11 años sin Luciano Arruga: “Él nos enseñó qué es la dignidad, negándose a robar para la Policía”
Por Garganta Poderosa
Acá de nuevo, cuando parece que nos gana el cansancio, cuando nos sentimos perdidas, cuando nos creemos vencidos, cuando nos baña el sudor, cuando nos inunda la bronca, cuando resulta demasiado grande el enemigo y casi bajás tus brazos para dejar de luchar, hay un brillo particular que nos vuelve la máquina mental a la conciencia. Se trata de la luz que emanan los ojos y la sonrisa de un negrito villero, un pibito de 16 años que nos sigue marcando el eje y el camino hace 11 eneros. Él nos enseñó qué es la dignidad, negándose con vehemencia a robar para la Policía, poniendo su propio cuerpo en rigor a la verdad. Luciano cartoneaba haciéndose unos mangos para llevar a su casa, nos enseñó lo que es la pasión con su fanatismo desquiciado por River, jugaba con sus amigos a la pelota en su barrio, el 12 de Octubre, en Lomas del Mirador. Y de ahí no se fue. Nunca.
Acá de nuevo, hoy, en su plaza, nos embanderamos desde cada uno de los barrios que vemos en su foto un espejo. En esta misma canchita, él soñaba con un monumental lleno jugando mano a mano con el Enzo. Acá de nuevo, en las calles que disfrutó, que conoció, que laburó y que fueron testigos de cómo lo torturaron, verduguearon y lo dejaron tirado, solo, con miedo, descalzo, golpeado, desorientado, para después hacernos pasar a todos como boludos, preguntandonos qué mierda hacia cruzando así. Ja. Buenos sí, giles no.
Acá de nuevo, con la fuerza de Moni y el empuje de Vanesa, que lo buscaron incansablemente, pero incansablemente en serio durante cinco años. En septiembre de 2008, Julio Diego Torales le había fracturado las costillas durante otra sesión de torturas en ese mismo destacamento; en 2014 lo reconocieron por eso, enterrado como NN en el cementerio de Chacarita. Acá de nuevo, gritando por justicia con una familia que son muchas voces víctimas de la represión estatal y que no se callan más. Y exigiendo un juicio político al juez Gustavo Banco y las fiscales Roxana Castelli y Celia Cejas Martin, responsables por encubrimiento y complicidad judicial, por la pérdida de pruebas irrecuperables, manteniendo casi fuera de la investigación a la Bonaerense y a los responsables políticos que sabían, claro que sabían. Mientras, hostigaban, amenazaban y perseguían a la familia... ¿Ahora entienden por qué los testigos tienen la identidad protegida? Acá de nuevo, para que Eduardo Néstor De Lazzari, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires se haga responsable de lo que le corresponde: de esclarecer el caso. Acá de nuevo, firmes en esta lucha, abrazadas y abrazados marchamos porque nunca deja de doler la impunidad.
Acá de nuevo, donde hay que estar siempre para no olvidar jamás: 11 años encontrándonos en Mosconi y General Paz.