Gabriel Vommaro: “Juntos por el Cambio devoró las posibilidades del radicalismo de ser exitosos siendo radicales”

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Gabriel Vommaro: “Juntos por el Cambio devoró las posibilidades del radicalismo de ser exitosos siendo radicales”

11 Abril 2023

APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11 a 13 hs por el canal de Youtube y Twitch de Gelatina, dialogó con el sociólogo Gabriel Vommaro analizó la situación interna de Juntos por el cambio, a raíz de la presentación de su nuevo libro, junto a Mariana Gené, “El sueño intacto de la centroderecha”. La figura de Mauricio Macri, el rol del radicalismo y el sueño intacto de su proyecto de gobierno y de país.

Agencia Paco Urondo: ¿El discurso “moderado” inicial de Mauricio Macri se fue abandonando a lo largo de su gestión?

Gabriel Vommaro: Hay más un convencimiento en Macri, durante la segunda parte de su gobierno, de que estaba atado de manos y eso le había impedido avanzar todo lo que él hubiese querido. Un primer momento es cuando gana las elecciones medio término, hay una primera idea de que ahora iban por todo. El peronismo, con Cristina Kirchner a la cabeza, pierde con Esteban Bullrich. Había una idea de que habían liquidado al peronismo. Ahí Macri anuncia su agenda de por dónde quieren ir. Es una ruptura con la ambigüedad ideológica que tuvo que formatear dentro del Pro para poder ganar elecciones desde 2005 en adelante.

Lo llamativo es que, al muy poco tiempo, los obstáculos empiezan a mostrarse, tanto los internos como los externos. La primera reforma grande, la previsional, a pesar de ser aprobada tiene un gran costo político. Casi dos meses después de la victoria electoral de 2017. De repente, hay obstáculos en la calle y en el Congreso, coordinados encima, que son más fuertes de lo que esperaban. El segundo obstáculo, en parte externo y en parte autoprovocado, que es la gran crisis financiera que se desata entre marzo y agosto de 2018 y termina por minar toda posibilidad económica del gobierno de Macri y genera el endeudamiento público que aun hoy es un lastre y condicionamiento para el país. 

Esos dos golpes, en lugar de volverlo a la senda de la moderación, lo enojan a Macri y lo hacen tomar un camino más agresivo porque los obstáculos son muy fuertes y porque se quedaron sin recursos para un camino “gradual” de ajuste sin costo. 

APU: En el libro plantean que Juntos por el Cambio encarna un proyecto de centroderecha. ¿Lo ubican por definición de las partes que lo integran o a fuerza de otras posturas políticas que han aparecido en el último tiempo mucho más radicalizadas?

GV: Es una pregunta recurrente, sabíamos que podía venir. Hay dos cuestiones básicas. Una es la aparición de espacios a la derecha de la derecha, que demuestra que todavía se puede ir más allá que Juntos por el Cambio y también que su desafío es interpelar a su vez al votante del centro. Como coalición, siempre la función de los radicales es esa. Conectar con un votante más moderado pero igual fervientemente antiperonista, como el conservador clásico del Pro, pero con valores culturales y algunas ideas económicas más tributarias de la tradición radical, que no era neoliberal hasta el giro con Fernando De la Rúa en los 90.

Tiene componentes de centro y de derecha, por un lado, y además la necesidad de abarcar el centro si quiere ser una coalición competitiva. Aunque ha crecido mucho la derecha en cantidad de votantes y en la complejidad de sus opciones, todavía ser de derecha coloca en un nicho electoral y te vuelve menos competitivo para ganar que, finalmente, es la gran novedad que trajo el Pro a la política argentina. Es un partido de derecha que quiere ganar elecciones y no sólo propagar ideas.  

APU: ¿El proceso de radicalización de Macri contrasta con el video con el que se bajó de la carrera para las elecciones de este año?

GV: No creo que el Macri de ahora sea el de 2015, sino que es el convencido de que el próximo gobierno de Juntos por el Cambio, pase cuando pase, debería ser más definido ideológicamente. En esa cuestión comparte con Patricia Bullrich que se acabaron los tiempos de ambigüedades, porque sus votantes están más consolidados o aceptan más un camino de ese tipo y es también una época menos propicia para las ambigüedades porque, por ahora, se mantiene la polarización y los caminos intermedios han mostrado poca chance de imponerse.

Es más fácil que los ciudadanos no identificados con las dos opciones principales terminen optando por una de ellas frente a la necesidad que ese centro traccione a los polos. Siempre los polos están dominando la escena. Macri se terminó de convencer, lo mismo en parte que Bullrich, con las plazas del “Sí se puede”. De repente, Macri descubre un pueblo macrista o cambiemita, que existe, se moviliza y está dispuesto a defender esa coalición aun con los pésimos resultados de gobierno 2015-2019. Al final de ese camino, con todas las cuestiones, hay un pueblo que se consolida y está dispuesto a gritar que pertenece a esa coalición y está dispuesto a defenderla.

APU: ¿Cuál es la larga marcha del radicalismo dentro de la coalición? ¿Qué tanto lo modifica el convencimiento de Macri y Bullrich? 

GV: Ese drama interno empezó a fines de 2014 cuando los radicales se dan cuenta que la coalición Unen, de la que formaban parte, no era competitiva y que el Pro le estaba robando parte de su electorado. Por eso, en la Convención Nacional del radicalismo de 2015 en Gualeguaychú deciden hacer alianza sólo con el Pro y la Coalición Cívica, y no con Sergio Massa. Es decir, una coalición antiperonista más conservadora, y no antikirchnerista. Con Macri, Elisa Carrió y algunos partidos menores, como el “Momo” Venegas. 

Esa coalición y ese momento marcan una decisión partidaria de hacer un giro conservador hacia la derecha, que no tiene que ver con todas las ideas dentro del radicalismo. Pone a sus votantes a que se vayan acercando a los del Pro. Hoy los votantes de Juntos por el Cambio están más articulados y homogéneos, piensan más parecido entre sí y al programa del Pro que en 2015. No es tan fácil para los “moderados” mostrarse y encontrar un camino dentro del propio espacio que contribuyeron a formar, excepto en algunos distritos, como el de la Ciudad de Buenos Aires. Se autopercibe siempre más moderada, moderna y cosmopolita y ahí puede haber una chance.

En líneas generales, el radicalismo tiene el problema de que la criatura que ayudó a formar creció, fue exitosa y en parte se devoró sus posibilidades de volver a ser exitosos siendo radicales. Les dijeron “¿Éxito o radicalismo? Las dos cosas no se pueden”.    

APU: ¿Cómo es el proceso del vínculo del Pro con el peronismo? ¿Dónde queda ubicado el Frente de Todos en contraposición a esa centroderecha?

GV: El peronismo es un partido nacional popular, que siempre tuvo adentro izquierdas, derechas, nacionalismos, coqueteos con la socialdemocracia en los 80 y una versión neoliberal en los 90. Lo llamativo es la persistencia en el tiempo del giro a la izquierda con el kirchnerismo a partir de 2003. Muchos pensaron que era momentáneo, como el del menemismo, y que se retomaría esa plasticidad ideológica que siempre tuvo. Sin embargo, van veinte años de ese peronismo que incorpora en su agenda reivindicaciones culturales y sociales vinculadas con la centroizquierda, como los derechos humanos y el género.

Sería muy difícil pensar al peronismo de los 90, y hasta el de los 70 y los 80, en esas demandas. Ese giro en lo cultural y social llama la atención por su persistencia y genera, por primera vez, esa consonancia entre una coalición social de izquierda, con base popular y obrera que siempre fue, a la cual le agrega este componente. Hasta hoy sigue permaneciendo y sigue siendo representada por el Frente de Todos. Es una coalición sociopolítica con movimientos sociales, grupos más o menos informales, partidos, el peronismo como gran organizador y el kirchnerismo como el núcleo, con sus grandes problemas en la actualidad.

Lo llamativo es que a esa coalición de centro izquierda le empezó a crecer enfrente una de centroderecha, impulsada por el Pro. Argentina, en los últimos diez años, se parece más a lo que los politólogos decían que debía parecerse históricamente. Un sistema con dos grandes coaliciones con alineamiento programático, es decir del centro para la izquierda o para la derecha, por supuesto con particularidades locales y superposiciones al clivaje peronismo-antiperonismo. 

Funciona de ese modo y organizó la competencia político-electoral de los últimos años. Creo que sigue pasando con grandes problemas, porque las dos coaliciones fallaron en sus últimos gobiernos y eso genera desgastes internos y, además, la aparición de desafiantes externos, como Javier Milei. Es un bicoalicionismo amenazado pero que sigue existiendo. 

En ese sentido, los peronistas del Pro intentaron recrear el peronismo de los 90, que se parecía más a un partido del orden y que, con base popular, consigue apoyo para políticas impopulares, en una coalición de centroderecha. Esa es la gran ambigüedad que tuvo el Pro en toda su historia, de hecho nace con muchos peronistas adentro, pero heredero de los 90 y viudo del menemismo, conservador popular en algunos casos, y se va corriendo cada vez más al antiperonismo porque el tablero se organiza de ese modo. Los jugadores están pero también el tablero por encima. Por ejemplo, sería muy difícil pensar que Miguel Ángel Pichetto pudiera volver, porque parece incompatible con este peronismo y eso es una novedad de los últimos años de la política.

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