La historia de Los Bárbaros: desde el circo beat hasta ser precursores del soul y el funk en Argentina
Paridos para la prensa oficial en 1970, a partir del humo marketinero que el productor Héctor Cavallero supo desplegar en los medios de la época, Los Bárbaros, oriundos de Pilar, ya venían con un bagaje beat a cuestas en el profundo sur bonaerense. En esta nota te contamos la historia.
Un despelote bárbaro
La formación beat, que debutó con su álbum homónimo hacia 1970, tuvo como primer mojón el sudeste y sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Entre las ciudades más visitadas se encuentran Bahía Blanca y Punta Alta, donde se hicieron muy amigos del productor, guionista y director de cine y TV ítalo-puntaltense, Rocco Oppedissano.
La ligazón Bárbaros-sur de la provincia de Buenos Aires comenzó en 1964, cuando los hermanos Marcelo, Loyd y Rino Vitale se trasladaron desde Pilar a Adolfo González Chávez para tocar en un cabaret y de ahí a Bahía Blanca, donde tuvieron un acercamiento con Rocco Oppedissano. “Yo estaba en Canal 7 y un buen día llegaron Los Bárbaros y me dijeron ‘¿Qué podemos hacer?’, a lo que les respondí ´¡Guita, olvídense! Pero lo que quizá se puede intentar, es hablar para una serie de presentaciones en el canal y que toquen en Punta Alta y algunos pueblos de la zona’.
Lo bueno es que todo eso se logró y a partir de ahí se armó un despelote bárbaro. En Punta Alta se presentaron en la Sociedad Española y en el Teatro Colón, yo les hacía de mánager y presentador, hasta mi familia formaba parte de la organización y logística de los shows. Estuvieron como tres meses por estas latitudes y la despedida se hizo en el Club Villa Mitre de Bahía, donde sí o sí era obligatorio que hubiera una orquesta típica. Cuando llegó la hora del show, no podíamos creer que no apareciera nadie, eran unas treinta personas, pero Los Bárbaros salieron igual al escenario y dijeron ‘¡Nadie se va de acá, vamos a tocar como sea!’. Y redoblaron la apuesta diciendo que algún día volverían al mismo lugar, pero a sala llena. Luego regresaron a Buenos Aires y de ahí partieron hacia Milán en busca de equipamiento, y hasta tocaron algunos meses”, sostuvo Rocco.
Sobre su estadía en Punta Alta y Bahía Blanca, el ex tecladista de Los Bárbaros, Marcelo Vitale, profundizó: “Nosotros pensábamos que íbamos a tocar un par de meses en el cabaret de Adolfo González Chávez y nos volvíamos a Pilar, pero fuimos a Bahía (esto fue en el 64/65) y después se dio el resto del itinerario. Yo era chico, y trabajar en la noche era medio complicado. Cuando íbamos a tocar de gira al sur, la logística la hacíamos en Bahía Blanca en casa de una familia increíble donde el tipo era chofer de la compañía de ómnibus La Acción. El tipo se nos hizo amigo y al final nos llevaba a todos lados, era un genio. Y la otra logística era en casa de Rocco en Punta Alta, una increíble familia de tanos que nos alojó durante algunos meses”.
Párrafo aparte para la identificación que Los Bárbaros produjeron en una banda de Punta Alta como Los Satánicos, quienes para 1965 ya venían tocando temas comerciales de artistas como Leo Dan, Palito Ortega, etc. Pero el cruzarse con los italianos, verlos en vivo en la Sociedad Española y hasta compartir algún ensayo, los acercó a grupos como los Mockers y Los Shadows. Al respecto, Néstor “Tero” Valerio, quien fuera baterista de Los Satánicos, recordó: “Con Los Satánicos tocábamos algunas canciones de Palito Ortega, Los Iracundos o Sandro, hasta que por Punta Alta aparecieron Los Bárbaros y comenzamos a copiarles algunas cosas como The Shadows. De hecho Loyd, el mayor de los hermanos Vitale, venía bastante seguido a nuestros ensayos y hasta nos vendieron algún equipo, porque no teníamos nada de nada”.
Circo Beat
En 1970 la revista Pelo opinaba sobre la banda: "Los Bárbaros llegaron a Buenos Aires a principios de 1969. Son sumamente profesionales y -si quieren- pueden lograr un sonido maravilloso. Cuando no están animados tocan a nivel standard, pero de todas maneras lo hacen bien. Son tres hermanos italianos: Loid, Rino y Marcelo (Vitale, es el apellido). Eventualmente adosan al trío un organista, pero no es fijo. Son perfectos instrumentistas. Trabajan mucho en boites y últimamente están conquistando el público masivo a través de bailes. Cantan algunos temas en castellano".
La nota formaba parte de un circo que se había montado alrededor del grupo, porque en realidad los hermanos Vitale eran italianos que habían llegado al país desde muy pequeños, y se instalaron con su familia en Pilar. Ese año, al regresar de Milán, luego de haber tocado en un crucero que unió Italia con Estados Unidos, accedieron a un ensayo marketinero montado por el productor Héctor Cavallero, ex marido de Valeria Lynch, con el objetivo de hacer bulla, y lo lograron. Sobre este montaje, Oppedissano reflexionó: “A partir de que los agarró Cavallero, no pararon de pasear por todos los canales y radios, crecieron de forma significativa. Y fue ahí que decidieron volver al club Villa Mitre de Bahía Blanca, al lugar donde unos años antes se habían presentado a sala vacía. Pero esta vez lo hicieron a sala llena. Recuerdo que al otro día de Villa Mitre era el cumpleaños de mi vieja y fueron a Punta Alta a visitarla, y hasta tocaron en la vereda de la casa en calle 9 de Julio, fue una locura de gente que se empezó a juntar en la cuadra. Luego los llevé al Club Los Andes, donde tocaron cinco canciones, después de la presentación de un cantante italiano. Esa fue la última vez que los vi y nunca más volvieron”.
A partir de 1971, con la incorporación del cantante de origen panameño, Lucas Scantlebury, la banda pasaría progresivamente del beat al soul pop y el funk, convirtiéndose en una de las primeras agrupaciones en identificarse con el género que la Motown había encendido en los años 60, y la súper novedad de contar con un melotrón traído de Londres por Marcelo Vitale. Cabe resaltar que ya existían bandas que hacían soul y funk en Argentina, como el caso de Jumbo (Billy Bond y Luis De Lio) o The Satanic Girls, una de las primeras, sino la primera formación integrada exclusivamente por mujeres.
Hacia 1976, gracias al empuje promocional de Juan Alberto Badía, vendieron 500 mil copias de su sencillo “Adiós Paul, John, George y Ringo”, tal vez la única canción de despedida a The Beatles en todo el planeta, bajo la composición de Miguel Ángel Muscarsel.
Otro ladrillo en la pared en la historia de Los Bárbaros, fue la apuesta que los tres hermanos hicieron con el establecimiento de Edipo, un estudio de grabación en la intersección de las calles Thames y Muñecas de la Capital Federal, por donde desfilaron el Flaco Spinetta, Juan Carlos Baglietto y otros artistas más. “Venían y querían conocer ese estudio que era chico, estaba equipado a medias pero sonaba increíble. La cantidad de artistas contemporáneos que pasaron lo admiraban y fue ahí donde una vez llegó a grabar V8 -yo estaba de ingeniero de sonido- y me invitaron a meter unos teclados en su disco debut Luchando por el metal, así de onda. La experiencia con V8 fue increíble, inclusive hasta me agregaron en los créditos”, sostuvo Marcelo Vitale.
Si algo no debe faltar en cualquier nota periodística, es la apreciación de un especialista en la temática que se aborda. En este caso, acudimos a una de las voces súper autorizadas en lo que refiere al revisionismo del rock en Argentina, hablamos de Víctor Tapia (laburante en Universo Epígrafe, Atmósfera Pesada y Otra Historia), quien sobre Los Bárbaros dijo: “Fueron músicos muy versátiles, habían arrancado en la música beat pero en realidad ya tenían un pie en el rock and roll anterior. Después, supieron adaptarse muy bien a la música funk, soul y la música disco, esto es muy importante porque no hubo muchos exponentes en Argentina, y mucho menos con composiciones propias. En los setenta suelen citarse ejemplos quizá más bizarros, como el caso de Néstor Briyo, que tiene su valor pero lo de Los Bárbaros estaba logrado y acabado; aparte, insertaron en sus filas a un gran cantante como el panameño Lucas, quien aparece en la película El extraño de pelo largo como miembro del conjunto The Golden Boys. Y hay otro detalle poco conocido, que es que Los Bárbaros en el 82 hicieron un tema propio que se llama “Anoa Noá” (escuchar a partir de min. 9:44), con música y letra de Nino Vitale junto a Enrique Londaits, que probablemente sea el primer rap compuesto en el país. También señalaría el uso del melotrón, porque tenían uno de los pocos identificados en Argentina (un sintetizador analógico hermoso), lo que habla también de un grupo muy enfierrado, precursores en instrumentos”.
Quizá en su época no cuajaron entre las bandas más rockeras, pero dejaron un reguero musical más que interesante en sus casi 20 años de existencia. Lo mismo les pasó a varios artistas y conjuntos como el Trío Galleta, Carlos Bisso y su Conexión N°5, solo por nombrar algunos proyectos que fueron y continúan siendo tan necesarios traerlos a escena, como decidimos hacerlo en estas líneas.
¿Qué se puede hacer salvo ver películas?, se preguntaba un jóven Charly García en épocas de dictadura, para mantener el estado de ánimo por sobre el horror. ¿Qué se puede hacer salvo escuchar música en épocas de la falsa libertad?, agregaría. Les invito a bucear por tierras bárbaras, con un puñado de canciones de sus diferentes etapas, más un registro tocando en la película de 1980, Ritmo a todo color. Asimismo, canciones del mejor soul y funk argentino cosechado entre 1968 y 1972, reunidos en un compilado bajo el nombre de Buenos Aires Soul.
Los Bárbaros (Odeon, 1970): https://www.youtube.com/watch?v=zyz6RDLDQv4&t=31s
Los Bárbaros (EMI, 1976): https://www.youtube.com/watch?v=iIT8poF3mQk
Ritmo a todo color: https://www.youtube.com/watch?v=TH8x7_SMdIM (ver a partir de 1:08:18).
Compilado Buenos Aires Soul: https://www.youtube.com/watch?v=KqLtvGapDaw