Estreno de “Un bolso lleno de carteras”, película de Leonardo Petralia
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Un bolso lleno de carteras, de Leonardo Petralia, llega a la Sala Documental del Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551 de la Ciudad de Buenos Aires. El film se estrenó el viernes 3 de junio, a las 19 horas, con entradas a un precio muy accesible. También se realizarán dos funciones en Unquillo, Córdoba, los días 4 y 5 del mes corriente. La protagonista de este film es Celia Argüello Rena, bailarina, coreógrafa y dramaturga, que se propone trabajar artísticamente con la basura que su madre acumula de manera compulsiva. Al embarcarse en la creación de una nueva obra, madre e hija se involucran en una experiencia que transformará sus vidas. AGENCIA PACO URONDO conversó con su director sobre el estreno de su ópera prima, proyecto que tuvo un proceso de desarrollo y filmación de más de cinco años.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo conociste a Celia, y su relación con su madre?
Leonardo Petralia: Conocí a Celia Argüello Rena como espectador de su primera obra de Proyecto Diógenes: Diógenes al Sol. Una obra que se presentó en el marco del FIBA de 2015. Después, a través de amigos en común, empezamos a charlar porque ella y Juan Pablo Gómez estaban interesados en hacer una película sobre el trabajo que estaban haciendo en el proyecto. En las sucesivas charlas me cuentan finalmente que Noemí, la mamá de Celia, era acumuladora. En ese momento todo empezó a tomar otra dimensión. En lo personal fue el hecho determinante que me motivó a embarcarme en la realización de la película.
APU: ¿Cuál es el significado del nombre Un bolso lleno de carteras?
L.P.: Tiene muchos sentidos para mí, creo que representa a la película en más de una forma. Es una imagen en movimiento, guardar algo adentro de otro objeto de guardar es una compulsión de acumulación. Es la proyección de una angustia al infinito y, afortunadamente como se ve en la película, es también el camino que desanda esa angustia a partir del amor de una hija. En mi interpretación no puedo dejar de pensarlo en clave artística, como la conexión del síndrome con lo artístico: una persona, en soledad trabajando con objetos en el espacio y comunicando a través de ellos. Siento que en este hecho, Noemí, marcó el destino circular que tendría lo artístico en la sucesión de hechos que iban a acontecer, el bolso es el objeto/obra que puede ser tomado como el objeto inaugural de su acumulación y al que después de muchos años accedemos a partir del trabajo artístico de su hija Celia. En un sentido último, mi película es sobre procesos creativos, creo que el nombre es una invitación a reflexionar sobre estos procesos.
APU: ¿Qué desafíos te presentó esta, tu opera prima?
L.P.: Primero decir que hacer películas es siempre difícil. En este caso puntual, todos teníamos que ser muy cuidadosos y respetuosos tanto con Noemí, por su padecimiento, como con Celia, porque nunca es fácil para alguien abrirse en la manera que ella lo hizo para la película. En este sentido siempre estuvimos atentos a ciertos límites que nos propusimos no traspasar. En mi caso, tenia también el desafío de ser creativo, en qué recursos utilizar para contar la película que quería contar. Un ejemplo de esto es el uso de handycams que le facilitamos a Celia para que grabara escenas del cotidiano en la casa de su madre, es muy emocionante y sorpresivo ver como esto derivó en escenas donde Noemí filma a su hija al tiempo que le cuenta que nunca había usado una filmadora en toda su vida. Como mostrar el síndrome era también una de mis preocupaciones, no quería ser morboso con el tema, y si bien estaba claro que teníamos que filmar esa casa desbordada de objetos, no se trataba de una película sobre una acumuladora. El norte de la película siempre fue narrar el entrecruzamiento de los artístico con lo cotidiano y si esto podía conducir a alguna idea de sanación para los involucrados.
APU: Si todes acumulamos algo, ¿qué pensás que acumulás vos?
L.P.: Creo que nada en particular, pero tengo que decir que habiendo estado dentro de esa casa sentí fascinación por el paisaje. Había algo magnético, se sentía totalmente ajeno a todo lo que estamos habituados a vivir y sin embargo también se podía sentir todo lo contrario. En ese espacio que apenas podías caminar sin generar derrumbes de una infinidad de objetos, de pronto empezabas a reconocer formas familiares o ciertas lógicas en las pilas de cosas. De pronto no te sentías tan ajeno y podías sentir que si soltabas alguna rienda de las que todes nos imponemos, cualquiera podría ser autor de ese paisaje. En el mundo de hoy hay acumulaciones socialmente aceptadas, quizás el tema más dramático con los acumuladores es que traspasan en su propia consideración ese límite y empiezan a encerrarse en sus propias casas cada vez más al punto de no poder salir.
APU: ¿Cómo imaginás el encuentro de la película con el público?
L.P.: Me lo pregunto también, hasta el momento por motivos pandémicos la película solo fue exhibida en festivales de manera online. Siento que la película puede generar reflexión, imagino a los espectadores revisitando sus relaciones vinculares, haciéndose preguntas sobre las posibilidades de lo artístico y, por sobre todo, sintiendo mucha admiración y amor por los protagonistas de la película.