"En los 70, las madres parían en la ESMA; las presas de hoy, esposadas"
Por José Cornejo y Boris Katunaric
AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué actividad desarrollaban en la cárcel?
CELESTE BADIE: En el final de mi condena tenía un oficio, hacía el curso de teatro y salíamos a jugar a la pelota. Al principio no, porque no me dejaron ver a mis hijos durante dos años. Entonces me la agarraba con cualquiera. Al final de mi condena, estuve en la U46 (San Martín) y de ahí me querían mandar a Bahía Blanca. Dije “me pongo las pilas” y fue muy difícil porque me tocó un penal nuevo y eso lleva un montón de cosas horribles, todo el día encerradas. Las profesoras de teatro ayudaron mucho, también los de la capellanía. La capellanía es la iglesia católica dentro de las cárceles.
CAROLINA IANNUZZI: Yo llegué ahí porque tenía una experiencia previa con gente privada de su libertad pero no dentro de los penales. Era un taller de teatro en la Iglesia de la Santa Cruz, venían internos de la U19 de Ezeiza. Con Mercedes Ferrería dábamos clases en un centro educativo en la villa de La Cava (San Isidro) e hicimos onda con un cura que estaba ahí y conocía una capellanía. La monja a cargo, Cristina, nos dice “no salgan solas porque el servicio (penitenciario) las va a verduguear. Acompáñennos a una clase de catequesis”. El acompañamiento era lógico en una primera etapa. En la U46 llegó a funcionar un desarmadero de autos, un cachivache, ni los mismos penitenciarios quieren laburar ahí.
APU: ¿Cómo es la situación de los penitenciarios?
Badie: Están apenas medio escalón arriba que una presa porque ese trabajo es para toda su vida, están pagando una perpetua por plata que no les sirve, lejos de su familia. A veces son campesinas que te terminaba dando un poco de lástima. Me acuerdo una vez una gordita que se le rompió el sapo (candado) y quedó encerrada adentro del pabellón. La pasó mal porque la verdugueraron mucho y además la sancionaron. Hasta tuvo que pagar el candado. Igual en ese momento, cero lástima. Ahora, ya estoy un poquito más tierna. (Risas)
PEPO: Ingresás y si no conocés a nadie sos re-pollo. Yo tuve la suerte de ingresar al rancho de Pisulo, un amigo nuestro. Es todo nuevo.
Badie: No estás tranquila en ningún momento. Yo trataba de pasar desapercibida.
Pepo: No solo con los penitanciarios sino con los mismos presos. Algunos están entongados con la yuta. Los penitenciarios ven que tenés zapatillas de una luca y ellos no se pueden comprar eso. Pispean la visita, saben de qué clase social sos y te mandan a explotar a un gato, alguien que trabaja para la policía. “Andá a timbrearlo al Pepo”, andá a visitar a la familia a amenazarla con que te pueden pasar cosas adentro de la cárcel. El penitenciario se lleva un par de zapatillas y a los pibes les dan una caja de bártulos (pastillas de psicofármacos). Así empieza la guerra entre los presos y la guerra yo se la quiero hacer a la policía que es la que me trajo a la cárcel.
APU: No podían hacer música.
Pepo: En Marcos Paz no podíamos ir ni al colegio, porque había bronca entre pabellones. Nos dejaban encerrados y el servicio se evitaba laburar.
Badie: En la U46, había una movida de “no violencia” y te dejaban todo el fin de semana encerrado. ¿Sabés lo que era el dolor de cabeza? Eso lo tuvieron un mes hasta que estalló un re-bondi.
APU: ¿Cómo pudo volver a la música, Pepo?
Pepo: Mediante un traslado a Ezeiza. Es lo mismo que Marcos Paz, hay un poquito menos de hambre porque las familias están más cerca. Vi en Marcos Paz pelear por una trincha de pan. Me comentan que estaban armando un grupo de música. Pensaban que yo sabía tocar la guitarra, el teclado, pero no sé tocar ni la pandereta (risas). En cambio, le pedí ayuda a Víctor Hortel, en ese momento a cargo de la Dirección Nacional (de Servicio Penitenciario). Tuve una charla con él, me dijo que me iba a dar una mano pero que lo tenía que organizar yo.
APU: ¿Tenía que pelearse con el sistema penitenciario?
Pepo: Tenés que renegar, porque a ellos les conviene que estés todo el día en pedo, que cachivachees porque así tienen una excusa para cagarte a palos. O se sentían zarpados porque yo les decía “¿llamás a Educación que tenemos que ensayar? Y me contestaban “yo no soy gato de nadie”. Te contestan así para que vos saltes. En una requisa, abrieron el grifo de la manguera de los bomberos y llenaron de agua el cuartito de la Capillanía donde estaban los instrumentos musicales.
Badie: Cuando contestás, sanción. Leve, siete días; grave, quince días en buzones, sin luz, sin vidrios, sin nadie.
Iannuzzi: Cada vez que tenemos función, los pibes saben que al volver a la celda está todo roto por una requisa. En los penales sin maternidades, que son la mayoría, a las embarazadaslas las aíslan en un buzón.
Pepo: Un día estábamos ensayando y vino Patricia Bullrich, Gabriela Michetti y un par más. Nosotros íbamos a tocar al penal de Devoto, al museo penitenciario, también había otra banda integrada por Eduardo Vázquez, ex Callejeros. Nosotros estábamos al tanto que le habían hecho historia a Víctor Hortel, cómo puede ser que los presos salgan. Les pedí que no lo tomen como un libertinaje si no como reinserción laboral, que traten de no poner trabas. Ellos me dijeron “quedate tranquilo, todo tipo de actividad cultural, de reinserción la vamos a respetar”. Al otro día sale una solicitada en Clarín diciendo que iban a pedir el cese de las actividades culturales, de las salidas transitorias y laborales.
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APU: ¿Para qué sirve la cárcel, esta cárcel?
Badie: No me sirvió para nada pero pensar en ese lugar me lleva a no repetir las cosas que hice anteriormente.
Iannuzzi: Para encerrar genocidas y violadores, nada más. En siete años tuve una sola alumna de clase media, y el resto son pobres, la mayoría sin condena.
Pepo: Para nada, la cárcel es un lugar de depósito. La vida la tuve que cambiar yo, dejar de drogarme, dejar de lado un personaje, haciendo terapia de rancho. El servicio penitenciario no te da eso, renegás hasta para ir al médico.
Badie: Pepo estuvo en cárceles federales y yo en una bonaerense y los dos hablamos de lo mismo. Me llevé las peores palizas de mi vida. Te tocan el lado que más te duele. Hay pibes que terminan suicidándose. Yo no me quería cortar (las venas) pero las chicas (presas), el 90% están cortadas.
Pepo: Los pibes también. Había pibes que decían “me dejás salir al médico, no doy más del dolor de muelas”, “aguantá que te van a atender”. Doce horas con dolor de muelas. Los pibes se cortaban y recién ahí lo dejaban salir al médico. Entonces te dañás y el informe criminológico te da que sos peligroso hasta para vos mismo. ¿Cuándo vas a sumar puntos de conducta? Nunca.
Iannuzzi: La clase de teatro se suspende porque sí. Tenés que saltear todas las jerarquías y me colaba en el casino para hablar con el director. Hago más teatro con la gorra que con las pibas y los pibes. Después me terminaron sacando la ficha, “esta cuando viene con cara de Bambi no le creas nada porque es la peor”.
APU: ¿Por qué para el servicio penitenciario es problemático que los presos estén haciendo actividades?
Badie: Porque están tomando mate y si tienen que sacar a las chicas, tienen que levantarse a abrirles.
Iannuzzi: Una vuelta me decían “vos me hacés laburar mucho”. Al principio -después me la cortaron- llevaba recitales, obras de teatro, murgas. En un momento, le digo a la jefa de la U46 ¿por qué no voy yo a buscar a las chicas al pabellón?, vos abrime este sapo, que no te queda tan lejos y yo hago lo demás. Con tal de no laburar, aceptaron. Cuando los directores se enteraron me dijeron que está recontra prohibido que una civil entre a un pabellón. Así que finalmente las mandaron a laburar.
APU: El gobierno nacional trabajó mucho en materia de derechos humanos respecto a los crímenes durante la última dictadura. En materia carcelaria, el escenario que ustedes brindan es desolador.
Pepo: Es la única fuerza que nunca tuvo una purga. Porque cuando estaba avanzando en el sistema federal, con Hortel, hubo una fuga masiva por un agujero de 20 por 40 cms. ¿Raro, no?
Iannuzzi: Es el día de hoy que en Devoto, cada vez que queremos hacer una actividad en el patio, me contestan “se acabó la época de Hortel”.
Pepo: A Caro (Iannuzzi) una vez le cortaron la luz y el sonido. Te bajaban las térmicas, te hacían un montón de cosas.
Badie: Lo mío fue todo una pesadilla, el servicio penitenciario bonaerense es un desastre.
Pepo: Sobre los derechos humanos te invito a que vayas a cualquier módulo y vieras en qué condiciones están. Me encantaría tener mano a mano a estos que me pegaron cuando fui a cantar a Tribunales, Nelson Castro, Eduardo Feimann. Cada vez que matan un pibe, dicen “uno menos” . Me gustaría que algún político opositor conteste qué política tiene para los presos o los adictos a las drogas.
Iannuzzi: Yo defiendo la postura de este gobierno en DD.HH. pero me duelen las cárceles. Es desesperanzador, porque si no se ocupó el kirchnerismo, dificilmente lo haga el gobierno que venga. No pude disfrutar de CFK inaugurando el Centro para la Memoria en la ESMA, porque en simultáneo en La Plata, una mujer estaba pariendo esposada del tobillo a la cama de un hospital. Y no es un hecho aislado. En los 70, las madres parían en cautiverio. Las presas de hoy, lo hacen esposadas.
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