Juan Manuel Ottaviano: “La política debe salir de la holgazanería y pensar una reforma laboral a futuro”
APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11:30 a 14 hs por el canal de Youtube y Twitch de Gelatina, dialogó con Juan Manuel Ottaviano, abogado laboralista, quien reflexionó sobre la necesidad de una reforma laboral.
Agencia Paco Urondo: Cristina Fernández de Kirchner se expresó en dos ocasiones, entre otros temas, sobre la situación del mundo laboral.
Juan Manuel Ottaviano: Sí, se refirió a la representatividad de los sindicatos pero no lo ratificó cuando habló en Merlo. Eso está en el documento y dio un pasito un pasito para atrás cuando habló, hasta dijo que fue interpretado como una imputación y no lo es. Primero, cuando habla Cristina en estos temas hay que leerla y escucharla, está tratando de elaborar por lo menos los diagnósticos de algo que empieza a parecerse un programa, lo que viene reclamando. Eso es interesante y creo que se hace rápidamente parte de la conversación. Algunos están hartos de escucharla, yo la leo y la escucho con interés.
Ahora bien, algunas cosas me parecieron interesantes, con otras prefiero discutir. Plantea que hubo cambios en el mundo del trabajo en los últimos años y décadas, y eso configuró nuevas demandas que tienen que ser interpretadas para pensar en un programa o renovación peronista. Ahí hay una orientación política. Ahora, así como venimos de subestimar la existencia o relevancia de la economía popular y crecimiento del trabajo informal, y eso no es bueno, tampoco lo es caer en la subestimación del trabajo asalariado, registrado y sindicalizado que negocia colectivamente porque si no se vuelve una disputa de hegemonías dentro del campo del trabajo de las diversas formas del mismo.
Hay es una fragmentación del mundo del trabajo con estas diversas formas, claramente con un crecimiento de la informalidad, tanto no asalariada como asalariada y no registrada, y esto no alcanza todavía a cambiar la estructura ocupacional, que es lo que creo que está planteando de alguna manera. El trabajo asalariado registrado privado sigue siendo la mayor porción dentro de la estructura ocupacional en Argentina y la mayoría de esos trabajadores negocian colectivamente. Casi el 80% lo hacen y el 40% está sindicalizado, además es una estimación del 2015 que tendría que actualizarse.
APU: ¿Es mucho o poco ese 40%?
JMO: Cuando se hizo la última estimación significaba que Argentina estaba, en términos de tasa de sindicalización, entre los países con más sindicalización del mundo, de la región ni hablar. Otra vez, no por tratar de estimar la economía popular, como creció la informalidad, haya que subestimar la relevancia del trabajo asalariado y registrado.
APU: ¿Considera que el peronismo se negó durante mucho tiempo a discutir la modernización del mundo del trabajo?
JMO: Creo que el desafío es poder pensar esa fragmentación del trabajo que, sin dudas, provoca roces entre las diversas formas de trabajo. Puede ser el cooperativismo, el trabajo comunitario, la economía solidaria popular, el trabajo asalariado informal no registrado o el clásico de overol de fábrica de la manufactura, por decir algunos de los fragmentos. Ahí hay roces, algunos que trabajan como monotributistas quieren ser asalariados registrados, pero algunos otros no porque esa forma de trabajo le ofrece ventajas o beneficios que prefieren.
Eso, en un contexto de caída de los ingresos, genera un malestar que tiene que ser interpretado y pensar las políticas en función de esa fragmentación con una visión integradora. Ahora, tratar de buscar un equilibrio o una manera para homogeneizar ese mundo del trabajo para que todos lo hagan de la misma forma y que nos quedemos en una idea nostálgica de cómo debió haber sido el mundo cuarenta años atrás, eso es más problemático.
APU: ¿Le parece que hay que hablar de reforma laboral?
JMO: Sí, porque la idea está hegemonizada por quienes plantean que es reducción o eliminación de derechos. Reforma laboral no es ni debe ser únicamente eso. Más bien, puede ser haber una alternativa a ese planteo que no sólo incorpore derechos sino que no esté basada en la idea de que con la misma se crea empleo, lo que es incorrecto. Con la modificación de las instituciones y la actualización de las reglas del trabajo no se genera empleo sino que, en todo caso, se orienta hacia un trabajo de mayor o peor calidad. Las reformas laborales precarizan o mejoran la calidad del empleo. Pensamos que sirven para ampliar derechos, fortalecer instituciones y no crear trabajo pero sí orientar la calidad del que se crea para que haya más y mejor.
APU: ¿Esto puede ser el puntapié para que el peronismo se apropie de la idea?
JMO: Sí, una discusión de contenidos en definitiva porque eso es discutir la orientación de una reforma laboral. Si la misma no está en disputa, pasa lo que está sucediendo ahora: la idea de reforma laboral está hegemonizada por quienes piensan que la única manera de cambiar las instituciones del trabajo y los derechos es eliminándolos para bajar costos por todos lados y con eso crear empleo. Eso tiene que ser puesto en discusión y disputa.
Ahora, tampoco la política puede asumir el rol de pensar la reforma laboral para o de los trabajadores. Reforma laboral es la que no conforma ni a empleadores ni a trabajadores por igual. Las políticas tienen que ser planteadas para que se establezca esa negociación y se oriente en función de mejorar y ampliar derechos, pero también reducir costos o dar beneficios a los empleadores allí donde se necesitan.
APU: ¿Por ejemplo?
JMO: Un ejemplo muy claro es lo que pasa con los incentivos a las empresas para reducir contribuciones, lo que se conoce como cargas sociales, y tratar de así generar empleo. Hoy la situación actual es un mosaico de beneficios que están repartidos por zona, actividad, sector y tamaño con la expectativa de que se formalice trabajadores, pero es tal la composición que finalmente no se terminan concentrando donde se necesitan.
Se necesitan en las microempresas. No hay alta informalidad en las grandes, tampoco en las medianas ni tanto en las pequeñas. Se concentra en las pequeñísimas. Hay que sacar algunos beneficios que están repartidos por todo el mercado de trabajo para empleadores y dar allí donde se necesita en las microempresas. Eso, por lo menos lo que estamos planteando en Fundar, que es orientar esos beneficios de manera adecuada, requiere pensar una reforma laboral integral. Es sólo un contenido el que estoy acercando.
APU: Por otro lado, la Confederación General del Trabajo (CGT) estuvo manteniendo reuniones con el Gobierno Nacional sobre la reglamentación de la reforma laboral incluida en la Ley Bases. ¿Qué tanto puede influir?
JMO: Comparto un análisis previo de porqué pienso que esta reforma laboral no es todo lo que el gobierno había planteado inicialmente. En gran medida, esa distancia que hay entre el planteo del DNU de diciembre, que era una reforma laboral orientada a refundar y cambiar el paradigma de las relaciones laborales en Argentina, y lo que se aprobó en la Ley Bases, hubo dos paros de la CGT y de todas las centrales sindicales en unidad, la CGT participa de varias movilizaciones, como la marcha universitaria y de las mujeres, una presentación judicial que logra frenar el DNU, se cae una sesión para probar el primer texto y luego viene otro.
Lo que queda de la reforma laboral me parece que no conformó a muchos de los que tenían la ilusión de refundar Argentina de cero y hacer una suerte de reforma constitucional a través del DNU y la Ley Bases. Creo que ahora, en todo caso, lo que queda para discutir de la reglamentación puede orientar algunos detalles de la aplicación de eso que quedó. Por ejemplo, cómo se aplicaría el fondo de cese, que es una manera de recaudar para pagar indemnizaciones. Si va a ser libre para todas las actividades, pudiendo bajar la indemnización por despido, o discutido convenio por convenio pero en ningún caso se va a poder reducir la indemnización dispuesta en la ley.
APU: ¿Es poco?
JMO: No, no por casualidad hay una interna abierta en el gobierno entre Jefatura de Gabinete, ministros, secretarios y fuerzas internas tratando de ubicar a la CGT en algún lugar de la discusión. Creo que en este caso la CGT está tratando de orientar esa discusión en favor de los trabajadores, después si negocia más o menos ya es una cuestión atendible. Ojalá ese debate se hubiera dado abiertamente en un marco de diálogo social más institucionalizado y no tanto tras bambalinas en secreto. Eso creo que no sirve a nadie, sólo al gobierno.
APU: ¿Hablar hoy de representatividad de los sindicatos no es, de alguna manera, una forma de no hacerse cargo de no haber podido conducir el debate de una reforma laboral con anterioridad?
JMO: Hay una discusión de diagnóstico, como la que venimos llevando, socialmente abierta, que prácticamente discuten todos, sobre si el trabajo está precarizado o hay bajos ingresos porque ocurrió algo, llámese tecnología, evolución de las relaciones laborales, ubicación de Argentina en la división del trabajo en el mundo, etcétera, o sólo es una cuestión de falta de crecimiento estable. Es importante distinguir qué consecuencias tienen ambos fenómenos porque los dos ocurrieron.
Si no hay crecimiento económico estable durante varios años no hay manera de que se incluya a mayor cantidad de trabajadores en laburos de calidad en actividades asociadas a la exportación donde haya mejores ingresos y mayores beneficios. Es una condición básica, pero tampoco hay que atribuir a la falta de crecimiento esa holgazanería a la hora de pensar qué instituciones del trabajo y qué nuevos derechos se requieren cuando hay crecimiento.
APU: Ese es el escenario a pensar.
JMO: Cuando hay escasez, crisis, recesión y todo se cae, no hay negociación colectiva ni derechos nuevos que aguanten. Si metes una reforma laboral que te precariza el trabajo el resultado es peor, pero qué reforma laboral vamos a pensar para los periodos de crecimiento. ¿Qué instituciones del trabajo no estaban fortalecidas cuando hasta hace poquito tiempo tuvimos una etapa de breve crecimiento? No teníamos instituciones, como la del salario mínimo, lo suficientemente fortalecidas para empujar los ingresos de los trabajadores asalariados más pobres hacia arriba.
No estuvimos a tiempo pensando como teníamos que repensar la institución del salario mínimo. Algo parecido pasó con las plataformas, la economía popular, el trabajo independiente, el monotributo. Hay varias instituciones, formas y derechos que tenían que ser repensados a tiempo y cuando hubo crecimiento no lograste orientar la creación de trabajo hacia mejor calidad porque no tenías las herramientas. Ojo con la holgazanería de no, ahora, volver a pensar una reforma laboral pensando en el futuro. Siempre con un poco de optimismo y que, tarde o temprano, vamos a encontrar la manera de generar un crecimiento adecuado, pero ahí vamos a necesitar herramientas nuevas.
APU: ¿Nuestra realidad efectiva actual es producto de herramientas que quedaron a mitad de camino, más allá del contexto económico complejo?
JMO: Sí, coincido. Hay varios puntos de partida en todo el mundo del trabajo y tienen que ser señalados. Por ejemplo, relacionado al trabajo y educación, las políticas de becas para retener a los jóvenes en la educación media y en la transición a la educación superior y universitaria para que no sean lanzados al mundo del trabajo tan aceleradamente, sino que puedan terminar sus estudios con ayudas económicas. Eso es un punto de partida, no me van a convencer que hay otro, como arrojar a pibes de 16 años al mundo del trabajo porque hay que administrar la transición entre educación y trabajo y eso quiere decir que los tenemos dejando la educación media o universitaria.
Yo tengo un punto de partida que son las Becas Progresar, hay que pensarlas mejor. Todavía queda una sintonía fina por hacer en muchas políticas, sí. Ahora, ¿cuál es la consecuencia de no señalar esos puntos de partida de manera adecuada? Cuando las instituciones y los derechos no están renovados, modernizados, actualizados y fortalecidos, incluso los sindicatos, cuando no logran representar todo lo que quisieran, te agarran frágil, te pueden voltear la negociación colectiva, los derechos más básicos del trabajo, y una reforma constitucional vedada.
Después no tenés margen para la sintonía fina, repensar e innovar en regulaciones pensando en las nuevas demandas sino que tenés que hacer otra refundación y volver a empezar de cero, como sucedió en gran medida en 2003, que hubo que recuperar la negociación colectiva para volver a sentar a los trabajadores y a los empleadores en una mesa a negociar condiciones de trabajo y salario. Eso es muy costoso, no es gratuito no hacer a tiempo a pensar cómo fortalecer las instituciones del trabajo, innovar en nuevos derechos y, sobre todo, prever las consecuencias. Por lo menos aprovechemos el tiempo para pensar qué hacemos de acá uno, dos, tres o cuatro años para las políticas y para la política, ni siquiera para el peronismo sino para todos.