienes se pasean por los medios erran. ¿Por qué se presenta como algo tan elevado la economía?
Cristian Girard: La economía claramente es una ciencia social, pero a partir de la década del 70 viene creciendo con mucha fuerza una posición al interior de la disciplina que alimenta las ideas neoliberales. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial habían crecido los Estados de bienestar, con una agenda que tenía que ver con resolver problemas de la gente y sobre todo cómo impulsar el crecimiento económico a partir de la intervención estatal reorientando los recursos a la industria. Es un sector con un multiplicador muy grande, cuando vos invertís ahí genera muchos empleos con buenos salarios y fomenta la actividad sindical.
En la década del 70 se produce un quiebre. Hay un movimiento defensivo de sectores muy concentrados del poder económico global, sobre todo en Estados Unidos que rompe el patrón oro y empieza a emitir dólares para financiar el déficit externo. Con la crisis del petróleo, esos dólares terminan en Medio Oriente acumulados y se invierten en los petrodólares en Europa. Allí comienza un proceso de endeudamiento de los países periféricos. ¿Cómo? La suba del petróleo es un ejemplo, por tener que importar energía, pero también aparecen las dictaduras que implementan planes económicos con una raíz de pensamiento completamente opuesta al pensamiento keynesiano del clima de época previo.
Aparecen los gurúes del libro mercado, que rescatan a Friedrich Hayek, que postulan que hay desregular la economía para que, con plena libertad de movimiento del capital, explotar el crecimiento, con una pata muy fuerte de liberalización financiera para que los capitales entren y salgan sin restricciones. Eso hace muy vulnerables a las economías dependientes de dólares para su desarrollo. Eso le quita una fuente de ingresos al Estado, viniendo de un gasto muy rígido que no se puede financiar con la fuente legitima de recaudación que eran los impuestos a los ricos y a las grandes empresas. Eso se resuelve haciendo un ajuste brutal, con muchos problemas de gobernabilidad, o tomas deuda externa. Ese es el proceso de endeudamiento en América Latina.
En la década del 80 ganan Ronald Reagan y Margaret Thatcher, en Estados Unidos y Gran Bretaña, gobiernos neoliberales por medio de los votos y despliegan una serie de políticas en el mismo sentido. La globalización se vende como pleno libertad de movimiento del capital, tanto para empresas como para capitales financieros y mucho endeudamiento externo. Los dólares circulan sin contrapartida, como lo era el patrón otro, y financian un déficit externo estadounidense tremendo porque desplaza su industria al sudeste asiático y los importa. Fue la idea que encontró el neoliberalismo para sostener niveles de consumo, a pesar de estar desindustrializándose con caída de salarios y deslocalizando su producción.
APU: Todo el discurso de los economistas conservadores contra la emisión no se aplica en Estados Unidos y los países latinoamericanos se endeudaron sabiendo que no se iban a reponer esos recursos.
C.G: Sí, y peor. La pata local de ese proyecto globalizador neoliberal, que son los grandes grupos económicos que vienen de la diversificación de la oligarquía agropecuaria, toma todo el excedente de recursos que logran con la transferencia de trabajadores a propietarios durante la dictadura. Es una caída del salario real de 40 puntos. Lo dolarizan y lo fugan, ahí comienza ese proceso. Se benefician de un Estado que no interviene a regular la economía y, al mismo tiempo, tienen acceso a los dólares traídos por el endeudamiento externo. Financian la dolarización de ese excedente, lo que da lugar a un proceso de desindustrialización y de ruptura del tejido manufacturero, que genera la marginalidad ya en los 90.
El Fondo Monetario Internacional es el garante de este proceso de endeudamiento para recuperar esos dólares por medio de recetas de planeas económicos de ajuste para garantizar el repago, que siempre funcionan mal. Te impone una agenda que no es la de la gente. Ahí empiezan a divorciarse los económicos de las necesidades de la gente. El mundo además está en crisis, aun no resuelta, que puede ser más grave que la Gran Depresión de 1930. Nosotros tenemos que tener la capacidad de desarrollar una agenda propia, relacionada con la gente y con el desarrollo nacional.
APU: La provincia de Buenos Aires es rica pero tiene un gobierno pobre y una recaudación con varias inequidades, además sin la capacidad de emitir dinero. ¿Cómo transita la provincia esta situación de crisis económica global, nacional y los recursos limitados?
CG: Además está el agravante de que durante el gobierno de María Eugenia Vidal funcionó como una rueda de endeudamiento externo del país, y quedó sobre-endeudada. Tras asumir, Axel Kicillof junto a Pablo López, ministro de Hacienda, hicieron un trabajo de reestructuración para mejorar plazos y bajar tasas.
El problema también nace en la década de 70, con el régimen de coparticipación federal. Hay impuestos que se recaudan en las provincias, van a Nación y se redistribuyen. ¿Con qué criterio? Darle a las que más necesitaban para equiparar con las más desarrolladas, que en ese momento era Buenos Aires. Eso cambió mucho con los procesos de los que hablamos. Hay una clase trabajadora que fue degradándose y es muy difícil incluirla en un esquema productivo. La provincia no está en condiciones de dar sino de recibir. Recauda el 37% y recibe el 22%.
APU: En contraste tenes una Avenida de por medio y la Ciudad de Buenos Aires, muy rica y beneficiada por ese sistema que además reclama por la forma en que se hace política. ¿Tiene alguna salid la coparticipación?
C.G: La reforma constitucional de 1994 impone la necesidad de rediscutir el régimen, pero determina que la nueva ley debe ser unánime, por eso es muy difícil que sea aprobada. ¿Qué provincia va a estar dispuesta a ceder recursos? Se fue modificando durante los años 80, pero sin resolverlo, se creó el fondo del conurbano bonaerense y Mauricio Macri volvió a favorecer a la Capital, lo que hoy está en manos de la Corte Suprema. Hay un gobierno rico en la Ciudad más rica y un gobierno pobre en la provincia donde más aguda es la desigualdad.
APU: ¿Dentro de la provincia de Buenos Aires hay sectores que tengan mayor capacidad contributiva y no estén pagando?
C.G: En la firma del Consenso Fiscal Vidal y Macri redujeron ingresos brutos al campo y a las industrias más vinculadas a la materia prima y manufacturera, y se subió la presión impositiva al final, sobre los servicios y el comercio. Eso tiene algún sentido, porque el impuesto se traslada a lo largo de la cadena, pero termina siendo un beneficio para el agro y la gran industria porque reducís los costos financieros.
Además venimos de una provincia que recaudaba mal, a través del uso de regímenes de retención como cobro adelantado de ingresos brutos. Con alícuotas muy altas le voy a estar sacando más de lo que paga de impuestos. La provincia compensó el Consenso Fiscal con mayor presión para esos sectores.
Este año, en relación a la patente, estamos con una propuesta de Ley Impositiva que reduce fuertemente las alícuotas. Venimos de cuatro años de trabajar en eso. Eso es el reflejo. Le bajas los impuestos a las grandes empresas, tomas deuda que se paga con intereses y tenes que generar recursos. ¿Dónde los buscas? En la clase media con impuestos al consumo y al patrimonio muy alto. Reclama porque la presión impositiva es muy alta, que replican las grandes empresas y al votar un gobierno que promete esa reducción sólo lo hace con los de arriba y mantiene o incrementa para la clase media.
Junto a todo ese proceso, en los 90 se da el proceso de descentralización del Estado y se provincializa la educación y la salud, pero sin recursos. Ahí las provincias tienen que generarlos para financiar ese gasto que antes no tenían y crece la presión impositiva sobre los sectores productivos y la clase media. Pagan un montón de impuestos para sostener un esquema rediseñado para favorecer a los más concentrados y trasnacionalizados y en contra de las Pymes, la clase media y los trabajadores.
APU: ¿En algún momento se da que el esquema tributario de la provincia baje sobre los sectores medios y bajos y crezca sobre los altos?
C.G: Eso estamos haciendo. El signo de la gestión Kicillof y de este gobierno en la provincia de Buenos Aires busca bajarle los impuestos a la clase media ganando progresividad en la recaudación. Estamos trabajando en que cada uno pague según su verdadera capacidad en cuanto a lo patrimonial y en ingresos brutos bajando la presión de los regímenes, para no recaudar más de lo que corresponde de los trabajadores, y fiscalizando muy fuerte sectores concentrados para evitar maniobras de evasión y elusión y generar los recursos a partir de un mejor control. Si comparamos hace cuatro años vamos a tener una mejora de la estructura tributaria en el sentido de que estamos recaudando con más progresividad y en un proceso de reducirle la presión impositiva a los sectores medios.
APU: ¿Cómo vio la llegada de Carlos Castagneto a la AFIP?
C.G: Estamos muy alineados en la idea de políticas de redistribución del ingreso financiadas progresivamente. Si le sacas a los de abajo para darles a los de abajo, vas a mejorar un poco porque mueve la economía, pero tiene una limitación. Si le sacas a los de arriba para redistribuir en los de abajo sería mucho más virtuoso porque cerras brechas de desigualdad. Se trata fundamentalmente de garantizar un piso mínimo de dignidad humana.
APU: ¿Cómo es la coordinación con Nación para procesos de revaluación y fiscalización? ¿Cuál es el rol de ARBA en relación a programas como Precios Cuidados?
C.G: Hay una AFIP mucho más activa en fiscalización, tanto en Aduana como en la Dirección General Impositiva (DGI). ARBA coordina ahí sobre jugadores concentrados de la economía, operativos de control en rutas y puertos. Por otro lado, el intercambio de información, que avanzó muchísimo con la gestión ya de Mercedes Marco del Pont, y que es fundamental para detectar indicios de evasión.
Cuando Federico Braun dijo que remarca precios todos los días, con la Subsecretaría de Comercio de la provincia decidimos coordinar con la Secretaría de Comercio de la Nación para un operativo de control sobre supermercados. ARBA abrió procesos de fiscalización en toda la cadena. ¿Qué encontramos? En 2017 la provincia de Buenos Aires para formalizar la actividad de la cadena cárnica ataca las carnicerías, bajándole ingresos brutos para que, de esa manera, sea menos costoso cumplir y empiecen a facturar. Los grandes supermercados empiezan a declarar la venta de carne desde 2018 como carnicerías, y a la gente no le bajó la carne en la góndola. Estamos hablando de 6.000 millones de pesos evadidos. Son siete grandes cadenas, es muy clara la maniobra y les corresponde pagar.
El Estado tiene que ir a recuperar los recursos en los sectores más concentrados. Hay que legitimar el cobro de los impuestos pero bajando la presión impositiva a los laburantes y subiéndola por arriba. Antes estaba la idea de ver cómo secuestraban un auto importado por no pagar patente y así no le pasaba a uno, pero estaban aumentando la presión. Hay que tener una estructura tributaria progresiva y la legitimidad tiene que ver de dónde vas a buscar los recursos y controlar la evasión.