Adiós a Guillermo Roux
Por Gabriela Canteros | Ilustración: Gabriela Canteros
Guillermo Roux, figura nacional del arte, el dibujo y la pintura, falleció el 28 de noviembre pasado y lo recordaremos por sus dibujos. Las páginas de otros medios se dedicarán a su pintura. Un lazo movilizante de su presencia no tiene que ver tanto con sus estudios en Europa sino con su residencia en Jujuy. En la década del 60 regresó al país y se instaló por siete años en la provincia, donde trabajó como maestro y donde junto con otros artistas crea la Escuela de Artes y Oficios de Jujuy.
Muchos artistas de su generación hicieron un viaje por Argentina y Latinoamérica, también fueron a Europa y a veces la historia centralista y colonial sólo desea destacar esa parte. Roux hizo algo que pocos artistas hacen, se puso a enseñar en Jujuy pero no solo en una escuela formal, viajó por la provincia dando talleres en pueblos donde no había escuelas de arte.
Fue un precursor. En esos lugares sembró la inquietud. Generó el deseo de hacer arte, cosas que tal vez se hacían secretamente y tímidamente. Luego en esos exactos lugares nacieron escuelas de arte. No fue magia, él fue tocando con su lápiz los lugares donde había un germen que el tiempo se encargó de madurar.
También Raquel Forner pasó por el norte argentino y cruzó la frontera hasta México. Muchos sentían una necesidad de encontrarse con Latinoamérica y sus tradiciones.
En las biografías se toca este tema como si fuese un viaje exótico, aunque ese fue realmente el viaje hacia su propia identidad latinoamericana, la que luego plasmaron en numerosos bocetos, dibujos y pinturas.
Hace unos años Roux realizó una exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes, fue un estallido de todo ese Guillermo íntimo, personal, recuperándose de su enfermedad. Sobre su Diario gráfico, Andres Duprat señala y se permite una definición sobre el dibujo: “El dibujo está en el origen de todas las artes. Es su gesto fundacional, su apertura iniciática a un mundo que, reducido a su versión más austera, no deja de indicar una singularidad: la de quien traza líneas sobre el plano abriendo un nuevo horizonte espacial” (2018).
Esta exposición se realizó paralelamente en la Casa de la Cultura, en Barracas Villa 21-24. En el proceso de la exposición, montaje, desarrollo y actividades diseñadas para la exposición fue acompañado por jóvenes del barrio. Se expusieron doce cuadernos de su autoría realizados con bolígrafo, una técnica por demás popular y que podía además realizar cualquiera de nosotros, no con los resultados estéticos y su maestría, pero sí accesible. Ese es el modo que podemos leer su obra, una oportunidad, una puerta para abrir a todos aquellos que les resulta ajeno el dibujo, el desafío de Roux y su mejor homenaje seria poder con un bolígrafo común realizar un par de líneas, esbozar un boceto, liberar la trama y como decía él, “divertirse”.
Divertirse, otro concepto que parece ajeno a los grandes salones de arte y a los museos históricos, divertirse y ser accesible era una combinación perfecta para que aún aquellos que no lo conocieron y hoy no lo conocen puedan navegar en las páginas que dejó, en los doce cuadernos gráficos, en los miles de dibujos y pinturas, y también en sus pasiones como las representaciones sobre la patria, la bandera y los símbolos nacional; lo público y lo privado de su línea, de su dibujo.
Guillermo Roux, un maestro más que nos deja un legado que podemos habitar.
Diario gráfico, de Guillermo Roux, puede descargarse de manera gratuita en el siguiente enlace: