Adiós al historiador Enrique Manson, por Gabriela Canteros
Por Gabriela Canteros
La ausencia de los imprescindibles es un trago difícil de digerir. A Enrique lo conocí en 2012 gracias a Café Cultura Nación, el programa de cultura que en ese entonces se realizaba desde Nación hacia las distintas provincias. Ese año en Jujuy se celebraba el Bicentenario del Éxodo Jujeño y estaba por entonces en la cultura municipal. Nos habían dado la oportunidad de tres encuentros, dos con historiadores y uno con un artesano. El artesano y Enrique se quedaron a dormir en el pueblo, en Caimancito, a 100 kilómetros de la Ciudad de San Salvador de Jujuy, en la pequeña hostería Cris que Enrique agradeció tanto. Cristinista de cuna, llevaba en su billetera una foto de la jefa.
Cuando llegué a Buenos Aires en 2013 fue el primero en ofrecerme trabajo, y fui a la Biblioteca José María Rosa donde se atesoraba la otra historia, la revisionista, la historia del pueblo contada desde otro lugar. No era la historia de los grandes próceres, sino de los hombres del pueblo, que no fueron fundidos en bronce. El Dorrego fue una experiencia, una aventura intelectual y militante, por supuesto el primer lugar que cerró el macrismo al ingresar a Cultura, pero esa es otra parte de la historia. Enrique fue un famoso profesor entre colegas y alumnos, tenía cientos de miles, donde andaba y caminaba por la calle aparecía un ex alumno.
También fue funcionario y a veces lo criticaron por eso, pero supo renunciar a los honores cuando los carriles políticos del menemismo empezaron a mostrar sus verdaderas intenciones. Escribió las biografías de Fermín Chávez y de José María Rosa, admiraba tanto a estos historiadores que no había día que no citara algunos de sus célebres conceptos sobre las dos historias en Argentina: la mitrista y liberal y la historia del pueblo escrita por María Rosa.
Estuvimos juntos en la embajada cubana en un homenaje a José Martí, que falleció un 19 de mayo, Enrique también, en la historia las casualidades no existen, existen los hechos.
Los libros de Manson circulan entre militantes y compañeros, también en bibliotecas docentes de todo el país; entre ellos: José María Rosa. El historiador del pueblo, Argentina en el mundo del siglo XX, El Proceso a los argentinos. En Tras su manto de neblinas, manifiesta su militancia por la causa Malvinas y el interés en detallar históricamente la perspectiva peronista del tema. Además, Fermín Chávez y su tiempo y Te la hago corta, una breve obra donde concentraba resumidamente la historia argentina con el objetivo de hacerla accesible y amable para llegar a más lectores.
Su admiración por la figura de Evita hizo que escribiera numerosos artículos sobre ella, entre ellos “La muchacha de los Toldos”. Su militancia no fue sólo teórica, ayudó y colaboró con trabajadores precarizados en distintos momentos de su vida y de forma discreta, sin alardes de su solidaridad. Sus textos no son una mera retórica, por ello se suman fervorosas despedidas por los medios digitales. Las palabras se repiten para describirlo: generoso, militante, comprometido, solidario. Siempre enseñando, siempre presente: Enrique Manson, heredero de Fermín Chávez y José María Rosa, no es un adiós, es hasta siempre.