Marzo: un nuevo pico represivo de las fuerzas de seguridad macristas
Por Santiago Asorey*
Hasta ahora, septiembre del 2016 había sido el peor mes del macrismo en términos de intensidad represiva de sus fuerzas de seguridad. La gestión de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, nunca se vio tan expuesta por la violencia policial desplegada por sus fuerzas como se la vio en ese período. Durante ese mes, la Correpi (Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional) denunció que "entre el 16 de septiembre y el 24 de septiembre, hubo 7 fusilamientos y muertes en comisarías".
A los sietes casos de gatillo facil y muertes en comisarías se sumaba la detención y tortura por las fuerzas de seguridad en Santa Fe del militante peronista Iván Franco. No era el único caso de abuso policial, la Prefectura había torturado también dos adolescentes militantes de La Garganta Poderosa en la Ciudad de Buenos Aires. Por otro lado, un militante sindical de UPCN recibía un disparo de bala de plomo de la policía provincial neuquina que lo dejaba en grave estado. Unas horas después, un grupo de jóvenes militantes de diferentes agrupaciones kirchneristas eran detenidos en la Ciudad de Buenos Aires por pintar un mural con contenido político. Todo eso en un mes. Se nos podria objetar que aqui mencionamos diversas fuerzas de seguridad, a lo largo y ancho de país, las cuales no todas responden a Bullrich. Pero lo que el macrismo inauguró fue un nuevo paradigma y espíritu de época para la represión que excedió a su gestión nacional y contagió a todas las provincias. El mensaje era soltarle la correa a la policía para meter palo, mientras el gobierno intentaba adueñarse de “las cajas de los mercados ilegales” con el traspaso de la Policía Federal y descabezamiento de la Bonaerense.
Tras ese mes pico, las denuncias de violencia policial no cesaron, pero sin duda su punto álgido fue el mes de septiembre del año pasado. Unos meses después, La Correpi volvía a señalar al macrismo por haber logrado el tristemente “record absoluto” en materia de violencia institucional. Se denunciaban el asesinato de 259 personas por violencia ilegal ejercida por las fuerzas de seguridad en el lapso de un año. El 2017 no inauguró cambios por parte del macrismo en términos de su estrategia de control de las fuerzas de seguridad. No es azaroso que el mes de marzo, el mes de las cinco marchas en 18 días, haya sido también el mes de un nuevo pico represivo de las fuerzas de seguridad.
El tercer mes del año abrió con la Masacre de Pergamino: el asesinato de 7 personas privadas de su libertad en una comisaria en la ciudad bonaerense. Los detenidos murieron incinerados y el CELS resaltó la responsabilidad del Estado provincial. Se auguraban diás oscuros de represión. El 8 de Marzo, tras finalizar la gran movilización del paro en el marco del Día internacional de las mujeres trabajadoras, la fuerza de la Ciudad lanzaba una razzia policial que terminó con la detención violenta e ilegal de 20 personas. Los testimonios relatan que las detenciones eran arbitrarias y al azar. Los uniformados entraron a un restaurante para detener y amenazar a mujeres. Tras las agresiones, las detenidas pasaron la noche en la comisaria. Esa madrugada el malestar tambien aquejaba a la propia Policía de la Ciudad. En una de las comisarias donde se encontraban compañeras detenidas, los agentes se tapaban las identificaciones del escudo policial en sus uniformes. Era notorio el malestar de los agentes policiales provenientes de La Federal que todavia rechazan el traslado del Gobierno a la nueva fuerza de seguridad. La hipotesis que arroja la profundización de la represión, en el marco de una interna del Gobierno con el desgobierno de las fuerzas de seguridad promete resultados inciertos pero claramente preocupantes.
Además, en los últimos días, tras una nota publicada en el diario La Nación que fogueaba el accionar policial y judicial, un Juzgado de Menores ordenó la detención de un nene de 8 años en Villa Soldati. La detención produjo un contundente repudió de trabajadores del barrio. Unos días después, nuevamente una militante de la Garganta era detenida por efectivos policiales, esta vez de la Ciudad. No se le perdonaba a la joven intentar intervenir en la detención ilegal de un niño. Las historias se repiten. El macrismo profundiza el espiral represivo. Si es por voluntad propia o por imposibilidad de responder a las propias condiciones sociales abiertas por su plan económico de ajuste es otra cuestión de análisis. Al macrismo se le acaban las cartas, excepto las balas y los bastones policiales.
• Responsable del área de Violencia Institucional de la AGENCIA PACO URONDO