Madre de víctima de la violencia institucional: "El Estado de derecho está arrasado"
Por Raquel Witis*
No hay mejor estrategia que infundir terror para disciplinar, controlar a las mayorías, perseguir y oprimir a los que se atreven a cuestionar el modelo económico de esta gestión. En la Argentina esto ya lo vivimos.
Ha quedado muy lejos la propuesta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos del 2009, que dio pie a debatir, en ocasiones acaloradamente, sobre el rol de la policía en una seguridad democrática y la obligación del estado en el respeto a los derechos fundamentales. Esto impulsó el desarrollo de políticas de seguridad respetuosas de los estándares internacionales en derechos humanos. Por ejemplo, en la gestión de Nilda Garré, se implementaron protocolos de actuación de las policías en distintas situaciones: manifestaciones públicas, resguardo de la escena del crimen, programa del uso del arma, etc.
Etapa que permitió concientizar sobre el uso de la fuerza legítima y sus límites, sobre la necesidad de mediar en los conflictos sociales sin reprimir porque no son un tema de orden sino de derechos, y la importancia fundamental del involucramiento de la comunidad en el tema de la seguridad con participación activa y propuestas de políticas públicas que apunten a mejorarla.
Hoy pareciera que esa etapa no existió y vemos con impotencia, indignación y bronca que el presidente, la ministra de seguridad, funcionarios de alta jerarquía, legitiman y avalan la pena de muerte. Reciben y felicitan al agente que dispara por la espalda, no sancionan a las fuerzas de seguridad nacionales que con su accionar ilegal producen las muertes de Santiago Maldonado en Chubut y Rafael Nahuel en Rio Negro.
Con el respaldo y la difusión de los medios concentrados alimentan el odio, la discriminación y sientan las bases del nuevo “enemigo interno” y lo utilizan como argumento para militarizar vastas zonas de nuestro territorio.
Hoy el estado de derecho esta vapuleado, restringido, limitado, arrasado, todos estamos expuestos a ser demorados, detenidos, atropellados, gaseados, etc. por sólo cuestionar o pedir explicaciones a integrantes descontrolados de las fuerzas de seguridad cuando llevan adelante un procedimiento, o simplemente por expresar nuestra opinión o defender nuestros derechos ciudadanos. Seguramente en pocos meses veremos un incremento de muertes violentas en “falsos enfrentamientos” sin que disminuya el delito. Seguramente sí, vivamos un aumento de la violencia, sobre todo en una sociedad proclive a resolver algunos conflictos o delitos callejeros a trompadas o linchamientos. Un Estado violento sólo puede generar más violencia.
Nos aguarda una ardua tarea, no será fácil poner en caja a las fuerzas de seguridad nacionales y policías que cuentan con el aval de esta gestión en implantar la pena de muerte que no existe en nuestras leyes. Hay que pensar en mecanismos de desobediencia civil cada vez que el gobierno burle los mecanismos institucionales que establece la división de poderes y la Constitución.
Es fundamental traer a la memoria los logros alcanzados, si una vez pudimos hablar de seguridad democrática, poner en jaque la “mano dura”, apostar a la desmilitarización de las fuerzas y legislar la no injerencia de las fuerzas armadas en seguridad interior, podremos hacerlo nuevamente. Demos el debate con los sectores que sostienen la violencia institucional con firmeza, tesón y coherencia porque está en riesgo la vida de nuestros jóvenes, niñas/os, de nuestro pueblo.
Ya llevamos en la cuenta dos genocidios, la Campaña del Desierto y el Terrorismo de Estado, esta naturalización de la violencia a todo nivel es un viaje doloroso hacia el abismo.
Tenemos mucha experiencia de lucha en la Argentina: de los organismos de derechos humanos, de la sociedad civil, a veces acompañadas por el estado, que demuestran que es posible transformar realidades complejas, hoy estamos mejor que en el 2000, hay más conciencia de los derechos frente al poder coercitivo del estado, tenemos buena normativa, luchemos por un paradigma de seguridad para que nuestros jóvenes dejen de ser el daño colateral o blancos móviles
Los derechos son las conquistas de las luchas de los pueblos y se defienden luchando, poniendo el cuerpo, utilizando la creatividad popular, con alegría como enseña Jauretche.
No podemos volver a la vida a nuestros seres queridos, pero podemos y debemos evitar que la historia se repita.
“…que nunca más la estupidez se permita democratizar el miedo y la muerte.” “quien cuida y guarda la memoria, guarda y cuida la vida”
*Mamá de Mariano Witis, víctima de violencia institucional, asesinado por la Policía Bonaerense en el año 2000.