El Teatro del Pueblo vuelve a levantar el telón
Por Carlos Ulanovsky
Cuando el 30 de noviembre de 1930 Leónidas Barletta (intelectual notable de su tiempo, editorialista político en el periódico “Propósitos”, cruzado del antiautoritarismo) inauguró el primer Teatro del Pueblo la discusión cultural la dirimían dos grupos llamados Florida y Boedo, que pasaron a la historia por tener muchas similitudes, aunque se presumían antagónicos. En otro 30 de noviembre, pero de 1783, iniciaba sus actividades la “Casa de Comedia”, el primer teatro de la ciudad, ubicado en lo que hoy sería la esquina de Perú y Alsina, y a Barletta ese aniversario no le resultó ajeno. Tal era la denominación oficial pero los habitantes de esa Buenos Aires virreinal lo rebautizaron “Teatro de la Ranchería”, un poco por su cercanía con los ranchos de los soldados y especialmente por su aspecto: techo a dos aguas, construcción de materiales precarios como adobe, madera y paja, inequívoco aspecto de rancho en plena ciudad. Esa doble coincidencia de fechas determinó a finales de la década del 70 que se la identificara como el Día Nacional del Teatro y desde hace pocos años también se celebra el Día del Teatro Independiente. El sábado, más de un centenar de salas ofrecieron sus espectáculos con entradas a 100 pesos. En un homenaje que emparenta a ambas fechas, este 29 de noviembre se reinauguró el Teatro del Pueblo, cerrado desde hacía dos años, ahora en manos de la Fundación SOMI, una agrupación de teatristas de pura cepa cuyo presidente es Roberto “Tito” Cossa, que coincidencia tras coincidencia, cumplió 85 años el mismo 30 de noviembre. ¿Día del Teatro o día de Roberto Cossa? Quién sabe.
Vecino a la Iglesia de San Juan Bautista, en la noche del 15 de agosto de 1792 en los festejos por la inauguración del atrio de la iglesia, un fuego artificial se posó sobre el teatro provocando un incendio con saldo irreparable. Se estaba exhibiendo “Siripo”, de Manuel José de Labardén, una tragedia de cinco actos que obtenía un enorme apoyo del público. El fuego no sólo arruinó por completo las instalaciones, sino que generó daños colaterales importantes: dejó a la gente sin ese pasatiempo y recién doce años después el público contó con una nueva sala, se devoró el manuscrito de Labardén, pérdida trascendente ya que se trataba de la primera obra teatral de autor criollo, y, peor todavía, privó a la “Casa de Niños Expósitos” seguir recibiendo la recaudación completa de La Ranchería que ayudaba a su sostenimiento.
Foto: Leónidas Barletta
Barletta tuvo en el malogrado “Teatro de la Ranchería” una inicial fuente de inspiración. Por eso eligió esa fecha de apertura. Dos meses antes, el 6 de septiembre de 1930 había ocurrido el primer derrocamiento institucional de la historia argentina. Un hecho que a él y a sus seguidores – todos, convencidos antifascistas – no les pasó inadvertido. La apertura de ese espacio fue un gesto de resistencia. Vale decir que un aspecto de su ideario lo encontró en la amarga realidad del país con un presidente democráticamente elegido, como Hipólito Irigoyen recientemente derrocado y perseguido. El otro le llegó de los escritos de Romain Rolland, idealista francés, figura de la no violencia, que en 1903 había publicado su ensayo “Teatro del Pueblo”, un pronunciamiento de exaltación del arte popular, de connotación antiburgués y dirigido a las masas necesitadas de estímulos espirituales y artísticos.
Ni como militante político, en una Argentina gobernada por facciosos, ni como baluarte cultural Barletta tuvo una vida sencilla. Acerca de esa inestabilidad dan cuenta la cantidad de lugares por los que deambuló su “Teatro del Pueblo”. No sólo influyeron razones ideológicas o de censura. También resultaron decisivas cuestiones urbanísticas originadas en la modernización de Buenos Aires. Lo tuvieron de aquí para allá hechos como la remodelación de la avenida Nueve de Julio; el fin de la calle Corrientes angosta o la apertura de la Diagonal Norte. A continuación, un listado, seguramente incompleto de sus numerosas mudanzas.
-Primero estuvo en la sede de la “Asociación Wagneriana, en Florida al 900.
-De ahí a un pequeño local en Corrientes al 400.
-Llegó a una lechería cercana a Corrientes y el Bajo.
-Luego en Carlos Pellegrini 340.
-Posteriormente en lo que hoy es el “Teatro San Martín”. De allí lo expulsaron los militares en el poder en el año 1943.
-Por fin, se establecen en el edificio de tres subsuelos de Diagonal Norte 943, en donde permanecen hasta 1975, año en que fallece Leónidas Barletta.
-Conflictos familiares y hereditarios determinan el cierre del teatro hasta 1987.
Foto: "El Teatro de la Ranchería"
Reinstalados en Diagonal Norte, familiares de Barletta impiden el uso de la marca “Teatro del Pueblo”. Toman un nombre que es también un homenaje a Barletta: “Teatro de la Campana”. En sus inicios, a la manera de los pregoneros de antaño, Barletta salía a la entrada del teatro y con una campana llamaba la atención de los que pasaban, invitándolos a compartir la función que estaba por empezar. Esa campana se conservó y formó parte de la decoración de la sede anterior asi como ahora está a la entrada de la recientemente inaugurada.
En 1996 el teatro recupera su nombre tradicional. El 6 de septiembre de ese año estrenan la pieza “Tratala con cariño”, de Oscar Viale. De entonces a hoy en la sala de Diagonal Norte al 900 se estrenaron más de 300 obras, mayoritariamente de repertorio nacional y unas pocas de autores latinoamericanos.
En 2016 el propietario de ese espacio, el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos manifiesta su propósito de recuperar el local. La Fundación solicita un año de gracia, que entre una cosa y otra se extiende casi a dos. Finalmente encuentran un galpón con pasado de teatro independiente y escuela de teatro llamado “Puerta Roja” adquieren el terreno y comienzan con la construcción. En el interín también se hacen dueños de la marca de la sala. Y tras una puesta a nueva del lugar el 29 de noviembre inauguraron el flamante lugar. Por primera vez, los orgullosos integrantes de la SOMI (Roberto Cossa, Andrés Binetti, Héctor Oliboni y Adriana Turzi, Mariela Asensio y Roberto Perinelli, Bernardo Carey y Raúl Brambilla) pueden decir que son dueños integrales del “Teatro del Pueblo”, en Lavalle 3636, pleno barrio del Abasto
Foto: Año 2019. Fila posterior: Marta Degracia, Bernardo Carey, Héctor Oliboni y Raúl Brambilla. Fila delantera: , Andrés Binetti, Adriana Tursi, Roberto Perinelli, Mariela Asensio y Roberto "Tito" Cossa.
En febrero del 2020, ya con un nuevo gobierno que se propone restituir a Cultura la categoría de Ministerio y con otras esperanzas igualmente importantes, el nuevo “Teatro del Pueblo” abrirá sus puertas al público. Tendrá dos salas, en la planta baja la “Carlos Somigliana” para 110 espectadores y en el primer piso la “Teatro Abierto” con 55 lugares que durante el año albergarán 15 estrenos, entre otros la de Roberto Cossa. En coautoría con su hijo Mariano presentará “Solo queda rezar” a la que anticipa como “comedia filosófica”.
Tras años de esfuerzos de todo tipo (compensados por una cantidad importante de ayudas públicas y privadas) este símbolo del teatro independiente vuelve a hacerse realidad. La cultura porteña y nacional lo esperaba.