Milei ante el Congreso: un discurso repetitivo, para los propios y sin propuestas para la gente
El presidente Javier Milei abrió las sesiones del Congreso a las 21 puntual. Un horario inusual, pero es lógico: no deseaba que haya movilizaciones. Incluso se pronosticaba lluvia. En el oficialismo, y sorprendentemente en la oposición, había quiénes lo justificaban. “Es un horario mejor para la televisión”. Esto tendría sentido si hubiera obsequiado a la sociedad con propuestas de mejoría social, seductoras, que amplíen su base electoral. Spoiler: exigió más sacrificio y dolor.
Claro que en menos de 90 días, el presidente se ha caracterizado por negar sus zafarranchos. El blooper más notorio fue cuando su propio bloque devolvió la Ley Ómnibus a comisiones, derogándola de facto. Algo que los libertarios se enteraron en vivo en LN+. Luego el oficialismo pretendió construir un relato donde Milei mismo había pedido que se bajara la ley, porque implicaba mancillar sus más altos valores. Volviendo: el gobierno convocó a las 21 para evitar protestas y porque se encuentra a la defensiva, algo fácil de corroborar si se presta atención a su discurso.
Este tuvo dos partes: en la primera, el casette del Estado es ineficiente y el ajuste inevitable. Esto es algo que Milei repite desde su época de panelista en Sin Codificar, cuando discutía con Yayo. Sobre el final, a las 21.50, algún asesor le metió las palabras “diálogo” y “consenso”, como antesala de una propuesta a los gobernadores. Allí les intercambiaba ayuda financiera por apoyo político, en lo que denominó “el Pacto de Mayo”. Rápidamente fue acusado de extorsión, dado que primero los jefes provinciales debían promover la aprobación de una segunda Ley Ómnibus.
Para el 25 de mayo faltan casi tantos días como los que transcurrieron desde su mandato. Es decir, derrotado políticamente, con una inflación que alcanzará los 60 puntos en su primer trimestre de gobierno, y la poderosa sospecha de una devaluación inminente (tal como lo indican el Rofex y las expectativas de los sojeros), el presidente necesita ganar tiempo. Alguna excusa que evite que su imagen siga cayendo 5% mensualmente. Para fines de mayo, Milei tendría menos votos que los que sacó en la primera vuelta de octubre.
El pacto mismo también es un movimiento defensivo. No solamente porque intenta reconstruir su vínculo con los gobernadores. Es una respuesta explícita a los movimientos de Axel Kicillof. El titular bonaerense renunció a los cantos de sirenas del secesionismo y busca articular un gran frente nacional. Por eso se solidarizó con cada protesta de sus pares: sea el cordobés Martín Llaryora, sea el chubutense Ignacio Torres. En el mismo sentido, este miércoles 28 hubo un encuentro de diez ministros provinciales de desarrollo social cuestionando la ausencia del Estado nacional, promovidos por su par bonaerense, Andrés Larroque.
En su discurso del 1 de marzo, Milei reconoce tácitamente que se le termina el tiempo. Podría haber propuesto algún alivio para la castigada sociedad argentina, pero no.