Sobre la represión a la cooperativa “Nueva Generación” de Wilde, por Francisco Martínez
Por Francisco Martínez | Foto: Télam
Estas nefastas interpretaciones políticas ejecutivas, legislativas y judiciales que venimos arrastrando desde décadas quienes nos organizamos en cooperativas de trabajo no pueden permitirse más. Ayer, muchas. Hoy, la cooperativa Nueva Generación en Wilde. ¿Mañana, cuál?
Se necesita imperiosamente evitar estas inmundicias. Es con LEYES. Ya es el tiempo. Ahora, no mañana: ya. Ya nos analizaron. Ya les mostramos. Ya definimos con enorme claridad que el mercado jamás va a indicar la suerte de ninguno de nosotros.
Y no quiero empezar con las palabras de ocasión y qué pena hermanito todo esto que te está pasando, porque ya empezó el reloj a mover más rápido las agujas y faltan escasas horas para planificar una de las cuatro comidas que nos merecemos. Así de violento y feo se lee, así de violento y feo es cuando estás desocupado. Coman chicos, que papá y mamá no tienen hambre. Coman que papá ya pico algo en la calle. Coman que está descompuesta mamá.
Hora a hora. A partir de mañana y como regalos de fin de año, estas personas y seguramente muchas más, porque esta amenaza es constante a todas las empresas recuperadas: en vez de planificar las vacaciones, a averiguar mejor de comedores comunitarios abiertos en el barrio.
Tenemos que trabajar en la previa –justamente- de estos desenlaces lamentables, garantizando a través de la legislación las bases sólidas que el sector necesita para seguir creciendo y sin que le metan la traba continuamente desde lo judicial, lo financiero o lo político.
Se trata de garantizar el trabajo y es justamente lo que estas personas, hoy reprimidas, estaban haciendo desde hace varios años. Solitas. Y no porque no estén acompañados desde la militancia. Eso sobra, por suerte. Solitos y desnudos judicialmente y políticamente, quiero decir. Como otras cuatrocientas cincuenta fábricas y empresas en todo el país, sacando contadas excepciones.
Lo ocurrido esta semana, esta porquería que ya no se aguanta, lo hemos padecido muchas empresas recuperadas. Y volvemos, siempre volvemos. Esto sí quiero que lo sepan. El mejor triunfo de este enorme movimiento de trabajadores es haber creado esa conciencia colectiva de saber que si cierra la empresa se puede recuperar y ser gestionada por sus propios ex empleados.
Hoy hablaba con unos compañeros de la provincia de Buenos Aires que quieren recuperar una cerealera. No se imaginan ustedes las de incoherencias que determinó el juzgado. No hubo telegrama de despido, ni indemnización, ni propuesta de trabajo. En realidad sí, de parte de los trabajadores, desestimada por cierto. A quebrar la empresa para vender nomás y así ver a qué empresario favorecen, para además cobrar primeros todos los que ya sabemos y nada a las familias de los laburantes del resultante de esa cuestionada venta. Como diría mi abuela, sobre llovido mojado o sin el pan -nunca mejor calzada esta hermosa palabra- y sin la torta.
Seguro la vamos a recuperar, a pleno derecho por supuesto. Y vamos a entrar y vamos a trabajar y vamos a invertir y vamos a comprometer a distintos sectores y en diez años ya les dije, debo ser honesto con ellos, que capaz vuelan a patadas, gases y palazos por la espalda porque esto que hoy sucedió, no es culpa de el que está o el que se fue o el que va a venir. Es culpa de todos y va a seguir siendo así, si no nos convocamos a una gran mesa de unidad del sector que reclame lo que ya nos merecemos.
Se recuperaron empresas con Alfonsín, Menem, De la Rúa, los cinco presidentes en una semana, Duhalde, Néstor, Cristina, Macri y Alberto Fernández. Y con todos también se vivieron y se viven estas represiones y desalojos. Porque hay grises y sobre esos grises se esconden y argumentan para avanzar o en algunos casos, para DEJAR avanzar y poner contentos a sus amigos que esperan, agazapados, les den la orden para sobrevolar como buitres las fábricas y quedarse con el esfuerzo del trabajador y la trabajadora argentina.
Ya me estoy cansando de mis propias palabras. Ya no juega más esa de tragar amargo y escupir dulce. O que el amor vence al odio. Porque los amorosos no están comiendo y los odiosos tienen cada vez más.
Hay que sacar a la policía, a los jueces, a los síndicos y a los empresarios malintencionados de las puertas de nuestras empresas, que las necesitamos abiertas para los proveedores y los clientes. Ya han demostrado los trabajadores organizados que pueden conducir las empresas y generar economía.
Me sumo a las exigencias de todos/as de primero devolverles la libertad a los compañeros/as detenidos y la urgente vuelta a las unidades productivas de esta cooperativa. Y rápido, porque esta espera es angustia para sus trabajadores y sus familias.
Un cariño grande a esas valientes compañeras y compañeros y a esos militantes de muchas organizaciones sociales que por cercanía hoy pueden estar con ellos, acompañándolos en todo sentido.