Flor Bobadilla: “Quedarnos en la música y desde allí despertar la imaginación”

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Flor Bobadilla: “Quedarnos en la música y desde allí despertar la imaginación”

24 Junio 2018

Por Salvador "Lole" García

 

Flor Bobadilla Oliva es cantante, compositora, pianista y actriz. Nació en Misiones y hace más de diez años que vive en Buenos Aires. Editó tres discos (Turpial en 2017, Cipcela y Ysyry ambos del 2015) donde explora la música del litoral y el folclore latinoamericano con una marcada libertad jazzística. Entre la guaraña y el bolero, su voz abre otra temporalidad en el aire y propone una intimidad en la canción. El jueves pasado presentó sus nuevas búsquedas musicales en el Teatro Monteviejo, en el marco del ciclo “Ellas en la voz”. 

Agencia Paco Urondo: ¿Qué se presentó en el concierto?

Flor Bobadilla: Son músicas del mundo, canciones que son parte del recorrido que he tenido como cantante, en el que hay un popurrí de folclores. Una mitad del concierto es con un sexteto de cuerdas nuevo, con  excelentes músicos, que se llama "Canción a cuerda"; está formado por dos violines, una viola, un chelo, un bajo eléctrico y una guitarra criolla. En el camino se prendieron para hacer arreglos Juan Quintero, Carlos Villavicencio, Ignacio Amil, Valeria Romero, Sergio Desanze, David Bedoya con canciones variadas de las comunidades Mbya Guaraní, tradicional catalana, portuguesa, algo venezolano. Arreglos diferentes, hermosos y sencillos. Un pantallazo del mundo que recorre siempre lo mismo: los trabajadores que son parte de un paisaje y construyen un país en distintos lugares, épocas y vocabularios, pero son siempre los mismos personajes. Eso y paisajes, muchas imágenes. Mi idea es trabajar lo visual desde la música, no invadir todos los sentidos. Quedarnos en la música y desde allí despertar la imaginación. No sofocar, dar espacio, que es un poco la búsqueda del ciclo “Ella en la voz” que conduce Natalia Sordi con Femio Producciones. Espacio para crear y pensar.

APU: ¿Hay canciones que no habías tocado en vivo?

F. B.: Sí, y hay canciones que vienen de “Solita con mi alma”, que es un proyecto que empecé este año, haciendo una gira con canciones del mundo en piano y voz.

APU: ¿Cómo te fue con esa gira?

F. B.: Fue una gira en el interior de Córdoba. La primera vez que iba sola cantando con el piano. Fue una travesía, todo muy divertido y lúdico, los públicos fueron diferentes, así que fue mágico. Es el principio de algo que se está gestando, a lo que iré sumando composiciones nuevas, música de distintos estilos en canciones con un poco de letra en guaraní, como volviendo a la raíz. Así que voy tejiendo de a poquito eso.

APU: ¿Ya de chiquita cantabas? ¿Lo mantuviste como un juego en tu infancia?

F. B.: Mamá dice que empecé a cantar antes de hablar. Además, era muy melodramática, así que también era actriz de chica. Hay una canción que la presento con esta historia porque la escuchaba en casete, en la casa de mi abuela, una canción de Zitarrosa que se llama “El gato y el perro”, con arreglo de Juan Quintero para el sexteto de cuerda.

APU: En ese recorrido ¿cuándo empezaste a ser consciente de que el canto es algo más que un juego para vos?

F. B.: Siempre me gustó cantar pero donde me saltó grosso la ficha fue a los 22 años cuando empecé a trabajar en la Villa 31. Hacía poco que había llegado a Buenos Aires y trabajaba de otras cosas: vendí bijouterie en Once, ropa en locales, fui cajera en un local de electricidad, hasta que activé el título que traía de profesora de música; la primera escuela que me salió fue la número 25, la Banderita, que está en la Villa. Mi única forma de conectar con los pibes era haciendo música, que era lo único que sabía hacer. Cantar y tocar, que pasen cosas, y ahí empezó a surgir mucha data emocional. Conseguía unos tachos de helados de una heladería que los tiraba. Los lavaba y los llevaba para jugar. En el recreo abría las puertas del salón de música y con un par de consignas jugábamos y tocábamos. Esa escuela me enseñó muchísimo.

APU: En tu recorrido artístico también desarrollaste una carrera como actriz.

F. B.: El canto fue lo primero que estuvo. Cuando terminé de estudiar la secundaría en Córdoba me encontré con una chica que quería estudiar teatro. Fuimos a un curso con un profesor llamado Fernando Berreta que nos abrió un mundo con sus clases. Luego filmé un cortometraje y se me dio vuelta el mundo. Me dije: “quiero vivir en un set de filmación”, era increíble.

APU: ¿Y cómo te marcó lo actoral en el canto?

F. B.: Mi profe de canto me decía: “vos cantás como si estuvieses contando una película”, en ese sentido es desde adentro. Creo lo teatral está en mi forma de cantar, de decir las cosas. Me pasaba con la música del litoral. El litoral es muy machista, los compositores siempre hombres y si eras mujer tenías que cantar para afuera y fuerte, llamar la atención. Y en su momento fue la manera de dar una lucha para ganar espacios. Pero referencias auditivas de esto que yo te cuento como cantar chiquito no había, porque a la mujer no se la escuchaba si no gritaba. Para mí volver a cantar la música del litoral sin necesidad de gritar me daba la oportunidad de cantar otra visión de esa música.

APU: Te ha marcado mucho la música del litoral.

F. B.: Sí, porque fue volver un poco a las raíces. Fui estudiando un montón de músicas, pero el litoral unía muchas cosas de las que me burlaba cuando era chica: los chamamés de amor me hacían matar de risa, me parecían casi ridículos, el tipo llorando y siempre eran ellas las que le hacían mal. Tenían una forma de hablar sobre el amor muy desde “lo bolero”. Y ahí viene la otra parte que es cantar un poco más desde el contar, pero también eso cambia los timbres y eso me daba otro mundo. La actuación me permitió explorar la voz desde otro lugar. Está todo junto, no lo puedo separar. Fue muy experiencial mi formación. Fue ir descubriendo un poco. Y también haciéndome cargo porque son decisiones: quiero esto, en algún momento me va a salir, en algún momento se va a entender, y si no, no pasa nada, es mío. Después de eso vino empezar a componer y hace un taller con Edgardo Cardozo, lo que me habilitó a mundos internos, a estudiar, a hacer terapia de nuevo, a autoconocerme, a tratar de ser lo más parecido a uno para compartir. La Villa me ayudó a ver la realidad, y la música tiene esa capacidad de ser una herramienta que usás o no, y si no lo hacés va a juntar tierra, vas a vivir con menos. Eso me lo pregunto todo el tiempo, si está la herramienta contar desde ahí. Somos prescindibles pero necesarios.

APU: Tenés un timbre de voz más grave de la media.

F. B.: Creo que es más una idea. Sí me gusta cantar un poco más oscuro, pero no creo que sea mucho más grave, es más bien una búsqueda.

APU: ¿Qué te pasa cuando cantás en guaraní?

F. B.: Me gusta cantar en guaraní. En mi familia se negó el idioma, por eso cantarlo es sanar viejos vínculos. Mi abuela es paraguaya y mi abuelo también pero se murió cuando yo tenía nueve años. Igual es paradójico que empecé a cantar seriamente folclore del litoral y música en guaraní desde que estoy en Buenos Aires, desde que tuve esa perspectiva.

APU: Digamos que la distancia te espeja las raíces.

F. B.: Totalmente.

 

Se pueden escuchar sus discos en: http://florbobadillaoliva.com/

 

La próxima fecha del ciclo “Ella en la Voz” es el 19 de julio, con Georgina Hassan en el Teatro Monteviejo (Lavalle 3177).