Favio: el artista que mejor nos contó
Por Edgardo Nieva (*)
Escribo estas líneas sobre Leonardo Favio a pedido de los compañeros, y una vez más me siento como los escritores frente a la hoja en blanco. Por dónde empezar a definir al gran artista, al militante comprometido, a un ser definitivamente diferente.
Tenía una mirada profunda, inquisidora. Capaz de ver a Perón debajo de un montón de rulos blancos y una barba más que abundante, como esa tarde en la que fui testigo de lo que pasó con Armando Capó, quien fue a la oficina a pedir trabajo. Lo miró lentamente y le dijo: “¿querés trabajar en la película?”. Lo acercó hasta la ventana del cuarto piso y, señalando una pequeña peluquería de la vereda de enfrente, le tiró: “son amigos míos, deciles que te mando yo. Que te corten el cabello a la americana y te rasuren la barba. Ah... y que te tiñan de negro”. Una hora y algo después sonó el timbre de la oficina, me dijo “andá a atender, nene”. Cuando abrí la puerta casi me desmayo... tenía delante mío al General Perón.
A Favio, para conocerlo, era necesario verlo en acción. Nunca se callaba lo que pensaba, así estuviera delante del presidente de la Nación. Como cuando fuimos a verlo a Menem para que agilizara el pago del crédito para la película y, luego de la gestión, cuando nos despedíamos en la puerta de su despacho, le dijo: “Ah, Carlos, cuando la gente te tire por el balcón, no nos vengas a pedir a los peronistas que te salvemos”. Se abrazaron y nos fuimos. Yo, temblando por que tire para atrás el crédito.
Favio fue el mejor embajador de la cultura argentina de todos los tiempos. Todo su cine se basó en nuestra identidad, en nuestra gente. Fue el que mejor nos contó. Lo habían tentado para filmar en Hollywood y decía: “para contar la historia de nuestra gente, de nuestro pueblo, no necesito ir a ese lugar”.
Lo amé profundamente, con gran admiración. No sólo me consagró como actor, sino que me completó como hombre. La última vez que lo vi fue en el homenaje que le hicieron en el Congreso. Recuerdo que lo entraron en una silla de ruedas, casi no podía hablar. Lo colocaron frente a una larga mesa, sobre un improvisado escenario. Cuando terminó el acto me vio sentado en la primera fila y me hizo una seña con la mano para que me acercara. Me acerqué, le di un beso y le dije al oído: “si Dios quiere, voy a filmar la vida de Juan Manuel de Rosas...”. Me pidió entonces que acercara mi oído a su boca, y me dijo: “Nene, tenés que hacerlo: nadie lo va a interpretar como vos”. Lo abracé fuerte y ya no lo vi más.
(*) Actor, de gran trayectoria en cine y teatro. Entre muchos trabajos, se destaca su interpretación del boxeador José María Gatica en la excepcional película de Favio. Este año retornó a la tevé con El lobista, estrenada el miércoles 30 de mayo. Por su parte, el gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá comprometió la participación de San Luis Cine en la filmación de la vida de Rosas.
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