Bahía Blanca: Casa del Pueblo, un espacio de cultura popular
Mientras el oficialismo macrista cierra el emblemático Teatro Municipal, desfinancia a los Organismos Artísticos estatales y subestima la cultura popular, florecen en Bahía Blanca espacios que abren sus puertas a expresiones que la constituyen.
Uno de ellos es Casa del Pueblo, histórica sede del Partido Socialista y hoy del Socialismo para la Victoria. AGENCIA PACO URONDO conversó con Franco Berdini Buitrago, referente de ese espacio, para conocer el modo en que lleva adelante la gestión cultural, como hecho político y social de construcción contrahegemónica.
AGENCIA PACO URONDO: La Casa del Pueblo conjuga su apertura a la expresión artística y su historia como espacio de una orgánica política. ¿Cómo se encuadra la gestión cultural desde un espacio político?
Franco Berdini: Es fundamental entender que cualquier expresión es cultural. Ya sea política, artística, filosófica, económica; más conservadora o más progresista. Cualquier expresión es cultura, forma cultura. Es recibida por alguien que la acepta o no, que forma una idea a partir de esa expresión, que se siente identificado o que la rechaza. Entonces pararte desde un espacio cultural te permite proponer una actividad desde cualquier disciplina, sobre cualquier temática, que siempre va a estar dentro del campo de acción del espacio. Distinto es ser un espacio artístico solamente, lo cual muchas veces presta a la confusión. Un espacio artístico se abre a expresiones artísticas y si da debates es dentro del campo del arte. Uno cultural tiene la responsabilidad y la tarea de plantear otros debates, interpelar desde otros lugares.
Y un espacio cultural y político, como Casa del Pueblo, con una raíz profundamente socialista, te hace tener la responsabilidad de entender al todo como una sumatoria de partes. Donde las expresiones de las disciplinas que transcurran tienen que estar pensadas desde una lógica comunitaria e interpelativa y no como un simple divertimento.
APU: ¿Los espacios culturales pueden funcionar como contención para la juventud? ¿Cómo trabaja un espacio como la Casa del Pueblo para poder cumplir ese rol?
FB: Estoy convencido que este tipo de espacios funcionan como contención a la juventud. Por supuesto que no son los únicos. En el caso de Casa del Pueblo al ser artístico-político-cultural viene a sanear un poco las ganas de participar y de cambiar las cosas, algo hasta natural, que tiene la juventud, y que muchas veces no encuentra en las estructuras políticas tradicionales.
Pienso que es importante tener en cuenta esto último que digo, que por muchos y diversos factores las estructuras políticas tradicionales no convocan a la participación juvenil, entonces sobre eso tratamos de pivotear; acercar desde la participación artística y cultural, y tratar de dar el debate de cuán importante es la política para la vida de todas y todos nosotros, sin ser excluyente por eso.
Muchas veces sucede que la gente espera un arte despolitizado, o cree que el arte debe ser así, lo que va a contramano de lo que creemos nosotras y nosotros. Y eso es un desafío también. Porque nuestra política no es de choque, de confrontación, sino de persuasión. Preferimos que alguien venga varias veces y poder llegarle, a que venga una vez y por querer sí o sí comunicar algo generarle un rechazo.
APU: ¿Cómo evalúan la gestión cultural del macrismo nacional, provincial y local? ¿Cómo impacta en el acceso al arte y la expresión de la cultura popular?
FB: La gestión cultural del macrismo la puedo definir como fuertemente simbólica, con una carga de cinismo e hipocresía gigantesca. Desde los primeros días con el llamado a sesión extraordinaria del Congreso para entregarse a los fondos buitres, o el primer fin de semana de Carnaval que lo pasó en la quinta que fuera de Roca, pasando por los días cuando no se encontraba el cuerpo de Santiago o el ARA San Juan y el trato de estos casos de parte del gobierno nacional, hasta decir que nuestros libertadores estarían tristes por haberse liberado de España, marca una forma de ser, de pensar y de sentir en el Pueblo. El Estado tiene un poder muy grande de formación de idea. Genera aceptación en gran parte de la sociedad. Y en mano de la oligarquía se transforma en un Estado muy peligroso. Ya que siempre fueron nuestros formadores, ya sea por su intromisión en las currículas escolares, o por el manejo de la comunicación, por el manejo y control de la historia, de las “personalidades reconocidas”, o por la propiedad de los medios de producción. Siempre tuvieron el poder, y cuando no hay un Estado que contrarresta ese poder hegemónico, sino que lo acompaña, que lo ayuda a crecer, se torna peligroso para la cultura.
Y en materia del acceso al arte y la cultura, en cuanto a la debacle económica que han generado en estos años impactó a pleno en la posibilidad de acceso a estos bienes. La gente siempre prioriza la supervivencia, y hoy los habitantes del país están sobreviviendo. Tienen mucho menos lugar para pensar en divertimento, ocio y/o arte. Como también muchas menos posibilidades en la formación artística, ya que muchas y muchos más jóvenes tienen que trabajar al terminar sus estudios secundarios, si no es antes de terminarlos, y no pueden pensar en un estudio terciario o universitario. O los mismo artistas, tienen que asegurarse un trabajo estable de otro tipo antes que emprender una carrera artística, donde siempre al principio es como cualquier inversión, cualquier emprendimiento, hasta que comenzás a obtener un retorno es mucho más el tiempo y los recursos que invertís que los que ganas.
APU: Desde la experiencia concreta, práctica y diaria, ¿qué rol cabe al arte en la transformación de la realidad social? ¿Qué resortes deben tocarse para que pueda ejercerlo?
FB: El arte en teoría tiene el rol de transformar al receptor. En la actualidad y realidad ha sido alcanzado, como cualquier otro aspecto de la sociedad, por los valores del capitalismo. Estos son el ocio distractivo, la competencia, la meritocracia, el consumismo, entre muchos otros. Desde ya que hay nichos, y son cada vez más y cada vez más visibles, que van por otro camino a esos valores. Y dentro de ese frente nos encontramos nosotras y nosotros como espacio. Creemos por supuesto en un arte comprometido. Esto significa un actor artístico que entienda que es un medio de comunicación en sí mismo. Que el mensaje que emita va a llegar a alguien, y que a esa o ese alguien de alguna manera lo puede modificar.
En este sentido vuelve a aparecer el Estado en un rol fundamental. Es quien tiene el poder, en su amplio sentido de acción, de cuidar un arte libertario y productor de cultura comunitaria. Ya sea apoyando económicamente, reivindicando proyectos, o reconociendo actividades. Como lo fue la creación del Centro Cultural Kirchner. Si bien la frase “centro cultural” era algo que ya se escuchaba hace un tiempo, que el Estado invierta recursos en semejante obra, en semejante monumento, y bajo el simbolismo de hacerlo en lo que fuera la capital de la corrupción como lo fue el Correo Argentino bajo la gestión de la familia Macri, fue una reivindicación a muchísimos espacios que veníamos dando una pelea contra molinos de vientos. Eso te resignifica y reivindica como trabajadora y trabajador del arte y la cultura.
APU: Chantal Mouffe escribió que “las prácticas culturales y artísticas pueden desempeñar un rol crítico promoviendo espacios públicos agonistas donde podrían lanzarse luchas contrahegemónicas para oponerse a la hegemonía neoliberal”. ¿Se verifica esta expectativa en la práctica diaria de la gestión cultural?
FB: Totalmente. Esto es así, y condensa todo lo que venimos hablando. Puede como puede no desempeñar un rol crítico. Por eso es un campo que la hegemonía neoliberal no deja librado al azar, sino que interviene en él, imponiendo sus valores y sus formas. Siempre el arte tuvo un lugar en el poder, y es por su importancia en el impacto social. Es por eso que los reyes tenían sus bufones, sus pintores, sus músicos, sus bailarines, y hoy la oligarquía y la burguesía los tiene. Pero el Pueblo tenía y tiene sus expresiones, que siempre son contrahegemónicas.
El secreto del neoliberalismo es haber convencido a sectores populares que las formas y los fines de la oligarquía eran lo aspirable y lo deseable. Y por ahí debe ir la lucha del arte y la cultura libertaria, desenmarañar y desentrañar las mentiras y los engaños neoliberales, e interpelar a las actoras y los actores culturales para contrarrestar el poderío real de quienes hoy manejan la cultura.
Facebook Casa del Pueblo: https://m.facebook.com/casadelpueblobbca/
Fotos: Victoria Angelini. Sus trabajos pueden verse en este enlace.