¿Qué quedó del sindicalismo combativo de los 90?

¿Qué quedó del sindicalismo combativo de los 90?

13 Octubre 2012

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Por Enrique de la Calle

Durante los noventa, los gobiernos peronistas de Carlos Menem impusieron políticas neoliberales, que los sectores dominantes venían ensayando desde el comienzo de la dictadura genocida en 1976 con la desarticulación del Estado de Bienestar vigente las tres décadas anteriores.

El proyecto político gobernante suponía una alianza entre los grandes empresarios nacionales y extranjeros, parte de los sectores medios y una porción de la CGT. Menem llegó al poder con los votos históricos del peronismo aunque la composición de ese perfil electoral se fue modificando durante la década, producto de la desindustrialización, el desempleo y el aumento de la pobreza.

En 1992, dos gremios estatales muy fuertes, como ATE (empleados públicos) y CTERA (docentes), emprendieron una escisión definitiva de la CGT y crearon la CTA, a la que concibieron como un armado que pretendió ir más allá de lo estrictamente sindical. En 1994, se constituyó el MTA, que no rompió totalmente con la Confederación General y que estuvo integrado por Camioneros, Transporte, Judiciales, Aeronavegantes, entre otros. El grupo estuvo liderado por Hugo Moyano y Juan Manuel Palacios (de UTA). Los dos sectores (CTA y MTA) cuestionaron el perfil neoliberal del menemismo, como también la complicidad de la conducción cegetista.

En la segunda parte de los 90, tanto MTA como CTA confluyeron en la práctica con las organizaciones piqueteras que se multiplicaron en el país a partir de la extensión del desempleo en diferentes centros urbanos. Esos tres actores fueron el mejor rostro de la lucha popular contra el neoliberalismo y fueron protagonistas de los hechos que concluyeron el 19 y 20 de diciembre de 2001.

En 2002 la llegada de Eduardo Duhalde a la presidencia, pero sobre todo el arribo de Néstor Kirchner al Gobierno en 2003, obligaron a todo el espectro político, militante y sindical a repensar qué significaba el escenario que se construía en el país. ¿Mera continuidad o nuevos tiempos? Las fuerzas políticas que mencionamos se vieron interpeladas por ese debate durante todo el kirchnerismo y sigue en la actualidad.

En el caso de los piqueteros, las principales organizaciones se sumaron al llamado propuesto por Kirchner. Por su parte, la CTA tuvo una relación más ambigua, donde no pocas veces primó la desconfianza hacia el presidente patagónico, sobre todo a partir del liderazgo de Víctor De Gennaro. Se cuenta que incluso el ex mandatario brasileño Lula hizo gestiones para acercar a las partes, sin mayor éxito. En 2006 fue designado Hugo Yasky al frente de la Central, que bajo su conducción acercó posiciones al Gobierno (manteniendo las críticas). Las subterráneas diferencias entre los dos grandes gremios del espacio, CTERA (Yasky) y ATE (De Gennaro – Micheli) se hicieron públicas después de una elección de autoridades en 2010 que concluyeron con la fractura de la CTA. La línea conducida por Micheli marchó a Plaza de Mayo el miércoles pasado.

En el caso del MTA, ese movimiento se acercó rápidamente a Kirchner. En 2004, volvió a integrar la CGT; ese año Moyano fue elegido titular de la principal central de trabajadores del país. El moyanismo acompañó todas las diputas que el kirchnerismo dio en este tiempo. En 2008, en pleno conflicto por la 125, el Camionero y sus aliados movilizaron cada vez que fue necesario miles de trabajadores para apoyar al Gobierno Nacional. En 2009 y en 2011, llenó la avenida 9 de Julio para pedir por los triunfos electorales del kirchnerismo en las legislativas y en las presidenciales, respectivamente. Ese apoyo no era casual: durante el período, los trabajadores argentinos y sus organizaciones mejoraron notablemente su poder económico y político.

La historia reciente es más conocida. Luego de la victoria de CFK, se acentuaron las diferencias entre el Ejecutivo y el moyanismo. En el último tiempo, Hugo y otros dirigentes cercanos cuestionaron abiertamente el liderazgo de Cristina y se ubicaron fuera del espacio de articulación k. Incluso en los últimos meses criticaron políticas que antes habían defendido. Como ya ocurrió otras veces con el sindicalismo nacional, el moyanismo dio un mal paso en el salto de lo sindical a lo político. Ese traspié lo sufre ahora. El pasado miércoles, gremios moyanistas marcharon a Plaza de Mayo junto a sectores variados como el PO y la Federación Agraria, en una modesta convocatoria.  

En simultáneo, otros dirigentes históricos del MTA se expresaron en la disputa a favor del Gobierno. “De ninguna manera este es un gobierno que hay que confrontar”, aseguró por ejemplo Horacio Ghilini, del Sadop, en diálogo con AGENCIA PACO URONDO. Muchos de los gremios que integraron aquel foco de resistencia consideran que este proyecto político levanta las banderas por las que lucharon.

Así las cosas, emergen diferentes preguntas: ¿Qué expresan esos debates que tienen lugar al interior de las organizaciones que lucharon juntas en los 90? ¿Incapacidad política de sus dirigentes para comprender el momento histórico? ¿Limitaciones del proyecto kirchnerista para contener fuerzas sociales y demandas populares? En este dossier tienen la palabra diferentes dirigentes sindicales. Escuchar lo que tienen para decir puede servir para responder estos interrogantes.