Caso Alejandro Cohn: de la violencia en el hospital al encubrimiento político
Hace aproximadamente un mes Mariano Cohn, productor, director y guionista, fue invitado al programa de Mirtha Legrand. Allí, tal como se propuso hace algunos años, aprovechó el espacio para reclamar por la muerte de su hermano Alejandro, de 35 años. Según denuncia la familia, se trata de un caso de mala práxis seguido de encubrimiento que, en los términos planteados por Mariano, involucra desde la directora del hospital hasta el intendente local.
El 27 de julio de 2015 Alejandro se dirigía en moto a jugar un partido de fútbol con amigos hasta que comenzó a sentirse mal. Era diabetico, insulinodependiente, y había tenido una baja de azúcar, aunque no era la primera vez. Tras ser ayudado por una madre y su hija, solicitó en un kiosco que le guardaran su vehículo y fue trasladado en ambulancia al Hospital de San Isidro “Melchor Ángel Posse”, al que ingresó por sus propios medios -al sector de guardia- y en el cual respondió de forma correcta las preguntas de protocolo.
Al rato llegaron sus padres que, al verlo en camilla y sin ser atendido, reclamaron y suplicaron en varias ocasiones hasta que fue llevado a la sala de shock por un paro cardiorespiratorio. La familia nunca recibió informe alguno del estado de salud de Alejandro durante más de tres horas, ya estando ubicado en terapia intensiva. Lo encontraron con síntomas de golpes, una traqueotomía hecha y coma inducido. Tras otros dos días sin recibir información, y consulta médica externa mediante, solicitaron el traslado al Hospital Italiano, donde luego de revisarlo indicaron fracturas varias y muerte cerebral.
Mala práxis
El 29 de julio Alejandro fue desconectado y el médico Sergio Gianassi, quien lo había recibido, presentó la denuncia contra el hospital municipal por muerte dudosa. La investigación quedó a cargo de la fiscal Carolina Asprella, bajo la hipótesis de homicidio culposo, quien citó a declaración indagatoria a las y los médicos implicados. Peritos y testigos confirmaron que no tenía ningún cuadro de gravedad cuando ingresó al Hospital de San Isidro. El Cuerpo Médico Forense de la Ciudad de Buenos Aires ratificó el fallecimiento por hipoxia, debido a falta de atención clínica, y corroboró las lesiones, ya verificadas en el informe de la autopsia, atribuyéndolas a la estadía en guardia y terapia intensiva.
En 2018 Mariano aseguró que, para él, únicamente había dos hipótesis posibles: la primera sugiere que no recibió atención adecuada y que, al intentar reanimarlo, ya era tarde y sólo empeoraron la situación; la segunda apunta a que las lesiones fueron forzadas para intentar encubrir la muerte, adjudicándosela a un supuesto accidente de tránsito, descartado por las pericias judiciales. En ese entonces, Mariano Cohn, que ya había desestimado la demanda civil, afirmaba también tener su teléfono pinchado.
El elemento central, que le quita contundencia a las pruebas, es la desaparición de material del hospital que podría haber sido relevante, lo que motivó otra denuncia penal. Tras un allanamiento, se encontraron con los faltantes del libro de enfermería de la guardia y de la sala de shock, por lo que no había continuidad descriptiva en su historia clínica. En total hay nueve médicos acusados, algunos de los cuales siguen aún hoy en la institución. Por último, se requirió la elevación a juicio oral, a cargo del juez de garantías Esteban Rossignoli, del Juzgado N°4 de San Isidro, quien todavía no ha determinado una fecha para el mismo.
Encubrimiento
El municipio, a cargo del radical Gustavo Posse -que el año pasado dejó su lugar a Ramón Lanús tras más de dos décadas en el poder-, nunca investigó ni colaboró con la causa. La decisión oficial fue sostener la hipótesis del accidente en moto. Tanto Juan Aníbal Viaggio, subsecretario de Políticas de Salud y Tecnología Médica, que dijo que Alejandro había ingresado al hospital con fiebre y glóbulos blancos altos -aparecieron posterior a la traqueotomía- y también meningitis -inexistente en la autopsia-, como Eduardo Prado, secretario de Salud, que firmó un comunicado, publicado en la cuenta oficial del municipio, alegando que había fallecido quince días después, y que fue borrado por ser falso, han intentado desviar el foco de la investigación y de las responsabilidades, al menos, políticas.
En paralelo, la Asociación del Personal Superior y Profesional de la Municipalidad de San Isidro, con diversos posteos en Facebook, señalaba el uso político electoral del caso -dados los comicios legislativos de 2017- y, entre chicanas, sostenía la versión del accidente, repetimos, descartado por las pericias. La discusión llegaría a trasladarse al Concejo Deliberante, donde sectores opositores reclamaban que Posse no había dado a conocer lo sucedido y que, de hecho, lo negaba. No mucho tiempo atrás, el intendente ya se había visto forzado a reconocer la presencia de casos de tuberculosis en San Isidro.
Tanto el peronismo como ConVocación -que hoy respalda a Lanús- presentaron un pedido de informes para esclarecer los hechos, en el que además exigían que el municipio aclare si había recibido otras denuncias similares por mala práxis, cuestión que remarcaba Cohn cada vez que podía. Si bien intentaron demorarlo, al girarlo a la comisión de Interpretación y Reglamento y no a la de Salud Pública, sesiones más tarde saldría, aunque no sin otras polémicas. El expediente fue modificado por el oficialismo tras la lectura de una carta donde Mariano señalaba responsabilidades. Para colmo, como parte de dicha bancada se hallaba Susana Guidi Rojo, directora del hospital en licencia, quien nunca dio su versión de los hechos. Los pedidos nunca fueron respondidos por el intendente Gustavo Posse.
De esta manera, ocho años y medio después, todavía no ha iniciado el juicio por la muerte de Alejandro Cohn. Además, al menos hasta el momento, la nueva gestión municipal a cargo de Ramón Lanús no ha dado muestras de querer cooperar con la causa ni con la familia. En el medio, un sistema de salud centralizado en dos hospitales municipales que no dan abasto, con una cantidad insuficiente de profesionales con sueldos insuficientes y muchas veces tercerizados. Las casi “bodas de plata” de Posse han dejado en claro su lema, por demás marketinero, a lo largo de los años: “San Isidro es distinto”.