Represión de diciembre del 2001: "Como parte del pueblo también decimos Nunca Más"
Por Diego Moneta
Durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, 39 personas que se manifestaban en distintos puntos del país contra las políticas del gobierno encabezado por Fernando De la Rúa fueron asesinadas. En las inmediaciones de Plaza de Mayo ocurrieron cinco de ellas el día 20 a partir de la represión policial desplegada.
Gastón Riva tenía 30 años y era padre de tres menores. Era motoquero en una mensajería durante el día y delivery de pizza de noche. Fue testigo de las movilizaciones del 19 de diciembre y por eso al día siguiente volvió a la plaza. A pocos metros de la esquina de Avenida de Mayo y Tacuarí, efectivos de la Policía Federal dispararon contra los manifestantes y la perdigonada alcanzó a Gastón y a Diego Lamagna. A Riva una ambulancia lo llevó hasta el Hospital Argerich, a donde llegó sin vida.
María Arena, su pareja, lo reconoció a través de las cámaras de televisión. Luego de buscarlo en distintas comisarías, por medio del jefe de su marido se enteró a la noche en qué lugar se encontraba. AGENCIA PACO URONDO dialogó con María acerca de aquellas jornadas represivas, del paso del tiempo y del proceso judicial.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo recuerda las jornadas de diciembre de 2001?
María Arena: Recuerdo esas jornadas con sentimientos encontrados. Por un lado, una gran emoción por el reencuentro de grandes masas luchando con un objetivo común: que se fuera un gobierno que había terminado de destruir la vida de la gente. Había prometido abandonar las políticas del nefasto gobierno de Carlos Menem y, lejos de eso, las ahondó. Lo hizo con un nivel de inoperancia que también mostró a la hora de reprimir al pueblo movilizado. Por otro, mucho dolor por quienes no volvieron a sus hogares. 39 argentinxs que dejaron la vida en la lucha popular fueron asesinados a manos de las fuerzas de seguridad.
APU: ¿Qué opinión le merece el proceso judicial sobre los responsables materiales y políticos?
MA: El juicio por los asesinatos llegó tarde, cuando creíamos que no iba a haber proceso judicial para nadie. Seria injusto decir que habíamos perdido toda esperanza de justicia porque nuestrxs abogadxs no se cansaron nunca de pelear por nuestra causa. Tuvimos que soportar que estuviera ausente el primer responsable, el expresidente Fernando de la Rua, quien además murió impune sin pagar por todo el daño que nos causó. Tampoco pagaron los acusados.
El 23 de mayo de 2016, hace más de 4 años, el Tribunal Oral Federal N° 6 condenó a Enrique Mathov, ex secretario de Seguridad Interior, a 4 años y 9 meses de prisión, y a Rubén Santos, ex jefe de la Policía Federal Argentina, a cuatro años de prisión, por ordenar y dirigir la represión, así como también a un grupo de funcionarios policiales. Todo este tiempo transcurrido selló la impunidad al no dejar firmes las condenas. Nadie fue preso. La Cámara Federal de Casación Penal tardó en expedirse, a pesar de que los tiempos estaban más que excedidos y de que se trata de uno de los hechos más relevantes de nuestra historia reciente. Además, el agravante de reducir las penas cuando finalmente decidieron pronunciarse. Realmente, estas dilaciones constantes nos dan una sensación de impotencia y a la vez nos dan la pauta de haber peleado en vano durante estos 19 años.
APU: ¿Cómo evalúa los momentos de crisis en el país y el paso de los años desde aquella fecha?
MA: La represión es inaceptable, provenga del gobierno que sea y esté dirigida a quien sea. No se puede tolerar ningún abuso de fuerza estatal. Creo que esos días de 2001 marcaron un antes y un después en la lucha popular. El surgimiento de asambleas barriales y movimientos populares que han ayudado a paliar de alguna manera las crisis fuertes que hemos sufrido. Nosotrxs como parte del pueblo que integramos no podemos permitir que vuelvan a suceder hechos como esos. También decimos Nunca Más.
Me gustaría destacar la actuación y acompañamiento del Cels (Centro de Estudios Legales y Sociales), junto con otras organizaciones de derechos humanos, de las distintas agrupaciones de motoqueros y otras agrupaciones políticas que estuvieron siempre. Sin embargo, hubo momentos de gran soledad a lo largo de estos años. También decepciones, muerte de familiares, frustraciones. Pero mantuvimos y seguiremos manteniendo los brazos en alto para seguir gritando: 39 asesinados presentes, ahora y siempre.